Por Roberto Patiño
«Te quedas esperando el mensaje de ‘buenos días’, ‘buenas noches’, te quedas esperando todos esos cumpleaños donde no sabes si sumar o restar, no sabes si restas o quitas un año más de vida, o si lo tienes que sumar otro». Así describe Estrella los meses que siguieron al asesinato de su esposo en manos de los cuerpos de seguridad del Estado venezolano. Una vida que fue detenida violentamente y que tiene que aprender a reconstruirse desde el dolor.
Su esposo fue ejecutado en plena vía pública por estar haciendo una carrera a una persona que la policía estaba persiguiendo. Tras detenerlos y matar al pasajero, su marido fue ejecutado para no dejar testigos; la única razón que le dieron fue que hubo un «enfrentamiento», parte de los argumentos que repiten los funcionarios para justificar una política sistemática de ejecuciones extrajudiciales en nuestro país.
El caso de Estrella es uno de diez que El Monitor de Víctimas de Mi Convive está divulgando en el trabajo de investigación «Diez que son miles: el impacto de las ejecuciones extrajudiciales en las mujeres de Caracas», testimonios en primera persona, que describen la situación a la que son sometidas las madres, tías, hermanas, abuelas e hijos de las víctimas de la violencia de Estado. Una práctica generalizada que busca coaccionar e intimidar a toda la población, pero especialmente a las más vulnerables, una estrategia de gatillos alegres y crueldad policial que ha dejado, entre otras cosas, una estela de familias desgarradas y una sociedad que desconfía de sus instituciones.
Entre mayo del 2017 y septiembre del 2021, Monitor de Víctimas ha logrado documentar 4.386 muertes violentas sólo en el área Metropolitana de Caracas, de los cuales, 1.611 asesinatos fueron ejecutados por los cuerpos de seguridad del Estado. La mayoría de ellos: jóvenes entre los 18 y 29 años de edad de tez morena. Lamentablemente basta con ser un chamo moreno, que vive en un barrio de la capital, para levantar la sospecha del funcionario de turno y convertirse en una diana de piel y sangre al que apuntan las armas de asesinos con placas y uniformes.
Pese a todas las denuncias hechas por Organizaciones No Gubernamentales en el terreno y organismos multilaterales, el régimen sigue empeñado en una política de seguridad hecha de espaldas a las comunidades, en un marco de impunidad legal y corrupción de las instituciones, una política pensada para amedrentar a los ciudadanos, una estrategia que ha dejado familias rotas, huérfanos, terror, estigmas sociales y un ciclo de rencor que aleja cada vez más al Estado de los ciudadanos a los que deben proteger.
Una madre que conserva las manchas de sangre en las paredes de su casa después de que su hijo fuera acribillado por el FAES, una abuela que se niega a reparar las perforaciones de bala que dejaron en su casa los funcionarios policiales para simular el enfrentamiento con el que justificaron el asesinato de su nieto, una esposa que sigue sin saber cómo sumar o restar años al momento de celebrar el cumpleaños de su marido; son sólo algunos relatos que debemos documentar y difundir en un esfuerzo de generar políticas de contención frente a los abusos policiales y como parte de un trabajo que nos permitirá, en un futuro, hacer justicia.
«Diez que son miles» es un texto y cortometraje duro y necesario, un llamado de atención a la sociedad y un reconocimiento a todas las mujeres que han sido víctimas indirectas de los asesinatos extrajudiciales en el país. Por ellas y sus familiares, desde Mi Convive seguiremos trabajando para lograr la Venezuela del cambio en el que la justicia y el estado de derecho, propio de los sistemas democráticos, nos dé garantías para la convivencia pacífica y la justicia.
Este es nuestro compromiso.
Pueden encontrar la investigación «Diez que son miles» en diezquesonmiles.com
Para ver el cortometraje ingresar a youtube
www.rpatino.com
https://talcualdigital.com/diez-que-son-miles-por-roberto-patino-2/
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