Papa Francisco 12 de noviembre de 2016
Santo
Evangelio según San Lucas 18,1-8
La
parábola de la viuda y el juez injusto: En aquel tiempo, Jesús
enseñó a sus discípulos con una parábola,que era necesario orar siempre sin
desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le
importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él,
diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a
Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré
justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”. Y el Señor dijo:
"Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus
elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que
en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del
hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?. Palabra del Señor.
Reflexión
del Papa Francisco
Jesús
invita a orar sin cesar, relatando la parábola de la viuda que pide con
insistencia a un juez inicuo que se le haga justicia. De este modo, Dios
hace y hará justicia a sus elegidos, que gritan día y noche hacia Él, como
sucedió con Israel guiado por Moisés fuera de Egipto.
Cuando
Moisés clama le dice: "He sentido el llanto, el lamento de mi
pueblo". El Señor escucha. Y allí hemos escuchado lo que hizo el Señor,
esa Palabra omnipotente: "Del Cielo viene como un guerrero implacable".
Cuando
el Señor toma la defensa de su pueblo es así: es un guerrero implacable y salva
a su pueblo. Salva, renueva todo: Toda la creación fue modelada de nuevo en la
propia naturaleza como antes. El Mar Rojo se convierte en un camino sin
obstáculos… y aquellos a los que tu mano protegía, pasaron con todo el pueblo.
La
fuerza del hombre es la oración y también la oración del hombre humilde es la
debilidad de Dios. El Señor es débil sólo en esto: es débil con
respecto a la oración de su pueblo
El
culmen de la fuerza de Dios, de la salvación de Dios está en la Encarnación del
Verbo. El trabajo de todos los sacerdotes es precisamente llamar al corazón de
Dios, rezar, rezar al Señor por el pueblo de Dios. Y los canónigos de San
Petro, precisamente en la Basílica más cercana al Papa, a donde llegan todas
las oraciones del mundo, recogen estas oraciones y las presentan al Señor: este
es un servicio universal, un servicio de la Iglesia.
Ustedes,
Obispos, Cardenales, Sacerdotes y religiosos consagrados, son como la viuda: rezar,
pedir, llamar al corazón de Dios, cada día. Y la viuda no se adormecía
jamás cuando hacía esto, era valerosa. Y el Señor escucha la oración de su
pueblo.
Ustedes
son representantes privilegiados del pueblo de Dios en esta tarea de rezar al
Señor, por tantas necesidades de las Iglesia, de la humanidad, de todos. Les
agradezco este trabajo.
Recordemos
siempre que Dios tiene fuerza, cuando él quiere que cambie todo.
"Todo fue modelado de nuevo", dice. Él es capaz de modelar todo de
nuevo, pero también tiene una debilidad: nuestra oración... (Homilía en
Santa Marta, 16 de noviembre de 2015)
Oración
de Sanación
Mi
Señor, hoy me postro ante tu presencia para suplicarte que me regales la
capacidad de sobreponerme con fuerza en los momentos difíciles y a no
doblegarme hasta ver realizadas tus acciones en mi vida.
Muchas
veces me levanto pensando: "¿por qué no me dirijo con más frecuencia a Ti?
¿Por qué no te rezo más?, ¿por qué no te dedico un buen momento de mi tiempo
para profundizar en mi relación contigo?". Y es que, en la oración, nada
pierdo y mucho gano, pero mi pereza y mis ocupaciones cotidianas, me hacen
olvidar que tengo que tener este encuentro contigo diariamente si quiero que tu
luz brille a través de mí.
Debo
asimilar cuánto antes la importancia de la oración, de saber que tengo que ser
insistente en ella, porque como Padre, siempre estás dispuesto a conceder el
bienestar a tus hijos. ¿Qué de mí sin ella?
Oh
mi Dios, ¿cómo puedo olvidarme de entablar este diálogo Contigo si has
demostrado, a través de tu Palabra, que Tú tienes sed de mi oración? Ayúdame a
orar sin desfallecer sin que me falten las fuerzas y sin desanimarme nunca. Sé
que Tú no dudas en inclinar tu cabeza hacia mí, tu oído está siempre presto a
escuchar a los que te aman y claman por paz y justicia. Que no se fatiguen mis
labios, Padre amado, en la insistente súplica de mi alma.
Quiero
regalarte una oración sincera, una oración guiada por tu Espíritu Santo para
alcanzar todo aquello agradable a tus ojos y que acrecienta mi alma. Tengo la
certeza de que Tú me escuchas, atiendes la llamada de auxilio en mis peticiones
y pones fin a todos mis problemas y angustias ¡Así lo creo! Amén
Propósito
para hoy
Reunirse
en familia y rezar un padrenuestro, pidiendo la restauración y sanación de
aquellos matrimonios rotos o heridos por los vicios e infidelidades
Reflexionemos
juntos esta frase:
"Señor,
tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para
preparar un futuro mejor" (Papa Francisco)
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