Mario Szichman 15 de mayo de 2015
El chavismo se llevó todo lo que no está
atornillado al piso. Exministro de Chávez dice en The New York Times que el
país ha sido saqueado “como en la época de la conquista” española, “cuando el
oro y la plata eran robados por toneladas”. El diario neoyorquino detalla
transacciones que permitieron a funcionarios y sus compinches robar a los
venezolanos decenas de miles de millones de dólares. Ninguno está preso. El
presidente Maduro tiene una explicación más sencilla: la oposición y sus
secuaces fabrican colas para inventar la escasez
“Es escandaloso”, declaró a The New York
Times Víctor Álvarez, un economista de izquierda y ex ministro durante el
gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez Frías: Venezuela ha sido saqueada
“como en la época de la conquista” española, “cuando el oro y la plata eran
robados por toneladas”.Álvarez no estaba haciendo alusión a los gobiernos de la
Cuarta República, sino al presidido por Chávez y ahora por Nicolás Maduro.
La nota del periódico neoyorquino no
tiene desperdicio al describir cómo la fortuna de los venezolanos fue
dilapidada durante los gobiernos de la Revolución Bolivariana. Buena parte de
los saqueos se registraron durante la época en que Chávez condujo los destinos
de la nación directo hacia el abismo. He aquí algunos datos oficiales, para
solaz de las generaciones futuras:
– Una empresa venezolana importó equipo
agrícola, entre ellos, máquinas para sacar los granos de maíz de las mazorcas.
Cada máquina, de acuerdo a la empresa, costaba 477.750 dólares, aunque el
precio en el mercado era de unos 2.900 dólares.
–Otra compañía adquirió equipos para
matar y destripar pollos a un costo total de 1,8 millones de dólares. Cuando la
policía investigó, descubrió que los equipos “eran un amasijo de chatarra
oxidada”.
–Un empresario recolectó 74 millones de
dólares para llevar aVenezuela productos químicos y otras mercancías adquiridos
en el exterior. “Pero no envió casi nada a cambio”.
–La firma de consultoría Ecoanalítica,
dijo que entre el 2003 y el 2012, durante todo el gobierno de Chávez, “unos
69.500 millones de dólares fueron robados del erario público a través de
fraudes a la importación”.
–Un 20 por ciento de las importaciones
fueron hechas por “empresas privadas” que eran tan inexistentes como las 13
millones de firmas que recaudó Maduro para defender a siete funcionarios
acusados de violar los derechos humanos y faltar a sus deberes. Por otra parte,
un 40 por ciento de las importaciones concretadas por agencias del gobierno y
compañías administradas por el estado “fueron fraudulentas”.
–La ex presidenta del Banco Central,
Edmée Betancourt, dijo que unos 20.000 millones de los 59.000 millones de
dólares destinados a importar productos en el 2012 (cuando todavía gobernaba
Chávez) “desaparecieron a través de transacciones fraudulentas”.
La mano negra de los funcionarios y
enchufados chavistas tendió sus tentáculos hacia el exterior, inclusive rumbo
países de gobiernos amigos, como el de Ecuador.
“La escala” de las estafas, señaló The
New York Times es “mind–boggling,” alucinante, y “ha creado distorsiones en la
economía regional”. En Ecuador, fiscales acusaron a tres empresarios
venezolanos de usar una serie de “Shell companies,” (empresas fantasmas) para
recibir unos 74 millones de dólares en embarques hacia Venezuela entre 2012 y
2013, con precios inflados. En otros casos, la mercancía no existía.
El fraude, indicó el diario, “contribuyó
al colapso de un banco ecuatoriano, que informó de pérdidas por decenas de
millones de dólares”. La fiscalía ecuatoriana ha denunciado otras exportaciones
fraudulentas a Venezuela en que estuvieron involucradas varias compañías. El
fraude asciende a unos 150 millones de dólares.
Jesús Faría, un chavista, integrante de
una comisión investigadora destinada a examinar las importaciones dolosas y
miembro de la Asamblea Nacional de Venezuela, dijo que habían sido descubiertas
más de 250 compañías que habían violado la ley, en tanto la oficina del fiscal
general “debe investigar y evaluar a centenares de empresas”. ¿Qué ha ocurrido?
Faría lo explica mejor: “No he visto que hayan sancionado una sola de esas
compañías”.
Otro caso es el de Panamá, donde
exportadores que trabajan en la zona franca facturaron embarques a Venezuela
por 1.400 millones de dólares. Según The New York Times, funcionarios panameños
dijeron que de ese total, 937 millones de dólares eran una completa patraña.
Las compañías habían cobrado por productos inexistentes.
Hasta ahora, de acuerdo al periódico,
solo existe un caso en que la fiscalía venezolana metió en la cárcel por actos
indebidos a un alto funcionario de la agencia de control de cambios, Francisco
Navas.
El ex funcionario fue acusado en el 2013
de lavado de dinero y de conspiración. Según la fiscalía, aceptó sobornos a
cambio de autorizar el pago por millones de dólares a empresas que se dedicaban
a importar mercancía imaginaria. Un alto funcionario de la agencia dijo que
Navas cobraba el equivalente a 46 centavos por cada dólar aprobado.
Alonso Medina, abogado de Navas, dijo
que su cliente es un chivo expiatorio, usado por las autoridades venezolanas
para demostrar su empeño en combatir la corrupción.
En la Venezuela actual, solo existe una
clase de funcionarios públicos: los incorruptibles. Algunos se incorporan luego
a la categoría de corruptos, pero solo cuando abandonan el gobierno o pasan a
ser testigos protegidos del departamento de Justicia de Estados Unidos.
Es el momento en que sufren otra
transformación bipolar: todos ellos se convierten en chivos expiatorios para
las autoridades norteamericanas, y en traidores a la Revolución Bolivariana
para los que continúan siendo incorruptibles. Al menos por un rato.
Entre tanto el presidente de Venezuela,
como Diógenes con su linterna, sigue buscando a quien hacer responsable de todo
el desmadre. Maduro tiene una sencilla explicación para la actual debacle que
sufre el país: Venezuela se ha convertido en un enorme espejismo.
Las colas son un invento mediático, o de
grupos opositores enrolados en la guerra económica. Según explicó, grupos
infiltrados “de gente corrompida” ponen a la gente hacer cola frente a los
supermercados y cadenas de farmacias, mientras en el interior de los negocios,
todo está vacío de personas, y repleto de productos.
Seguramente todo lo que dice el
presidente es cierto. ¿Qué gana con mentir? Recuerdo que hace 60 años, en la
Argentina, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se libró otra
guerra económica “contra el agio y la especulación”.
Perón insistía en que los agiotistas
participaban en una inexistente campaña de desabastecimiento. A cada rato el
Canal 7 de televisión, el único canal en ese momento, y además oficialista,
sacaba a la calle a sus reporteros, y entrevistaba a agiotistas arrepentidos
que confesaban ante las cámaras su participación en la inexistente campaña de
desabastecimiento.
Generalmente, al concluir su confesión,
el agiotista arrepentido decía: “Mi propósito era incitar a la canalla a
celebrar con champán”, mientras se golpeaba el pecho. La canalla era el
equivalente de los escuálidos, que celebraban con el espumante sus éxitos al
crear una escasez imaginaria.
De todas maneras, la inexistente y permanente
escasez llegó a la Argentina para quedarse. Todavía hoy la canalla sigue
celebrando con champán . Posiblemente, algo parecido ocurra en Venezuela. Y el
bochinche seguirá hasta la estampida final.
Por cierto, el último que huya no
necesita apagar la luz. De eso ya se ha encargado de hacerlo el ministro del
Poder Popular para la Energía Eléctrica, y presidente de CORPOELEC, Jesse
Alonso Chacón Escamillo.
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