Por Froilán Barrios
@froilanbarriosf
Recientemente ha habido numerosos comentarios sobre la permanencia de Miguel Cabrera en la MLB, circunstancia que me motiva a opinar que no hay nada más impactante para un venezolano que hablar de beisbol, ello trasciende las edades, grupos sociales, creencias religiosas, posiciones políticas, en fin, concentra toda la esencia de un país, al extremo que nuestra modo de ser en cierta manera se relaciona con este deporte universal.
Se da el caso donde muchas personas han sido puestas en 3 y 2 a la hora del té, o lo pillaron entre primera y segunda por una acción equivocada, o lo ven premiado por ser el cuarto bate y novio de la madrina, o es tan predecible como un “fly al catcher”. En fin, todo género de situaciones de nuestra cotidianidad pueden asociarse al ambiente beisbolero.
Nuestra historia demuestra que el beisbol es a prueba de balas, incluso en medio de nuestras tragedias este deporte surge inmaculado, para darnos un respiro y vaya que lo es, ya que su presencia ha trascendido en el acontecer popular a dictaduras, a gobiernos democráticos, a gobiernos y desgobiernos, por ser fuente primigenia de nuestra alma nacional.
Sin exageración alguna debemos admitir que Venezuela ha parido valores en todas las ramas del saber, de las artes, de las ciencias, de nuestra literatura, nuestra música, pero ninguna toca tanto la fibra popular como el deporte de las cuatro esquinas.
El beisbol nos une tanto en nuestro sentir, que acá en el campeonato local somos enconados fanáticos rivales, ligando al ponche o a la explosión del pitcher contrario por muy criollo que sea, pero luego que toman el avión y parten todos al spring training cada año, ligamos a que nuestros peloteros triunfen así jueguen en el equipo que más adversemos en el Norte, como también en las ligas beisboleras de Europa, Asia, América Latina.
Si algo no debe discutirse ni ponerse en duda es que el pabellón criollo, la hallaca y la arepa son productos autóctonos, aun cuando recientemente han salido nuevos promotores, y en el mismo tenor que nuestro beisbol es junto a otros deportes un emblema característico de la idiosincrasia nacional.
Por tanto, la performance de Miguel Cabrera -llamado cariñosamente Miggy en la MLB- no sólo debe observarse como su trayectoria individual sino el logro colectivo de generaciones de peloteros, quienes le han aportado gloria y honor a Venezuela.
Miggy debe culminar su gesta en 2023, su último año de contrato, no debe detenerse en 2022 ante un slump superable, peor le fue en aquella serie mundial de 2012 para luego confirmar en las temporadas siguientes que es uno de los mejores bateadores de la historia de este bello deporte.
Si bien es cierto no es el mismo que ganó la triple corona de bateo en 2012, debiéramos preguntarnos por los destellos de un pelotero que en su 20° temporada en 2022 bateó en su parte inicial 308 de average. Lo que le queda es administrarse ante las lesiones y prepararse para el cierre espectacular de su carrera el próximo año 2023.
En ese momento, como él se lo merece e igualmente el beisbol venezolano, podrá retirarse recorriendo durante ese año final de su contrato los campos de juego donde dictó cátedra de bateo y de ser un excelente pelotero caracterizado por su humildad y entrega al fanático, quienes esperan tenga como destino final deseado por todo el mundo el Hall de la Fama, al ingresar al templo de los inmortales para el 2028, junto a Luis Aparicio, el mejor short stop de todos los tiempos.
Y es que hasta en eso nos ayuda el beisbol, a superar, aunque sea en un suspiro los amargos momentos que sufre nuestra querida patria.
https://www.elnacional.com/opinion/miguel-cabrera-un-valor-nacional/
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