Versión Final 08 de agosto de 2022
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Datanálisis vaticina un crecimiento de 12%
de la economía al cierre de 2022, y Ecoanalítica dice que el flujo de caja de
Pdvsa puede rebasar un incremento de 141%
Vendedores cuentan billetes del antiguo cono monetario (Bolívar Soberano), el 22 de octubre de 2021, en Caracas (Venezuela). Un día, el bolívar y el dólar fueron una extraña pareja en las calles de Venezuela, pero hoy, con un mes de vida, el nuevo bolívar digital -nacido de la tercera reconversión monetaria en este siglo- es un gran desconocido para la mayoría de los ciudadanos, que ya se han acostumbrado al reinado casi absoluto de la divisa estadounidense.
Ya se
sabe que el PIB en Venezuela cayó 80 % en desde 2013 hasta fines del año
pasado. A partir de septiembre de 2017, el país entró en una virulenta
espiral de hiperinflación, que recién se detuvo en enero de este año,
siendo la más alta y dilatada en el tiempo de la región.
A la
par, la dolarización de facto. El gobierno de Nicolás Maduro aplicó una serie
de tenazas, entre ellas, llevó a 100% -en su momento- el
encaje legal para la banca, y logró doblar la rodilla finalmente a la
inflación.
¿Venezuela
se arregló? No. Está muy lejos de ello, pero sí se ha verificado una
cierta recuperación en el foso. Datanálisis vaticina un
crecimiento de 12% de la economía al cierre de 2022, y Ecoanalítica dice
que el flujo de caja de Pdvsa puede rebasar un incremento de 141%,
dados los altos precios del petróleo, producto de la guerra entre Rusia y
Ucrania, reseñó Banca y Negocios.
Pero
no todo el mundo está tan bien. La encuesta Encovi 2021 refleja 95% de pobreza,
y 76.6% de pobreza extrema. Es un crecimiento en el foso, manchado por
terribles desigualdades.
Roberto
Briceño León es sociólogo, investigador y profesor
universitario. Dirige el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV). Y ha sido
admitido en la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL) recientemente.
Banca
y Negocios conversó en exclusiva con el experto para desentrañar
este fenómeno de crecimiento y desigualdad, que parece acentuar las diferencias
en la golpeada sociedad venezolana.
“Son
pequeños pasos, como devolver el Sambil La Candelaria; es algo
simbólico. Esa sensación que está allí produce una mejoría, que todavía es
ínfima. Esta especie de pequeño crecimiento produce exclusión y desigualdad
social”, expresa Briceño León.
Para
ser más específicos, avanza el académico, produce micro desigualdades sociales.
Pero, ¿Cómo es esto? “Si la economía cayó 80% en los últimos 8 años es una
contracción inmensa. Es alguien que antes ganaba 100 bolívares, y de pronto
empezó a ganar 10 bolívares, pero ahora –con esta pequeña alza- gana 15
bolívares”.
¿Qué
significa eso? Briceño León lo explica así: “El salario que podía estar en 7
dólares hace 2 años, ahora está entre 25 y 30 dólares. ¿Y qué hace una
persona con 30 bolívares al mes?”, se cruza de brazos.
Cuenta
que un profesor universitario del más alto escalafón ganaba hasta 20
dólares al mes. Hoy en día está ganando entre 200 y 250 dólares al mes.
¿Hay una mejoría? “Claro que sí. Ahora, ¿Qué son 200 dólares al mes? Eso no
da para nada”.
“En el
Observatorio Venezolano de la Violencia hicimos una encuesta
recientemente: una quinta parte de los hogares recibe remesas. De
ese 20%, el 10% las recibe mensualmente; el resto cada dos meses o tres,
variablemente. Todos los segmentos mandan remesas. A todo nivel social”,
desemboca en un tema crucial para el gobierno.
Mandan
los obreros, los campesinos, pero también los profesionales. “Todo el mundo
–quiero decir- es clase media y pobres. Los profesores universitarios viven de
los hijos que han emigrado”, apunta el entrevistado.
Y pone
un ejemplo: “Una familia clase media que vive en Los Ruices. Hay una pareja de
señores que tiene una hija afuera que le manda 100 dólares mensuales. Y una
vecina no recibe remesa alguna. La diferencia es abismal. Uno come
carne y otro no. Uno come pollo y el otro no. Eso mismo sucede en Petare”.
Ahora
bien, ¿Por qué Briceño dice que hay algunas mejorías?
“Bueno,
las escuelas de Petare están cobrando una mensualidad de 50 dólares. Eso es una
platica muy importante para alguien de Petare. Ahora, esa persona puede ser que
gana 200 dólares y tiene una hija, le pagan la escuela. ¿Qué sucede con la
mejoría que hay allí? La sacó de la escuela pública y la escuela privada le da
mejor educación, la maestra buena que estaba en el colegio público se
va al colegio privado. Pero quien no tiene esos 50 dólares queda excluido”,
topa con la otra cara de la moneda, literalmente.
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