Orlando Viera-Blanco 11 de agosto de 2022
@ovierablanco
Se
ha intentado sembrar la idea que el país se arregló, la economía se dolarizó,
el dolor pasó y lo peor se superó. La divina comedia… Seguimos en el bosque
oscuro, con la ruta extraviada, a la espera que el poeta Virgilio al igual que
ayudó a Dante, nos lleve a las puertas del paraíso.
Pero
seguimos en los nueve círculos del infierno: Limbo, lujuria, gula, avaricia,
ira, pereza; herejía, violencia, fraude y traición… Sin duda el más perverso y
dañino pecado capital contra el pueblo es el octavo: el fraude. El manejo
deshonesto de la cosa pública, porque “pecaron por desperdiciar oportunidades
económicas y espirituales, porque corrompieron una parte importante de la buena
gobernanza, pues no cuidaron el bienestar de la comunidad…”
El gigante Anteo nos desciende al abismo
Las
consecuencias del síndrome de Ulises, del que habla y encanta y a todos
embarca, a todos cautiva para terminar perdidos y terminar en la nada, lo
pagamos con una tragedia dantesca que nadie hubiese imaginado. No bastó la
dictadura, el laberinto institucional, la militarización, la gula
revolucionaria, la ira en la gobernanza o la codicia insaciable. No sólo eso.
“Ulises convenció a sus marineros embarcarse en una aventura sin
saber cómo iba a culminar. Y no termina. Seguimos en un limbo, oscuro,
tenebroso, lóbrego, infinito.
Atreverse
al cruce del tapón del Darién entre Colombia y Panamá es un desafío, un
imposible que ni los grandes ejércitos granadinos acometieron para impedir la
separación de Panamá de Colombia. Una selva brutal, inclemente, aderezada de
estafadores y traficantes de almas y de sueños, donde el hambre, el
agotamiento, la violencia, todos los miedos y toda la barbarie, se visten y se
viven antes de encontrar la muerte.
De
38 venezolanos atravesando el Darién en 2019, suman 28.000 en julio 2022.
El país se desangra en esos círculos de infierno. ¿Quién pensó alguna vez
que el populismo nos pudiese conducir a esta abominable ruina humana y social?
Entonces todo termina como acabaron quienes le siguieron [a Ulises]: en la
desesperación, la desesperanza, el desengaño, el dolor y la muerte. Y
reza la primera prosa de la Divina Comedia: “En medio del camino de nuestra
vida, errante me encontré por una selva oscura, porque mi ruta se había
extraviado».
El
Darién es la expresión más cruda e inmisericorde donde es capaz de llevarnos el
fraude de quien nos ilusiona, nos catequiza y nos dice con gracia [siendo lo
que alberga, amargura] “veamos lo que hay más allá”. Y el «más allá» es lo más
profundo del averno, “donde en sus entrañas hay hielo y no hay fuego…”
Margaret
Keane, especialista de la Universidad de Oxford -aunque parezca raro- en
“infiernos”, nos comenta sobre los 33 cantos de prosas, de tres en tres, de la
divina comedia. Alegórico el momento que el gigante Anteo se inclina y levanta
a Dante y Virgilio, antes de bajarlos al fondo del abismo. Desarrolla la idea
“del corazón frío, cerrado a los otros, a la sociedad, y como ese tipo de
actitud podría conducir al abuso de los demás». Porque no basta traicionar
a la patria sino también se traiciona al corazón del que cree, del ingenuo…
frívolamente.
¡Oh
divina sorpresa! Y así nos bajan, al abismo, al infierno, al Darién,
cuando con temple helado y verbo encendido de falsas aventuras, nos dibujan
revoluciones bonitas, de amor, de igualdad, de oportunidades, de paraísos; de
Martí, de Bolívar, de cantos de sirena. Sólo unos pocos hoy “disfrutan” de la
lujuria y el esplendor rojo rojizo, mientras la gran mayoría deja la vida
en el Darién.
Abandonen
la esperanza todos los que entren aquí…
Es
la escalofriante frase de apertura de la novela «American Psycho» en la que
Bret Easton Ellis nos arrastra al corazón vacío de una sociedad decadente,
obsesionada con el dinero y el estatus. Y entran insaciables, sedientos,
cincelados de ambición y de poder, cueste lo que cueste, al libertinaje, a un
laberinto del que jamás se sale. ¿El precio? Arrebatar la esperanza de los
Virgilios, de los poetas, de los idealistas, del pueblo.
Decir
que Venezuela se arregló cuando nuestros niños mueren al nacer [tenemos la
tercera tasa de mortalidad más alta del continente, 25 muertes/1000]; cuando
los hijos de la patria registran los más altos niveles de desnutrición, cuando
la deserción escolar es el pan de cada día y nuestros hospitales no pueden
atender enfermedades renales, nuevas manifestaciones de polio o malaria, o
mucho menos Covid o trasplantes, lo que queda, parafraseando a
Pocaterra y sus cuentos grotescos [Memorias de un Venezolano de la
Decadencia], es soledad, es anomia…errantes en el camino, sin pena,
ni gloria, ni infamia…
Dos
Venezuela: Una que escapa y muere en el tapón del Darién. Otra que ‘muere’ por
una buena cena. Una víctima de coyotes, fraude y trata de personas, de codicia
y violencia, otra que sube al Humboldt y enciende Ávila en noches de
fastuosidad y desenfrenos. Una que cabalga, otra que va en Ferrari; una que se
come un cable, otra que no come nada; una que no gira la mirada a los
miserables, canta y baila al son de Wisin y Yandel, otra que queda ignorada
y abandonada al retumbar de sus miedos y sus entrañas…Una que se va y otra que
se queda, cuando ambas quedan atascadas en el limbo, en el averno, en el
abismo.
Pero
llegará Beatriz, la representación del amor, quien cogió a Dante de la mano y
se lo llevó al paraíso. Un amor ardiente que mueve el sol y las demás
estrellas, que nos rescatará del laberinto y contrario a Ulises, nos regresará
a casa…Abandonen la esperanza todos aquellos que entran a la
perdición, “pero os advierto [Dante] que vuelve afuera, aquel que atrás
mirase…”
Quienes
han vivido tras las rejas -sean de barro o sean de oro- todos llevamos dentro
de nosotros-al decir de Keane, “una chispa de infierno, de purgatorio y
paraíso”. Ese paraíso será la otra Venezuela, sí y sólo sí, aprendemos del dolor
propio y ajeno…porque [Alighieri], “quien sabe de dolor, todo lo sabe…y no hay
mayor dolor que recordar la felicidad en tiempos de miseria.”.
Pues
nada, mirad el Darién y mirad atrás. Éramos felices… Y volveremos a serlo, si
nos duele la miseria de Dante y de Virgilio…si nos duele el sufrimiento
del pueblo, en el infierno…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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