Benigno Alarcón Deza 08 de agosto de 2022
@benalarcon
La
elección del candidato opositor para las elecciones presidenciales de 2024 está
aún a tiempo de enrumbarse por buen camino. De hecho, ya se puede hablar de
avances en conversaciones entre los diferentes actores y acuerdos para ampliar
el espectro de participación de partidos y/o candidatos a quienes no formen
parte de la Plataforma Unitaria. También habría consenso en torno a la creación
de una comisión técnica especial e independiente que se encargue de dirigir
todo el proceso de primarias y tomar decisiones fundamentales. Sin embargo, hay
aspectos que todavía generan conflicto como el hecho de si el CNE debe tener
alguna participación en este proceso y la forma de votación. Pero el mayor
peligro está en que el tiempo pase y no se tomen decisiones para realizar esta
primaria, lo cual llevaría nuevamente a un escenario de abstención y dispersión
del voto opositor y, por ende, a la pérdida segura de las elecciones
Uno de los puntos que quedó muy claro en el evento Prospectiva II semestre 2022, realizado el pasado 20 de julio, fue que –de acuerdo con los resultados de la última encuesta de opinión pública hecha por el CEPyG UCAB, con trabajo de campo de la encuestadora Delphos- la mayoría de la población (72,5%) considera que un cambio de gobierno sigue siendo necesario. Ese cambio implicaría la escogencia de un candidato único de la oposición a través de un proceso de primarias, el cual participaría en las elecciones presidenciales previstas para 2024.
Pero a
pesar de este clamor de la población, aún los partidos políticos no terminan de
tomar decisiones que propicien ese proceso de cambio, lo que es preocupante
debido a la complejidad de la crisis social y económica del país. Sin embargo,
hay algunas señales positivas en el camino hacia una posible realización de
primarias. Una de ellas es que se han dado conversaciones en torno a la
necesidad de ampliar la posibilidad de participación a otras organizaciones o
partidos políticos que no forman parte de la Plataforma Unitaria, como sería el
caso de Vente, Fuerza Vecinal o Futuro, el nuevo partido de Henri Falcón, por
ejemplo.
Por
otra parte, prácticamente existe un acuerdo para que quien coordine todo el
proceso referente a las primarias sea una comisión especial conformada por
personalidades independientes y que sería nombrada por consenso o mayoría de
los partidos con intención de participar en la elección. Esta emitiría un
reglamento, tomaría las decisiones sobre lo que los partidos no hayan podido
acordar, y asumiría la organización de estos comicios.
Pero
todavía existen escollos relevantes por superar. Uno de los más importantes es
la participación o no del Consejo Nacional Electoral como ente que cooperaría
en la organización de las primarias. Se trata de un punto controversial,
especialmente por el riesgo abstencionista que podría representar la presencia
del CNE, cuya integridad está cuestionada. Algunas organizaciones están negadas
a ello, pero quienes lo apoyan se basan en la importancia de que el voto se
haga con las máquinas y no de manera manual; que se tenga acceso al registro
actualizado de votantes, lo que podría dar cierto dejo de legitimidad a la
elección. Además, se alegan temas de logística como el acceso a los
centros de votación designados por el ente electoral, entre otros.
Los
detractores del CNE advierten que ese organismo no puede condicionar quién
participa (habilitados o no) y quién vota en la primaria, si solo pueden
ejercer el voto los que aparecen en el Registro Electoral o se podría incluir a
los mayores de 18 años, aunque no estén inscritos, además de los electores
venezolanos en el exterior. Aún no está claro qué tesis va ganando allí,
pero pesa el hecho de que la sola presencia del CNE generaría que mucha gente
no participe en las primarias, tanto quienes no creen en su imparcialidad, así
como los empleados públicos y otras personas que temen por su identidad y
posibles represalias.
No
obstante, donde existe un debate más fuerte es sobre el tema del voto en el
exterior, lo que luce bastante complicado porque hay partidos que creen que
esto se presta para un fraude por la manera informal en que se manejaría y por
el poco control que existe sobre ese voto. Pero otros insisten en que es
imperativo tomar en cuenta a la diáspora y no negar a los venezolanos en el
exilio sus derechos políticos de la misma forma en que el gobierno lo ha venido
haciendo.
Otro
tema donde pareciera haber diferencias importantes es el relacionado con la
metodología de votación. Entre las opciones que se barajan están la de si se
vota con las tarjetas de partidos o no, lo que permitiría medir el apoyo que
tienen las diferentes organizaciones; o si se vota por el candidato. Lo otro es
si el voto es múltiple, es decir que el elector pueda apoyar a más de un
candidato; o simple, donde solo puede seleccionar una alternativa. Hasta ahora
los partidos mayoritarios se inclinan por el voto simple, donde cada elector
vota por un candidato y están cerrados a que sus electores voten por el
candidato de otro partido o voten por más de un candidato. Asimismo, se le teme
al voto cruzado. La realidad es que la modalidad múltiple permite que se elija
un candidato con consenso mucho mayor, dado que no solo sus electores
votarían por él –o ella-, sino también los de otros partidos podrían hacerlo lo
que contribuiría a que los candidatos con mayor apoyo tuvieran un respaldo
mucho mayor en número de votos totales. Esto además reduce la posibilidad de
polarización, ya que quien ataca o descalifica a otra candidatura deja de ser
una opción para sus electores. Quienes están en contra del voto múltiple
aseguran que la gente no va a entender cómo tiene que votar, pero la realidad
es que ello es una excusa ante las incertidumbres que el voto múltiple y la
agregación de preferencias genera en los cálculos estratégicos de los partidos sobre
sus propias posibilidades.
Dentro
del CNE, una comisión dirigida por el rector opositor, Roberto Picón, se ha
estado reuniendo para definir lo del voto en el exterior, donde incluso
participaron funcionarios del gobierno. Pero, al parecer, hubo un llamado
de atención por parte de las autoridades al más alto nivel para prohibir esa
posibilidad. Hasta ahora ha habido discrepancias entre la posición de Picón y
la del otro rector opositor, Enrique Márquez, quien apoya la línea
gubernamental. Aún así, contradictoriamente, Picón se está convirtiendo en el
principal defensor de la primaria con el CNE a pesar de los peligros que ello
implica para garantizar los mayores niveles de participación y evitar las
manipulaciones indirectas del gobierno a través del ente electoral, para hacer
fracasar un evento que sería de especial importancia para reactivar la
movilización opositora.
El
peligro de procrastinar
Hasta
aquí pareciera que todo va relativamente bien encaminado pero hay un factor muy
importante y que no se debe descuidar, que es el de los tiempos. Si se
arrastran los pies y no se tiene nada concreto antes de finalizar este año, lo
que puede terminar pasando es que terminen imponiéndose los que no quieren que
el candidato sea electo en primarias, lo que podrá generar un importante
divorcio entre partidos opositores y su electorado, que hoy reclama de forma
unánime participar en la selección de su liderazgo, y en consecuencia, mayor
desmovilización y abstención.
Al día
de hoy es evidente que entre el liderazgo aspitante a convertirse en referente
unitario de la oposición, hay tres posiciones: Los que reclaman primarias ya,
que son quienes están mejor poscionados para ganarlas hoy; los que dicen que
aún no es el momento de hablar de primarias, que es muy temprano, pero tratan
de posicionarse para aumentar sus posibilidades de ganar mañana; y los que
dicen que no participarán porque ese no es el mecanismo idóneo para escoger al
candidato unitario para el 2024, que son aquellos que juegan para el gobierno o
no se sienten con posibilidades de ganar una primaria hoy ni mañana.
Lo
otro que está claro es que hay interés especial entre algunas organizaciones
y/o dirigentes de imponer al CNE como organizador de la primaria, por razones
más políticas que técnicas. Una primaria organizada por el CNE impediría e
inhibiría la participación de un porcentaje importante de electores, entre
ellos aquellos que trabajan en entes gubernamentales, tienen algún tipo de
relación de dependencia con el gobierno, están en el exterior, o simplemente
tienen miedo. Los que defienden tal opción prefieren una primaria más
predecible donde lo que defina el resultado sea la movilización de maquinarias
partidistas o de estructuras laborales y clientelares de gobiernos regionales o
locales, lo que permitiría imponerse como ganador con un número relativamente
pequeño de votos entre una participación que, difícilmente, llegaría a un 5%
del total de electores. Un resultado como este se traduciría en el fracaso de
una de las mejores oportunidades que la oposición habría tenido para movilizar
y relegitimarse ante la gran mayoría del país. Asimismo, hacer primarias entre
maquinarias equivaldría a negociar entre partidos quién va a ser el candidato,
lo cual tendrá, como consecuencia predecible, ante la imposición de una
candidatura que gana con un número poco representativo de votos, la
incorporación a la carrera electoral de otros candidatos que no participaron,
así como una potencial dispersión del voto y niveles altos de abstención como
forma de castigo del elector hacia los actores de oposición.
Dada
las circunstancias, y ante la dispersión y debilidad opositora, lo que ha
ganado terreno es que haya primarias pues no hay condiciones para que surjan
candidatos por consenso, a diferencia de 2006 donde era evidente la popularidad
de Rosales sobre Borges y Petkoff
Del
cambio radical a “cohabitar”
Si ya
muchos estaban sorprendidos por el cambio de dirección de organizaciones que
anteriormente insistían en lo imperativo de un cambio político en el país para
superar la crisis social y económica, y que ahora no sólo se reúnen con altos
funcionarios del gobierno sino que aseguran que hay una mejoría; mayor impacto
generó la carta del secretario general de la Organización de Estados
Americanos, OEA, Luis Almagro, quien –luego de reconocer que ninguno de los
problemas de Venezuela se ha resuelto sino todo lo contrario- propuso que se
llevara adelante un proceso de cohabitación con el régimen, acompañado de
contrapesos, como único mecanismo de caminar algún día hacia un cambio, luego
de que se logre avanzar en algunos procesos de institucionalidad.
Para
algunos analistas, en ese giro de Almagro sobre la cohabitación, habría pesado
no solo el diagnóstico de consolidación del autoritarismo en Venezuela, sino
también lleva a una manera distinta de ver este proceso como algo más
complejo.
Este
planteamiento de Almagro y posiciones parecidas asumidas por el politólogo
Michael Penfold y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos
(WOLA), ha generado un debate sobre el enfoque de la estrategia para avanzar en
la transición, pues los estudios de opinión parecieran evidenciar que hay una
desconexión entre este tipo de planteamientos y el sentimiento mayoritario de
la población venezolana, que aspira a que se dé un cambio político. El
razonamiento sería: como hemos intentado todo y no hemos logrado nada,
entonces, lo que tenemos que hacer es cohabitar con el enemigo, negociar con él
y ver si algún día conseguimos alguna solución. Y ese discurso, si se extiende,
podría hacer que la gente pierda toda esperanza y se vaya alejando aún más del
liderazgo político para asumir una postura pasiva de adaptación para
sobrevivir, mientras aparece un liderazgo que haga resonancia emocional con el
sentir de la mayoría.
Si
bien es cierto que ahora la población es menos radical para reclamar un cambio
político, la realidad es que su aspiración sigue siendo que ese cambio se dé,
pero está consciente de que quienes estaban al frente no pudieron lograr lo que
se esperaba de ellos y mientras tanto toca esperar. Pero eso no significa que
haya una aceptación de lo actual. Bajo esas circunstancias, hay que decir que
el terreno está fértil para el surgimiento de un outsider que, si entra
polarizando fuertemente, sería quien concentraría el voto de la oposición.
Quien busque cohabitar no pareciera estar destinado a lograr mayores niveles de
apoyo porque estaría haciendo una lectura equivocada, al confundir las
actitudes asumidas para adaptarse a una realidad que la mayoría no sabe cómo
enfrentar con las aspiraciones legítimas de cambio de la gran mayoría de los
venezolanos.
Los
aspirantes que apuestan en estos momentos al discurso de la reconciliación son
los que tendrán menos apoyo al final del día. Con excepción de Rosales, se
observa que quienes siguen encabezando la lista de candidatos son los más
radicales. La gente quiere a alguien que los represente, que se atreva a correr
riesgos y a decir lo que se piensa y se quiere.
Sin
embargo, vale la pena considerar que hay dos enfoques de preferencias no
excluyentes entre la población, que por una parte espera acuerdos para el
mejoramiento de sus necesidades del día a día, mientras que por la otra, sigue
aspirando firmemente al cambio político para un futuro mejor. Se quiere a
alguien para que gobierne y haga el cambio de sistema que se requiere, nadie
quiere un líder para que cogobierne y concilie para que todo siga igual. Cuando
la gente siente que hay posibilidad de cambio como ocurrió con Capriles en
2013, las parlamentarias de 2015, las protestas de 2017, Guaidó en 2019, o las
elecciones de Barinas en enero de 2022, hay una mayor disposición a
movilizarse, en contraste con procesos como la elección de la Asamblea Nacional
Constituyente, las regionales y municipales de 2017 (tras el fracaso de las
protestas), la presidencial de 2018, las parlamentarias de 2020 o las
regionales y municipales de 2021, con niveles muy elevados de abstención
relacionados con la ausencia de expectativas.
Conclusiones
En
estos momentos la gente continua apoyando a alguien que pueda decir: “fui
derrotado pero sigo luchando”, pero rechaza a quien su actitud se traduzca en:
“fui derrotado y ahora estoy negociando”.
Las
primarias de la oposición, pese a tener enemigos tanto en el gobierno como en
la misma oposición, lucen como una de las pocas oportunidades que tiene el
liderazgo democrático para reanimar la lucha por el cambio político y la
movilización de la mayoría opositora del país. Perder la oportunidad de hacer
las cosas bien en una primaria que hoy goza del gran consenso de este sector
mayoritario que demanda una transición, podría implicar la muerte política, de
cara al 2024, de los partidos y líderes que hoy conforman lo que se conoce como
la Plataforma Unitaria, sin que haya hasta ahora ningún liderazgo emergente con
posibilidades reales de derrotar a Maduro.
Todo
indica que el proceso de negociación política que ha desarrollado la Plataforma
Unitaria bajo la conducción de Omar Barboza dentro de la oposición para definir
el proceso de primarias está tomando buen rumbo. Del pronto nombramiento de una
comisión rectora de las primarias conformada por figuras independientes, con
buena reputación y criterio político y estratégico, dependerá que estos
comicios tengan credibilidad y tomen un mayor impulso.
Sin
embargo, aún existen diferencias muy relevantes por resolver, como es el
caso de la intervención del CNE en este proceso, así como la participación de
los aspirantes inhabilitados, los votantes en el exterior y los que aún no han
podido registrarse para votar, además de los mecanismos de escogencia múltiple
o uninominal que se utilizarán en este proceso, y las reglas de sustitución de
candidatos en caso de que fuese necesario. Esto sin contar con las adversidades
internas de la oposición que en ocasiones pareciera priorizar, de manera
irresponsable, el evitar que otro líder o partido llegue, antes que un cambio
político, jugando así, por motivos individuales y egoístas entre quienes
deberían tener como prioridad el cambio, a la consolidación del
oficialismo.
Son
múltiples asuntos que, en la medida en que se retrase su definición, pueden dar
al traste con el objetivo que se persigue, que es contar con un liderazgo
legitimado en unos comicios con gran volumen de participación que puedan
representar los intereses de la mayoría que quiere un cambio político en el
país.
Por su
parte, el gobierno seguirá jugando con sus cartas. Y dos de las cartas que
tratará de jugar en el corto plazo tienen que ver con continuar con su
estrategia de fraccionamiento de la oposición y generar desesperanza para
aumentar la abstención. Está claro que el tema de primarias y la participación
del CNE puede ser un “parteaguas” entre oposiciones porque es muy difícil ver a
las cooptadas participar en un proceso cuyo objetivo es unificar a la oposición,
bajo un liderazgo único que pueda derrotar al oficialismo y desplazarlo del
poder en 2024.
Tomado
de: https://politikaucab.net/2022/08/08/avanzan-las-primarias-de-la-oposicion/
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