Fernando Luis Egaña 18 de noviembre de 2022
La
fulana narrativa para supuestamente explicar la destrucción política, económica
y la catástrofe humanitaria de la «llamada revolución», se puede comprimir de
esta manera:
En el
siglo XX, Venezuela fue víctima de una sucesión de gobiernos rapaces que se
robaron la riqueza petrolera y dejaron a la nación consumida en la más
extrema pobreza. Esto impulsó la insurgencia de Chávez y el militarismo
como la alternativa socio-política a los horrores del pasado. Punto y
«full stop».
Tal
narrativa es compartida y comunicada hasta el cansancio. He leído innumerables
textos, reportajes y artículos, de opinadores influyentes en el exterior, que
fundamentan sus opiniones en las premisas apocalípticas sobre el siglo XX.
Algunos vienen un par de días a Caracas, conversan con tres o cuatro intelectuales, que más o menos son incapaces de entender nada en perspectiva histórica, y se dedican a reforzar la fulana narrativa.
Dentro
del país esa narrativa aún prevalece. La frivolidad y superficialidad de muchos
medios han colaborado para consagrarla. Muchos de esos medios fueron
exterminados, pero no así la profunda distorsión que ayudaron a crear, como si
los discursos oficialistas fueran verdades bíblicas.
La
última gran obra del inolvidable Manuel Caballero: «Historia de los
venezolanos en el siglo XX«, es un esfuerzo intelectual de marca mayor, en
el que se valoran los activos y pasivos del historial venezolano. Con crudeza y
honestidad. Su hermano de toda la vida, el laureado poeta Rafael Cadenas, ha
sido y es el legatario de esa valoración equilibrada y verdadera.
Ramón
J. Velásquez, venezolano de larga data en la vida pública, sostenía que los
«militares eran el factor permanente de la República»… Cuando por fin se logró
establecer la República Civil, durante la segunda mitad del siglo XX, el militarismo
se convirtió como un virus que no podía aflorar en las épocas progresistas de
la Democracia, pero cuando ésta, por muchas malas razones se debilitó en su
sistema inmunológico, por así decirlo, irrumpió con una fuerza que muchos no
pudieron imaginar.
Pienso
que debemos tener esa perspectiva histórica de la democracia y sus enemigos, y
más allá de sus logros y fracasos en su etapa crítica. Con humildad no tengo
problema alguno en reconocer o criticar los gobiernos democráticos de
Venezuela. Es más, son el pedestal, precario y todo, para salir de esta
tragedia con el valor y compromiso de las nuevas generaciones.
La
fulana narrativa se nutre de la mentira: de la «abolición de la historia» como
denunció Caballero. Quiénes pensamos de manera diferente, en especial por
nuestras experiencias buenas o fallidas, tenemos el desafío de
sobreponernos a nuestros legítimos, acertados y polémicos criterios, y hacer
causa común, hasta donde sea posible, para que los nuevos venezolanos se animen
en nuestra lucha para la reconstrucción de Venezuela.
Fernando
Luis Egaña
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