Luis Manuel Esculpí 11 de mayo de 2015
Siempre me ha parecido aburrido el
ceremonial propio de las premiaciones. A pesar de la afición por el cine nunca
he visto la entrega de los Oscar completa, ni la de los Globos de Oro. Lo mismo
con los Goya o los Grammy, aunque en los últimos años venezolanos han sido
nominados y galardonados. En nuestro país se conocen los ganadores de los
Nobel, en la medida que se anuncian, pero no se transmite la ceremonia de
entrega, supongo porque no poseen el rating de los otros, de ellos el más
difundido fue el otorgado a Gabriel García Márquez quien lo recibió trajeado de
liki liki y pronunció su famoso discurso: "La Soledad de América
Latina" siendo ampliamente difundido por los medios venezolanos.
Las únicas ceremonias de premiación a
las que asistí complacido fueron las escolares, y comparecía no solo por
cumplir con nuestro deber paterno. Las deportivas tenían la virtud de ser
breves, no así los actos inaugurales de los campeonatos del béisbol menor. Los
de "bandas secas" eran totalmente distintos, el otorgamiento de
medallas y los ascensos jerárquicos requerían permanecer sentados por más de
tres horas mientras se desarrollaba el extenso ritual.
El miércoles pasado hice una excepción
con motivo de la premios Ortega y Gasset otorgados por el diario El País, a
primera hora de la tarde nos dispusimos a seguir la transmisión en vivo por
internet, ya que ningún canal venezolano lo trasmitió y muy pocos medios
nacionales lo reseñaron. Operó en Venezuela nuevamente el cerco mediático, la
censura y la autocensura. La prensa internacional lo cubrió dándole la
importancia y trascendencia merecida al acto.
Coincido con muchos amigos que, al
conocer los premios, destacaron la significación del otorgado a Tal Cual,
asediado por el régimen a través de la persecución judicial , las multas,
inspecciones, y la presión a los anunciantes y empleando todo tipo de artilugio
para tratar de impedir que siga hablando como lo indica su slogan: “Claro y
Raspao”. Objetivo que no han logrado ni lograrán. Recientemente, con la edición
aniversario se regularizó el semanario impreso, manteniendo la frecuencia
diaria en el medio digital. Igualmente subrayaron que el veredicto del jurado
-por unanimidad- destacara la trayectoria y evolución de Teodoro como símbolo
de la resistencia democrática.
Decidí escribir después de ver la premiación
porque no era difícil imaginar, siendo Felipe González quien recibiría el
premio, dada la imposibilidad de Teodoro de viajar a Madrid por la prohibición
de salida del país, le concedería al acto especial connotación. Si le añadimos
el hecho -no lo sabíamos antes- que el orador de orden sería Mario Vargas
Llosa, el evento cobraría trascendencia y repercusión mundial, lo que
efectivamente sucedió. Los discursos pronunciados por ambos personajes
resaltaron merecidamente el recorrido vital de Teodoro, su lucidez, coraje,
capacidad autocrítica, disposición para la acción y voluntad democrática.
Somos testigo de la evolución del
pensamiento, del proceso de rectificación de Teodoro y de su capacidad para
actuar durante varias décadas. Aún recuerdo, después de la fuga del San Carlos,
se me encargó "montar " una reunión con una parte del aparato
clandestino de la juventud para prepararnos a actuar en la futura legalidad,
donde asistiría "El Catire". Eso no fue informado a todos los participantes,
solo dijimos que un miembro del Buró Político participaría sin decir quien.
Adoptamos todas las medidas de seguridad del caso. Le pedí la casa a un
compañero ya fallecido, quien cometió el error de no participarle a su esposa
las características de la reunión, ya que él no participaría. Como estaba
previsto Quintín, no recuerdo si aún utilizaba ese seudónimo, fue el último en
llegar, con sombrero, pelo teñido y camuflaje. Cuando estábamos a punto de
comenzar se presentó la dueña y al ver un grupo numeroso y desconocido le entró
una crisis de nervios y alarmada me interpeló. Tuvimos que suspender la reunión
y organizar la salida, Teodoro fue el primero en hacerlo, de acuerdo a las
normas de seguridad, y me quedé calmando a la camarada conocida pues habíamos
militado en el mismo liceo. Tiempo después se efectuó la reunión sin
imponderables.
A partir de esta anécdota vivimos
intensamente el debate en el seno del PCV que dio origen al MAS, solo tuvimos
en común con "Los Premios", la novela de Cortázar, el
"embarcarnos" en un mismo proyecto de la izquierda democrática, entre
encuentros y desencuentros, durante todo ese tiempo cultivamos una entrañable
amistad en las "malas y las buenas". Cuando el MAS apoyó a Chávez
pronunció la frase premonitoria "los espero en la bajadita", luego
nos informó su disposición a renunciar a la organización que había contribuido
decisivamente a fundar, lo haría con una escueta esquela "de dos líneas”,
afirmó, y así lo hizo. Al tiempo descubrió la pasión por el periodismo a partir
de la dirección de El Mundo. Cuando salió de ese rotativo se apoderó de él la
idea de fundar un diario, realizó muchas conversaciones, sorteó variadas
vicisitudes, surgiendo al fin Tal Cual con aquel titular impactante “Hola
Hugo”. Por todo ello hoy también quiero testimoniar mi reconocimiento,
complacencia y satisfacción por el premio al compañero y amigo de siempre.
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