Ph.D. Tomás Páez 16 de agosto de 2022
Nosotros
cuya patria es el mundo, como a los peces el mar,
Dante
Alighieri
Europa
es un extraordinario ejemplo del ensanchamiento de la ciudadanía global. No es
el único: Venezuela fue considerada “la octava isla” de Canarias; otro
ejemplo, la Commonwealth de países de habla inglesa. “La Unión Europea se ha
definido desde sus inicios como un proyecto y no como un territorio, se ha
planteado como entidad política y no geográfica, ha delimitado sus confines
luego de haber obtenido un buen éxito en sus negociaciones con candidatos a
adherirse y no sobre la base de declaraciones de principios sobre las
demarcaciones últimas de la civilización europea” (Edgar Morin, Mauro Cerruti).
La “nueva geografía”, por tanto, es transfronteriza, humana y
dinámica.
Una persona nacida en Alemania o España, añade a su nacionalidad la europea entre otras posibilidades, comparte con los nacionales de los 27 estados miembro, un espacio común. Una innovadora manera de pertenencia más amplia e integradora, una original forma de ciudadanía, que interpela e invita al debate alrededor de la estrechez de la noción de Estado-Nación. Los ciudadanos del planeta, no solo los europeos, pertenecen a variados grupos y organizaciones locales y transnacionales, conectados social, cultural, política y económicamente.
La
extraordinaria movilidad de las diásporas, fragua, a su modo, nuevas
geografías. Quienes arriban, más que huéspedes, son parte de la sociedad de
acogida a la cual se integran. La reciente presencia de ciudadanos venezolanos
en todo el planeta suscita innovadoras interrelaciones e intercambios, en todas
las esferas del quehacer humano, con la sociedad receptora. De este modo
adquiere vida la comunidad venezolana global; como ocurre con toda diáspora.
Con
ellas, los países de origen extienden su presencia global; los más de 30
millones de migrantes de la India o los 12 millones de migrantes mexicanos.
Tejen “modernas geografías”, originales “realidades territoriales”, cuyos
límites superan los impuestos en el mapa del Estado Nación. Con la movilidad de
la diáspora se multiplican los encuentros, los intercambios sociales con la
sociedad de acogida y origen y entre las distintas redes en las que participan.
Surgen modernas ciudadanías y, en este periodo de transición digital e Internet
en el cual proliferan los encuentros virtuales, se gesta la ciudadanía digital,
la ciberciudadanía y redes de carácter transnacional y por tanto globales.
La
sociedad venezolana lo ha vivido en carne propia, tras 500 años de historia
como país receptor de migrantes provenientes de todos los continentes. Las
mezclas originan familias de múltiples nacionalidades, descendientes
plurilingües, integrados y aglutinados por el sentido de pertenencia a las
sociedades receptoras y de origen, no escindidos sino unidos. Lo confirman las
hermosas historias de centenares de entrevistas a profundidad e historias de
vida que estamos realizando a migrantes retornados desde Venezuela.
En ese
“territorio virtual global” se entrelazan relaciones, intereses y se producen
intercambios de ideas, proyectos, productos y servicios. Se edifican nuevas
formas de agrupación y trabajo en redes. Ciudadanos con dos y más pasaportes y
múltiples nacionalidades, con permisos de permanencia e irregulares, como lo
señal Amartya Sen, una sociedad “multiidentidad”, “multipertenencia”, así se
alza una nueva venezolanidad. Son venezolanos allí donde se encuentran, viven
en países distintos, geográficamente distantes, con culturas y lenguas
diferentes, pero no dejan de pensar en el país; “Lejos pero no ausente”. Como
nos han dicho en las entrevistas, la venezolanidad, se lleva en el corazón, en
el marco de los nuevos cruces.
El
régimen venezolano ha cancelado el sentido común y en su ignorancia voluntaria,
escinde a los ciudadanos entre los que están dentro y los invisibles, estos
están fuera, los denomina ”lavaretretes”, eso sí, útiles para la publicidad
estruendosa cuando retornan. Quienes están “dentro” tienen “fuera” a sus
familiares y descendientes y ambos están unidos por un “original cordón
umbilical” que los aglutina y conecta. La diáspora impacta la estructura
poblacional y los procesos de planificación y suministro de servicios en el
país de origen, otro motivo del inexplicable e inadmisible silencio del
gobierno.
Esa
ceguera fingida, pues entienden la política como acto de fingimiento, les
incapacita para hacer frente a la nueva realidad, cuya sola presencia en el
mundo es una denuncia y una confirmación de que las ruindades del régimen no
caducan. El servicio exterior concebido para un país de inmigrantes ha sido
utilizado para los fines particulares de los más conspicuos representantes del
gobierno. Lejos de adecuarse a la realidad de una creciente demanda de servicios
de parte de un incesante éxodo, cierran consulados y empeñados como están en
apartar a Venezuela del mundo occidental, de las libertades y la democracia,
acuerdan y negocian con los gobiernos de países con escasa presencia de
venezolanos. El “territorio” y la comunidad global de la diáspora venezolana y
el ejercicio de la diplomacia pública se sitúa en el campo opuesto al del
régimen.
Veamos
otro indicador, otra prueba más de la relación fluida “dentro”-“fuera”, las
remesas que los ciudadanos envían a familiares y amigos “dentro” de Venezuela.
De acuerdo a estudios recientes, la remesas en la región aumentaron 25% en el
año 2021 con respecto al año anterior y en 2022 se estima en 14% el incremento
en relación con 2021. Las remesas impactan positivamente el desempeño del PIB
en los países de acogida y origen y la intensidad de éste depende de las
capacidades, infraestructura y disposición a utilizar este capital humano.
Otros
reconocen la existencia de la diáspora y usan consignas como la tan trillada
“cuando todos regresen”, en las que se confunden deseos con realidad, en el
mejor de los casos, evidencia de una profunda incomprensión del hecho
migratorio. No se trata de acostumbrarse a esa realidad, sino de desarrollar
políticas que estimulen la conexión que ya adelantan las organizaciones
transnacionales en la nueva geografía.
Nuestro
trabajo global con la diáspora y sus organizaciones, en los cinco continentes,
nos ha permitido identificar los principios aglutinantes de su esfuerzo: el
compromiso y amor por el país, el deseo de recuperar las libertades, la
democracia, la dignidad y la institucionalidad y el de ser parte de la
reconstrucción del país en un clima de paz alejado de la tirantez y la
confrontación; un “territorio” que se entrelaza en una compleja urdimbre de red
de redes. Unidos por la esperanza y las expectativas, prefigurando la
ciudadanía futura sobre la base del cruce dinámico de las “identidades”.
Ciudadanos
y organizaciones del reciente “territorio” construyen ágoras virtuales, redes,
comunidades y relaciones de alcance planetario. Relaciones que se desenvuelven
en plataformas, forma de relación e interacción, adecuadas al nuevo entorno
virtual, digital, medio de aglutinar a la “venezolanidad” con independencia del
lugar de residencia. Esta nueva y extraordinaria realidad no puede abordarse
con los enfoques y miradas de ayer o con eslóganes simplificadores de
realidades complejas.
La
migración es un fenómeno poliédrico: desgarramiento y dolor, esperanza, alegría
y nuevas posibilidades y oportunidades. Cada uno lleva consigo sus habilidades
y competencias, sus dolores, su formación previa, gastronomía y gustos, música
y humor, en cada comunidad en la que vive un venezolano allí está Venezuela.
En la
cohesión social y económica de la red global la empresa y el comercio
desempeñan un rol fundamental. En el intercambio de conceptos, bienes y
servicios, surgen los acuerdos entre proveedores, distribuidores, la producción
y el consumo, la difusión tecnológica, la creación de riqueza y empleo. Por
ende, una pieza medular de esa urdimbre de la estrategia de gobernanza global
el emprendimiento, el cual requiere de un decidido compromiso del liderazgo del
sector privado; empresas y gremios empresariales profesionales están llamados a
ocupar un lugar preponderante. En nuestro estudio hablamos de las tres “E” una
de ellas, el importante porcentaje de emprendedores que caracteriza a la
diáspora venezolana. Emprenden en los sectores “formal” e “informal” de la
economía, además, se desempeñan como trabajadores por cuenta propia.
Los
empresarios y los gremios son conscientes de la importancia estratégica de
construir redes, de favorecer la creación de la comunidad empresarial global,
de una comunidad de negocios planetaria, que ya anuncian las organizaciones de
la diáspora, líderes de la red global. La comunidad global facilita la
movilidad y conectividad exigida por las empresas y el mercado. Las redes y
plataformas establecidas por las organizaciones son el embrión del modelo de
comunidad global. Solo pensemos en el aumento de la demanda de productos y
servicios asociados a cada diáspora: arroz, harina, queso, vinos, ron, gofio,
garbanzos, bacalao, pulpo, atención médica.
Los
más de 7 millones de “embajadores” reales, ejercen la diplomacia pública y se
conectan y cohesionan alrededor de sus respectivas áreas de trabajo
estableciendo vínculos flexibles, ágiles y en permanente movimiento. Su
carácter transnacional le permite operar globalmente, en espacios más amplios
que el territorio que habitan.
La consolidación
de la comunidad global, cuyo desarrollo se ha sustentado en la CONFIANZA Y LA
CREDIBILIDAD, requiere del liderazgo de la sociedad civil y del sector privado,
en medio de la incertidumbre resultado de un mundo siempre cambiante. La región
ha visto crecer la movilidad de las personas, muchas diásporas coexisten en el
continente ensanchando las oportunidades y posibilidades de desarrollo y
crecimiento, que no es recomendable desperdiciar o desaprovechar.
La
producción en red, en varias ciudades y países, hace posible encontrar en cada
uno de ellos a ciudadanos venezolanos que facilitan la internacionalización de
las empresas, el acceso a proveedores, establecimiento de alianzas y acuerdos
de cooperación financiera, tecnológica y de mercado y de este modo todos se
benefician. La reconstrucción de Venezuela no pasa necesariamente por producir
y trabajar en los límites del Estado Nación, el concurso de los venezolanos de
la “nueva geografía” hace y hará una importante contribución a ese urgente y
necesario proceso.
Ph.D.
Tomás Páez
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