Por Leonardo Morales
La MUD terminó siendo el
partido que agrupa a todas o casi todas las organizaciones partidistas
democráticas de Venezuela; la no concurrencia de los partidos con sus tarjetas
en las pasadas elecciones parlamentarias trajo como consecuencia la
desaparición de muchos ellos, hecho que se hará más notorio cuando tengan que
cumplir con los absurdos requerimientos –uno de tantos– que impuso el TSJ para
la renovación de los partidos políticos. De tal modo que, por lo pronto, el
país cuenta con dos partidos claramente establecidos: la PSUV que representa a
los sectores autocráticos y que sirve de precario sostén de la dictadura de
Maduro, y la MUD que agrupa a los sectores democráticos.
En su breve existencia, la
MUD ya ha cosechado importantes avances en la lucha democrática: con Ramón
Guillermo Aveledo se concurrió unitariamente a un proceso electoral y,
finalmente, con Chuo Torrealba, como Secretario Ejecutivo, se reedita un gran
acuerdo nacional que le permite obtener las dos terceras partes de la AN.
Los éxitos de la MUD no solo
desagradan al gobierno, también dentro de sus integrantes tales avances se
convierten en un obstáculo para sus intereses.
En la MUD muchos
venezolanos, seguramente la mayoría, han depositado su representación política,
no para que defienda los intereses particulares de algunos sino el interés
general del país. Desde allí se aspira alcanzar a una salida democrática,
pacífica y electoral que devuelva a los venezolanos la posibilidad iniciar un
proceso de recuperación nacional en todos los órdenes.
Diálogo estigmatizado
La asistencia a un diálogo
entre gobierno y oposición ha servido para agitar las difíciles relaciones
entre los distintos actores que hacen vida en la MUD. Queda claro que para
muchos ese espacio se ha convertido en una camisa de fuerza para el desarrollo
de su política, pero la realidad de su importancia en la sociedad no les ha
dejado otro camino que someterse democráticamente a sus decisiones.
El anuncio de los resultados
del dialogo azuzó a algunos sectores e individualidades de la MUD ha actuar
como batallón de fusilamiento. Cualquiera que hubiera sido el resultado del
diálogo, un plan, que compite con el gobierno, para destruir a la MUD, estaba
preparado; la sra. Machado y los “mariacorinos” de las redes sociales
dispararon y disparan frenéticamente para intentar acabar con la MUD.
Es una visión que entiende
la política como existencial, profundamente antagonista, donde el adversario,
devenido en enemigo, ha de ser liquidado físicamente si fuera necesario. Esta
idea desarrollada por el jurista nazi Carl Schmitt, en su planteamiento
amigo-enemigo, poco dista de aquella abominable expresión “Voy a freír en
aceite la cabeza de los adecos.”
La MUD ha actuado
responsablemente al pretender superar los antagonismos extremos que el gobierno
ha venido acentuando con las decisiones de los poderes sometidos a sus
intereses. Aquellos han tratado, sigilosamente y sin abandonar sus convicciones,
de convertir una posible confrontación existencial en una agonal, donde las
reglas establecidas o que puedan diseñarse, acorde con las dificultades
presentes, sirvan a los intereses del país y no de particulares.
La organización democrática,
sin estridencias ni desplantes populistas y efectistas, no ha cejado ni un
instante en los propósitos que interesan a los venezolanos. Quienes de estos
objetivos disienten tienen el derecho a expresarlo, de actuar según sus
intereses y su visión de la política, pero resulta repugnante verlos
mimetizados en la oscuridad.
19-11-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico