Editorial El Espectador 13 de noviembre de 2022
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Armando
Benedetti, mano derecha de Gustavo Petro durante la campaña presidencial y
ahora embajador de Colombia en Venezuela, ha mostrado una preocupante cercanía
con el chavismo y la dictadura de Nicolás Maduro. En lugar de actuar como un
diplomático prudente, defensor de la democracia y conocedor de la relación
compleja con el país al que fue a representarnos, el embajador no pierde
oportunidad para hablar mal de la oposición a Nicolás Maduro y restarles
importancia a los crímenes de lesa humanidad de la dictadura. Si hay sospechas
de que el Gobierno de Gustavo Petro oculta afinidades profundas por el régimen
autoritario, el embajador es una de las principales razones.
Hablando con el medio Efecto Cocuyo y refiriéndose a Juan Guaidó, líder opositor, Benedetti dijo: “Cuando yo llegué aquí a Caracas yo dije que vi que él no era nadie. Y como siempre me pareció un pendejo, no ahora, sino de cuando era senador”. Después de que se armara un escándalo, el embajador ofreció una disculpa no disculpa, con un desdén retórico que hace evidentes sus preferencias políticas: “Si hay que pedir excusas a la oposición, se piden y al mismo Guaidó. Es una mala forma de expresarme”, dijo. De diplomacia, poco.
El
ataque a Guaidó y a la oposición venezolana no es ni siquiera la declaración
más preocupante del embajador en la charla con Efecto Cocuyo. “No
quiero defender a Maduro”, dijo, “pero en mi país, Colombia, hay más
violaciones de derechos humanos que en Venezuela”. ¿Quiere decir entonces que
el embajador colombiano en Venezuela cree que la Corte Penal Internacional
debería abrir un proceso contra nuestro país, así como lo ha hecho contra el
régimen de Maduro? ¿Cree, acaso, que los hallazgos terribles de la Oficina del
Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU sobre ejecuciones
extrajudiciales y persecución a la oposición política en Venezuela no merecen
protestas? ¿Y ve el embajador en el sistema judicial cooptado, en la Asamblea
Nacional Constituyente chavista y en las elecciones cuestionadas a escala
internacional un motivo de orgullo, comparable con lo que ha ocurrido en
Colombia?
El
Gobierno Petro está haciendo un acto de balanceo delicado al reabrir relaciones
diplomáticas con Venezuela, pero al elegir embajador parece haber privilegiado
un político experto en la retórica tirapiedra, poco hábil para reconocer la
complejidad de su cargo. Es eso o en realidad el Gobierno considera que la
dictadura de Maduro merece todos esos apoyos velados que está enviando nuestro
representante en ese país. Lo que sería extraño, pues hace poco, en Caracas, el
presidente Petro aprovechó para hablar de democracia y hacer exigencias al
régimen.
El
embajador debe recordar que ya no está en campaña política ni en el Congreso de
la República, que su rol es representar al Estado colombiano y los valores que
defiende nuestra Constitución. Su labor, que es esencial en la estrategia de
política exterior del Gobierno, no puede asumirse de manera tan errática.
Tomado
de: https://www.elespectador.com/opinion/editorial/un-embajador-poco-diplomatico/
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