Son las organizaciones políticas, identificadas con la izquierda, las que han captado el interés de los medios de comunicación en Venezuela, especialmente a raíz de la crisis electoral que siguió al 28-J. Me ha llamado la atención la jugada, no puedo ignorarlo. Y una cosa que me pregunto es ¿Qué responsabilidad tiene la izquierda en el descalabro que estamos viviendo?
No estamos en la década del 60, ni tenemos a un representante de la talla de Teodoro Petkoff, que no era sólo militante, un guerrillero, sino un pensador de gran valía. Su libro “Checoslovaquia, el socialismo como problema”, fue denunciado por Leonid Brézhnev, el todopoderoso secretario general del Partido Comunista de la extinta Unión Soviética. Pero influyó, con acento marcado, en los que se denominó el Eurocomunismo, particularmente en Francia e Italia.
Ahora, los conflictos no son necesariamente de clases. Y, por tanto, el sujeto de la revolución no son los obreros, ni el motor de búsqueda del poder, el leninismo al estilo soviético.
Nada de eso. En Venezuela, Chávez nos retrotrajo al siglo XIX, al liderazgo caudillesco y mesiánico. Todo un aporte a lo que sería la película Volver al Futuro, en clave latinoamericana, con un personaje estelarísimo: el Mocho Hernández. No es de gratis la precariedad de los partidos políticos. El país está esperando la reflexión que le debe la izquierda. Sus dirigentes y muchos militantes, se plegaron a la política personalista de Chávez, vieron impasibles la destrucción de la institucionalidad y guardaron silencio cuando el líder supremo apeló a la violencia para resolver asuntos políticos de gran calibre. Ahora quieren pasar liso, pero boquean como un pez sacado del agua.
Quien habla es Juan Carlos Pérez-Toribio*
¿Cuál ha sido el papel de la izquierda en los últimos 25 años?
La izquierda va a tener que entender que el proceso bolivariano era Chávez únicamente. Para Chávez, la política era algo épico. No escatimó ni en el lenguaje, ni en la retórica, ni en la institucionalidad, ni en la estrategia que, de alguna manera, tenía que ver con el gradualismo de Gramsci: la Asamblea Constituyente, el bloque histórico, una serie de cosas que le compró a quienes, en ese momento lo asesoraban, en tres cosas que eran muy distintas: Heinz Dieterich, el Socialismo del Siglo XXI; Norberto Ceresole, el caudillo y el pueblo; y William Izarra, el gradualismo de Gramsci. Chávez concebía la política como en el siglo XIX. Entonces, cuando la izquierda se dé cuenta de que Teodoro Petkoff tenía razón cuando le dijo al MAS, el partido que fundó, “los espero en la bajadita”, van a tener que sacar cuentas. Ojo, estamos hablando de la izquierda de inspiración marxista. Pero el marxismo ha dado una vuelta increíble en el siglo XXI.
Ha corrido mucha agua bajo el puente y muchos se ubican, precisamente, en el siglo XIX.
Esto hay que verlo de otra forma. El Grupo de Puebla, donde están algunos expresidentes de gobierno: Alberto Fernández, José Luis Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper y Leonel Fernández, entre otros, habla de promover políticas gubernamentales progresistas. Eso es todo. Ellos no entran a analizar los problemas como los que tuvo el PSOE español con el tema de la dictadura del proletariado. O el pasado guerrillero que estremeció a América latina. En realidad, actualmente, se teoriza muy poco. De hecho, el PSUV no teoriza nada. Entonces, Chávez se ubica en el siglo XIX con el árbol de las tres raíces (Simón Rodríguez, el bolivarianismo y Ezequiel Zamora, personaje indiscutido de la Guerra Federal), pero eso lo abandona para fundar el Movimiento Quinta República. Chávez copió hasta el lenguaje del siglo XIX, la oligarquía (de la que hubo poco o nada en Venezuela). De alguna manera, Chávez echó para atrás la política de partido que nosotros habíamos tenido. Para asumir un liderazgo sumamente personalista.
El señor Juan Carlos Monedero mencionó el hiper liderazgo, como un problema del proceso bolivariano.
Si dijo eso, tenía razón. Dieterich terminó peleando con José Vicente Rangel. Precisamente, en diciembre de 1998, se presenta a la elección presidencial el Polo Patriótico. Ahí, se divide el MAS, Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez abandonan la militancia en ese partido. Petkoff ya se había separado del PCV, a raíz de su desacuerdo con la invasión de la Unión Soviética a Checoslovaquia. 2005 es un año muy importante, y aquí volvemos a Petkoff, quien escribió un libro que se titula Las dos izquierdas, en el que caracteriza al Movimiento Quinta República, como una organización autoritaria y militarista. Teodoro no fue sólo un militante, un guerrillero, era un teórico muy interesante. Ese mismo año, Ernesto Laclau también escribe un libro: La razón populista. Casualmente, también en 2005, Chávez asume el Socialismo del Siglo XXI. Pero Dieterich ya se ha separado de Chávez, justamente, por el carácter de su liderazgo. Lo primero que hace Chávez al salir de la cárcel es irse para Cuba. Y, por recomendación de Fidel, se mete en el Foro de Sau Paulo. Un proyecto anticapitalista y antineoliberal.
No creo que en este momento haya espacio para la política. Vivimos bajo un régimen autoritario, que ha cerrado muchas puertas. A la elección popular le dieron vacaciones, ¿No?
Pero eso no va a ser perenne. Yo creo que un régimen como el que tenemos no puede mantenerse sin política. Ya no es la revolución bolivariana como la entendía la izquierda. Veamos. Nosotros tenemos una serie de conflictos. Y aquí hay una tesis (el postmarxismo), que no se ha tocado para nada. Hay que discutir y gestionar esos conflictos. De hecho, se está haciendo.
Creo que la izquierda, con todas sus variantes y proyectos políticos, le debe una reflexión a este país. Han transcurrido 25 años.
Si, ya es hora.
¿Cómo vería esa reflexión?
Yo no soy de izquierda, pero entiendo que es una forma de entender y asumir la política. Tendrían que hacer una reflexión sobre el papel que han jugado en un proyecto tan personal, donde se concebía la política en una forma épica, heroica, anulando a quienes piensan distinto. En el 2007 se funda el PSUV y no entra el Partido Comunista, ni Patria Para Todos, ni el MEP. De alguna manera esas organizaciones políticas han estado aisladas del poder y han tratado de separarse ideológicamente de lo que ha sido el PSUV. En este momento, hay una reacción del Partido Comunista, a raíz de la crisis electoral que desató el 28-J. Al igual que quienes conforman el Frente Democrático Popular (María Alejandra Díaz y Juan Barreto). Pero, efectivamente, la izquierda le debe al país una reflexión. ¿Cuál ha sido nuestro papel en los últimos años? ¿Y cuál es el papel que debe jugar la izquierda a partir de este momento? Una reflexión inscrita en el postmarxismo de gente como Ernesto Laclau, Daniel Bensaïd, Tony Negri y el propio Jürgen Habermas. ¿Qué tienen (teóricamente) ellos en común? El haber desechado que la historia tiene un sentido. O que tenga como motor la lucha de clases. Eso es importantísimo, porque si tomamos lo que dice Laclau (que siempre habrá conflicto y antagonismo) estás desechando los basamentos del materialismo histórico. Que decía, inclusive, que al eliminar las clases se eliminaba la política, porque en esa sociedad comunista, utópica, no había conflictos.
En la década de 1990 también se habló del fin de la historia.
Sí, pero era desde el punto de vista neoliberal. Ahora ellos, quizás sin percatarse, están hablando de una historia sin fin, isotópica.
Lo voy a plantear de otra manera. Se ha acentuado el autoritarismo, con decisiones muy controversiales, ajenas a la democracia. De hecho, en el exterior hablan de dictadura. Entonces, ¿Estos señores van a pasar lisos?
Te repito. La posición de la izquierda ha sido muy disímil. En el año 2020, en la revista Nueva Sociedad, Pablo Stefanoni, escribe un artículo que se titula: La Izquierda Latinoamericana frente a Venezuela. ¿Qué dice Stefanoni? Que si bien la izquierda del continente apoyó a la revolución bolivariana en el año 2002 (a raíz del golpe de Estado), el bolivarianismo le ha causado un gran daño a la izquierda latinoamericana. A principios de la década de 2000, el proceso venezolano contribuyó a que partidos de izquierda llegaran al gobierno en Argentina, Uruguay, Brasil y Ecuador, pero con el correr de los años, resulta “cada vez más alejado de visiones emancipatorias”, cuestionado, además, por las denuncias que se han hecho sobre violaciones a los Derechos Humanos. Lo decía en 2020, y no habíamos vivido la crisis electoral del 28-J… ¿Qué, te hace reír?
Lo que me hace reír es que la reflexión la hace un representante de la izquierda argentina y no un venezolano. ¿O no hay intelectuales en la izquierda del patio que puedan hacer esa reflexión?
Hay escasez de intelectuales en la izquierda. Yo creo que esa reflexión la están haciendo, fundamentalmente, en el Partido Comunista y en el Frente Democrático Popular. Un reflejo, quizás, es cómo ellos han ido captando la cobertura de los medios.
Yo creo que hay mucha hipocresía en la izquierda, porque ellos estaban muy conscientes de lo que estaba sucediendo en el país. La concentración del poder y las violaciones a los Derechos Humanos no son nuevas. Es curioso que sea, este momento, que los señores de la izquierda quieran bajarse del autobús del chavismo.
Te repito, no soy de izquierda, pero creo que tienes algo de razón. En el sentido de que hemos visto una posición que no es coherente.
No, es oportunista.
Exactamente. Cuando hizo falta, Chávez apeló a la violencia y ellos lo sabían. La reflexión es necesaria porque el proceso se vino abajo, está en crisis. Pero también es la dinámica del poder, la izquierda participó de las prebendas del poder. Y a lo mejor, ideológicamente, ese hecho los frenaba un poco. ¿Se justifica actualmente un movimiento de izquierda? ¿Cuáles serían las bases teóricas? ¿Cuál ha sido tu participación en este proceso que, de alguna manera, se identificó con la izquierda? ¿Cómo actuaste tú en estos 25 años? Sí, hay toda una reflexión. Pero también del otro lado, ¿ah? También del otro lado.
El otro lado no estaba en el poder.
Sí, pero también ha participado y ha sido una de las causas de todo esto.
No le asignaría la misma responsabilidad.
Por supuesto que no, pero el liderazgo personalista y mesiánico, también amerita una reflexión.
Al igual que la forma de hacer política del período democrático.
Y la que estamos haciendo actualmente. Te lo vuelvo a repetir: Chávez introdujo el liderazgo personalista, que habíamos olvidado desde el año 1945, con el trienio adeco. Lo metió en la política y eso estaba, prácticamente, olvidado. Y ahora estamos cayendo, de alguna manera, en esa forma de hacer política. No estoy criticando nada. Lo que estoy diciendo es que ha habido como un retroceso en la política que se había alcanzado, con todos los defectos que pudieran señalarse. Pero había partidos políticos, se discutía teóricamente, y los liderazgos también se discutían. Ahora se aceptan.
Había oradores de nivel en el parlamento (Teodoro Petkoff, Gustavo Tarre, Moisés Moleiro, Ramón Guillermo Aveledo, entre otros). Y también los hubo en el trienio adeco, empezando por Andrés Eloy Blanco. Lo que dice es cierto. Ha habido un retroceso de la política. ¿Y frente a ese retroceso que hizo la izquierda?
Se plegó.
La respuesta de Chávez a la crítica de Monedero es que había procesos (en el gradualismo político) que no funcionaban o funcionaban mal porque él no los lideraba. O sea, más hiperliderazgo.
Hasta para designar a una persona como guardabosque, en el Parque del Este, se consultaba a Hugo Chávez. ¿Cómo se puede manejar un país que había llegado a la descentralización, a la reforma del Estado, de ese modo? La política se volvió a centralizar. En lo personal, Chávez me recuerda al Mocho Hernández. Entre 1897 y 1911, todo el país era mochista. Pero nadie sabía qué era el mochismo. Y cuando a él le tocó gobernar y administrar (presidente de Obras Públicas del Estado Yaracuy y responsable de la carretera a San Félix), no lo hizo bien. Pero era un revolucionario carismático. Lo que quiero decir con esto es que, de alguna manera, lo que hizo Chávez fue introducir un elemento del que ya, como dice Manuel Caballero en su libro La crisis de la Venezuela contemporánea, habíamos salido de él. De ese caudillismo, de ese personalismo, de esa política del líder y del mesías. A la izquierda no le importó, tenía tantos años fuera del poder y sin participar de las mieles del poder, que se plegó completamente a Chávez, porque era el hombre que iba a hacer la revolución.
¿Hay espacios para hacer política como la concebimos en tiempos de paz? ¿El voto como instrumento de la soberanía popular? ¿La competencia por los cargos de elección popular? ¿Eso es posible en Venezuela?
Creo que esto se tiene que resolver de alguna manera. Yo no puedo hacer pronósticos, pero el país no puede vivir con unos conflictos solapados. Chávez hablaba, entre otras cosas, de la desigualdad. Yo estuve viviendo seis años afuera. ¿Y qué veo? Más desigualdad. Él que más tiene, tiene más ahora. Y el que tiene menos, pues tiene menos. O es clase media. Actualmente, pauperizada. Se niega a dejar de existir. Se ha vuelto carroñera, a ver lo que persigue o lo que encuentra.
¿Qué es lo que estamos viviendo actualmente? Una página en blanco, pero nadie la quiere llenar. Quizás el gobierno, porque le interesa.
María Corina la quiere llenar.
Si. Es cierto, pero no la dejan. Pero la página en blanco existe en la realidad. Y así es muy difícil hacer política.
Los que han querido hacer política, desde distintas instancias, se han plegado a la política del gobierno.
Parece que todos queremos tener buenas relaciones con el gobierno.
Es una cuestión de supervivencia.
Petkoff hablaba del cinco por ciento histórico (la votación de la izquierda). Ahora no hay nada. Centrados, un partido político de centro izquierda, obtuvo 26.000 votos.
En 2006, hubo gente que quería que Petkoff se lanzara a la Presidencia. No lo hizo. El declinó, al igual que Julio Borges, para que el candidato fuera Manuel Rosales. ¿Qué quiero decir con esto? Que Petkoff estaba claro, en que había un movimiento allí que no era de izquierda. Que no era autoritario ni militarista. Y él era capaz de dejar a un lado su condición de izquierda, de pedigrí, y unirse a Borges de Primero Justicia y a Rosales de Un Nuevo Tiempo.
Actualmente, ¿Existe la izquierda en Venezuela?
Prácticamente está extinta. Si la identificas con el gobierno, mira la popularidad que tiene y si la identificas con el Partido Comunista… ¿Pensadores de izquierda? No los veo. A lo mejor López Maya o Javier Bierdau.
En una ocasión le escuche decir a un intelectual de izquierda que, a raíz del fracaso del chavismo, como forma de organización social y política, los venezolanos iban a terminar odiando lo público, el Estado y el discurso de la justicia social y la desigualdad. María Corina Machado dijo en más de una ocasión, en su recorrido por el país, “No más socialismo en Venezuela”. ¿Qué nos dice esto?
Yo creo que Laclau tiene razón. Siempre habrá espacio para las ideas de justicia social, de la desigualdad, aunque ya no sean tan convincentes. Siempre habrá movimientos que tratarán de llenar esos significantes que llamamos igualdad y justicia social.
Le está dando vigencia a la revolución francesa.
Por ejemplo. Fíjate que seguimos hablando de derecha o izquierda. No creo que esos movimientos se acaben. Ahora, ¿Que en Venezuela costará mucho para que la gente se identifique con partidos políticos o movimientos de masas que apelen a la idea de justicia social o a la desigualdad para llegar al poder? Yo creo que se va a imponer un proyecto liberal, lo que se va a premiar es el esfuerzo individual. Eso está pasando en Argentina, donde la gente está odiando lo público, las subvenciones, el Estado. Ahora, seguramente, vamos a tener unas políticas libertarias, pero como yo no creo mucho en los políticos. Seguramente volverán a las políticas proteccionistas.
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*Dr. en Filosofía. Profesor titular de la Universidad Simón Bolívar. Dicta Epistemología y Teoría Política en el Postgrado de Ciencias Políticas. Articulista y autor de varios libros, entre otros: La Revolución entre líneas. Reflexiones sobre ideología, verdad y lenguaje. La cultura política del venezolano. El problema de la soberanía. Su historia ante el siglo XXI. Fue distinguido con el premio Rafael Ángel Insausti de novela.
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