miércoles, 28 de febrero de 2018

La peor catástrofe por @marinojgonzalez



Por Marino J. González R.


Venezuela vive la peor situación social y económica de su historia. Los resultados de la IV Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2017), elaborada por equipos técnicos de la Universidad Central de Venezuela, Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Simón Bolívar y de la Fundación Bengoa, permiten establecer las dimensiones de este gran deterioro. Es importante notar que los datos presentados la semana pasada son previos al inicio de la hiperinflación.

Desde que se elaboró la primera Encovi en 2014, el ingreso de las familias venezolanas no ha hecho otra cosa que disminuir. En ese año, el 24% de los hogares no tenía para comprar los alimentos del día, por lo tanto, se encontraba en pobreza extrema. En la última Encovi (2017) se constató que la pobreza extrema afecta al 61% de los hogares del país.  La pobreza total, es decir las personas que no tienen los ingresos para cubrir las necesidades de alimentación, educación, salud, transporte, entre otras, alcanzó al 90% de los venezolanos. También en la última Encovi se exploró la pobreza multidimensional, la cual corresponde a la indagación sobre los déficits que puede experimentar un hogar en aspectos tales como vivienda, servicios, ingreso, educación y protección social. La pobreza multidimensional aumentó de 41% de hogares en 2015 a 51% en 2017, con lo cual se evidencia las limitaciones de las políticas en las áreas señaladas.

La inseguridad alimentaria, es decir, las condiciones de riesgo que presentan las familias con respecto a la ingesta de alimentos, afectaba, según Encovi 2017, al 80% de las familias del país. Esto significa menor ingesta de alimentos, menor calidad, así como posibilidades de desnutrición. Menos del 40% de la población puede comprar alimentos como el pollo y la carne, apenas 11% reporta comprar frutas. También la última Encovi registra un aumento del desempleo abierto, de 7% en 2016 a 9% en 2017, combinado con solo 40% de empleos fijos, y con reducción de la cobertura de casi todas las prestaciones sociales. En el área de seguridad, 20% de los venezolanos reportó que había sido víctima de un delito, pero el 60% de las personas no acudió a denunciarlo. Casi el 60% de las personas reporta sentir miedo en su vivienda y 76% en los medios de transporte.

Candidato único, un solo desastre por @EDWARDR74


Por Edward Rodríguez


El 27 de febrero de 1989, hace exactamente 29 años ocurrió en Venezuela el “Caracazo”, un hecho sin precedentes en el país hasta ese momento; producto del hambre y el desespero de los venezolanos ante una crisis económica inferior a la que padecemos hoy, que es el resultado del fracaso de la llamada “revolución” liderada por el fallecido Presidente Hugo Chávez y continuada, tras su deceso hace cinco años, por Nicolás Maduro.

Tres décadas después, este 27 de febrero de 2018, Nicolás inscribirá su candidatura para reelegirse como Presidente de la República; sin duda alguna obtendrá la victoria, pues es el único aspirante en la contienda; los demás, léase Henri Falcón y el pastor evangélico, Javier Bertucci, son los “tontos útiles” que necesita el gobierno para darle el carácter legal a la fraudulenta elección del próximo 22 de abril.

¿Qué hizo Nicolás en estos cinco años? Nos llevó al nivel más bajo al que un gobernante puede conducir a un país en materia económica y social: la pobreza extrema. Según el último estudio de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) “Encovi 2017”, la pobreza extrema alcanzó el año pasado el 61,2 % cuando en el 2014 estaba en el 23,6%.

A pesar de las limosnas convertidas en misiones, bonos o cuanto nombre se le ocurra, para controlar o comprar a gran parte de la población, el estudio de la Ucab da cuenta de que el 56,9% no las recibió, ni las recibirá, agregaría yo; mientras que el 42,8% recibió sólo algunas. Ninguno de estos pírricos “beneficios”, ni la caja Clap, ni mucho menos el carnet de la patria, han detenido la carrera hacia la pobreza extrema, pues la inflación galopante, paradójicamente, se crece con cada medida económica ejecutada por el Gobierno.

Los falsos herederos del Caracazo por @Miguel_Pizarro



Por Miguel Pizarro


Durante años hemos vivido un proceso que fundamentaba o, mejor dicho, justificaba sus acciones en que sus protagonistas eran los herederos de la masacre de Cantaura, de la masacre del Amparo, de las familias separadas por la represión bipartidista y que todo su proceso político inició un 27F cuando el pueblo se levantó contra un paquete de medidas económicas que hacía más pobre al pobre condenándolo a la miseria.

Muchos años han pasado desde que esos “herederos” llegaron al poder, en el camino han olvidado su origen, la enorme mayoría incluso lo ha traicionado, han ido paso a paso destruyendo la narrativa que los convirtió en opción, han cedido al militarismo, la violencia, la avaricia y la corrupción.

Hoy se conmemora otro aniversario del Caracazo, ocurre en medio de un país que todos los días tiene pequeños “caracazos” y en medio de la peor crisis de hambre y miseria que nuestro país haya vivido. hoy por hoy, según los datos de la Encovi, 87% de los hogares venezolanos viven en pobreza.

Años después, quienes prometieron vengar y hacer justicia social han sometido a los más pobres a condiciones de vida inhumanas. Se niegan incluso los derechos más básicos que tenemos como ciudadanos, como la salud y el empleo digno, 68% de la población no pueden costear un seguro médico. Creen que es más fácil gobernar sobre la base del control social y el miedo que sobre la base de las soluciones y las ideas.

Unión por @ElNacionalWeb



Por S:D:B Alejandro Moreno


Ajuntamiento, “que quiere dezir aiuntamiento debaxo”. Así aparece esta palabra en la primera gramática castellana (Nebrija, 1492). Ajuntamiento de abajo a arriba, de arriba a abajo, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de afuera adentro, de adentro a fuera, en todas las direcciones y en todos los sentidos es lo que necesitamos ahora para que juntos, y solo juntos, podamos hacer verdaderamente frente a esta desgracia, este caos, esta inenarrable opresión, esta destrucción arrasadora, esta horrenda tiranía de malandros convertidos en ejecutores de todo el poder del mal que estamos padeciendo.

Su sinónima, “ayuntamiento”, es mucho más antigua y siempre existió en nuestra lengua, proveniente del latín adiuntare. En tiempo de graves problemas que afectan a toda la existencia de una comunidad, de un pueblo, de una nación, cuanto contribuya al “ajuntamiento” compacto de todas las personas, de todos quienes sufren, de todos los que quieren superar sus insoportables padecimientos, es de necesidad absoluta, de perentoria y existencial determinación.

Los venezolanos que hoy queremos definitivamente sobrevivir podemos pensar de muy distintas maneras, podemos tener muy variados proyectos, incluso contradictorios, pero si queremos vivir como seres humanos, tenemos que dejar todas esas diferencias, hasta vitales, para coincidir en una sola cosa que va más allá de todos nuestros desencuentros: la conformación de una unión fuera de toda disputa, fuera de todos nuestros egoísmos, fuera de todos nuestros intereses por muy justos y razonables que sean. Ahora sí es ineludible estar juntos en un fin único: salir definitivamente y pronto de este régimen criminal que no va a abandonar nunca por su propia cuenta su proyecto de destrucción absoluta de todo lo que no entre sin discusión ninguna en su forma de concebir la realidad total, no solo económica, no solo social, no solo cultural, a la que todos en su intención rígidamente planificada tendríamos que someternos.

En carta a Maduro: oposición explica en qué condiciones iría a presidenciales por @contrapuntovzla


Por CONTRAPUNTO


La MUD está de acuerdo con adelanto de las elecciones, pero con observación internacional desde el principio, reorganización del CNE y habilitación de partidos como PJ y VP

En una carta pública al presidente Nicolás Maduro, la oposición venezolana plantearon las condiciones irrenunciables para su participación en las elecciones presidenciales.

"Estas elecciones, en esas condiciones, no van a solucionar nada. Todo lo contrario, no serán creíbles. Cerrarán la única válvula de escape a la tensión nacional. En consecuencia, acabarán profundizando las razones que han hecho a Venezuela un país cada vez menos vivible", advierte la dirigencia opositora. 

#URGENTE: Las condiciones no negociables para que haya una elección libre en Venezuela #27Feb (1/2) pic.twitter.com/ZEdBECXCjG

— Unidad Venezuela (@unidadvenezuela) 
27 de febrero de 2018

Son cinco aspectos los que pide revisar la Mesa de la Unidad Democrática (MUD): fecha, Consejo Nacional Electoral, acceso a medios de comunicación, habilitación de partidos políticos y garantías electorales generales.

El Plan PAPA, por @fernandocaminop



Fernando Camino Peñalver 27 de febrero de 2018

El incremento de la pobreza en 2017  ha traído como consecuencia el deterioro de todas las actividades vitales de nuestra población, y así lo señala la UCV, la UCAB  y la USB, basado en los resultados de su estudio anual denominado Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi). Como era previsible la situación de pobreza aumentó significativamente (87%) en 2017, creciendo en un diez por ciento (61.2%) el nivel de pobreza extrema. Casi dos tercios de nuestra población, cerca de veinte millones de habitantes, no tienen ingresos para comprar la totalidad de los alimentos para su familia.

La hambruna que se padece en nuestro país esta patéticamente reflejada en una investigación realizada por el economista Ricardo Hausmann. El estudio señala que con el actual ingreso mínimo, solo se puede adquirir para una familia el equivalente al consumo de 2.740 calorías por día. Significa que el 61.2% de nuestra población, apenas puede consumir 548 calorías diarias y los requerimientos aceptables son 2.200 calorías.

La fecha si importa, por @lmesculpi



Luis Manuel Esculpi 27 de febrero de 2018
@lmesculpi

El gobierno juega en varios tableros. El ejercicio abusivo del poder se lo facilita. Mantienen obsesivamente sus propósitos. En esos si son coherentes. Lo que no les impide relativa flexibilidad en el manejo político táctico. Están conscientes de lo que ocurriría de realizarse unas elecciones en condiciones aceptables, semejantes por ejemplo a las del 2015 cuando se realizaron las parlamentarias; su resultado estaría cantado. Les impediría alcanzar su objetivo de permanencia en el poder.

El adelanto de la convocatoria electoral en las actuales condiciones, al lado de las medidas para movilizar su “votación dura” a través de diversos mecanismos de control social, es una fórmula diseñada para impedir que se exprese en los comicios la mayoría social y política que los adversa.

John Magdaleno: La protesta contribuye a resquebrajar las bases de respaldo del régimen autoritario, por @la_patilla



La Patilla 27 de febrero de 2018

De acuerdo a un análisis realizado por el politólogo y profesor universitario John Magdaleno en una entrevista concedida a lapatilla.com, la mayor parte de la comunidad académica de las ciencias políticas sostiene como tesis que en Venezuela hay un un autoritarismo hegemónico, que junto a las violaciones sistemáticas de Derecho Humanos, de libertades civiles, constituyen la otra fuente más importante del malestar social que hay acumulado en nuestro país.

Magdaleno manifestó que “la pelea contra regímenes autoritarios no es sencilla” y que la primera cosa que podría aumentar la probabilidad para una transición hacia la democracia es que haya cierta coordinación estratégica entre los factores que se oponen al régimen, como desafío a un corto plazo.

¡Solidaridad con sus hermanos! Venezolanos en Ecuador dieron comida a compatriotas que emigraron.



Redacción 27 de febrero de 2018

Un grupo de venezolanos radicados en la ciudad de Quito, Ecuador, ofreció ayuda alimentaria y solidaridad a los compatriotas que llegaron a ese país huyendo de la crisis de Venezuela.

Imágenes difundidas en Twitter muestran el apoyo que recibieron los venezolanos que también utilizaron ese país como escala continuar sus viajes hacia Perú y Chile.

martes, 27 de febrero de 2018

El abismo negro de la Encovi 2017 por @MHerreradeF



Por Marianella Herrera


La publicación Encovi 2016 llevaba por título: Venezuela: La caída sin fin ¿hasta cuándo? Parecía imposible pensar en un empeoramiento de los ya los aterradores datos de pobreza, acceso a la salud, deserción escolar, calidad de la dieta, inseguridad alimentaria y pérdida de peso de la población, pero el análisis de esta nueva edición de la encuesta que ya es la cuarta, nos muestra que siempre se puede ir para peor y que la compleja crisis que vivimos, tiene un ritmo de cambios hacia el deterioro que pareciera tener vida propia, pues la velocidad del mismo y la ausencia de intervenciones correctas así lo ha marcado. Este cambio hacia peor, nos exige pensar de manera distinta para realizar el análisis correcto de la situación y realizar las propuestas para solucionar.


Chavismo cuenta con 5 millones de votantes y oposición con 8 millones por @EFECTOCOCUYO



Por Efecto Cocuyo


El chavismo estaría “estancado” con un techo inamovible de cinco millones de potenciales votantes, mientras la oposición venezolana estaría respaldada por unos ocho millones de ciudadanos, según el estadístico y director de la encuestadora Delphos, Félix Seijas.

El analista aseguró a la emisora privada Unión Radio que “el chavismo está estancado en sus cinco millones de votantes y difícilmente va a rescatar algo más de allí” y esta -señala- es la realidad de cara a las elecciones presidenciales del próximo 22 de abril.

Indicó que el Gobierno de Nicolás Maduro quiere celebrar los comicios en el primer semestre del año para evitar que el descontento social crezca al mismo ritmo que la crisis económica y que el escenario ideal del oficialismo es que esas elecciones sean muy pronto y con la participación sin condiciones de la oposición.

Sin embargo, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha decidido que no participará y este lunes 26, día en el que se inició la inscripción formal en estas elecciones, solo se ha registrado un candidato (Reinado Quijada) que se identifica con la “revolución bolivariana” mas no con el Gobierno de Maduro.

La oposición, dice Seijas, “podría llevar a ocho millones de personas a votar” -lo que representaría su “techo”- pero solo en caso de que se den “los pasos correctos” o si las condiciones electorales fueran óptimas.

¿Simulacro o última oportunidad? Por @garciasim



Por Simón García


Tienen cierta razón los que afirman que el dilema no es votar o no. La disyuntiva verdadera es enfrentar hoy activamente al régimen o diferirlo para un día después, dejar que Maduro juegue solo en el tablero electoral para reforzar, sin la protesta ni del voto ni de la movilización, la naturaleza totalitaria del régimen.

Salirse del cerco autoimpuesto implicaría abandonar la fundamentación principalmente formal y jurídica de la acción opositora y comprender que para combatir una dictadura no bastan declaraciones de principio y rechazos discursivos. El cerco se restablece cada vez que se concentra la discrepancia y la descalificación mutua entre la oposición en estas opciones, reducidas ambas a un asunto de creencia y no de acciones prácticas. Aunque las dos tengan tras sí argumentos válidos, no ignoremos que con buenas razones podemos adoptar decisiones catastróficas.

Estamos obligados a reflexionar sobre nuestro comportamiento. La necesidad más urgente es superar las divisiones: entre los partidos, las élites, lo social y lo político, lo nacional y lo internacional, lo que se piensa y lo que se practica. Si el equilibrio unitario es un requisito de sobrevivencia para la oposición, hay que tratar la diversidad como aportes y transformar las diferencias en fortalezas de cada uno y del conjunto.

Se podría comenzar por verificar si pueden complementarse en un mismo plan de luchas la campaña para ganar votos como la de no votar, haciendo que cada una de ellas corresponda a segmentos de la población unidas en la voluntad de rechazar al régimen. Aproximar posiciones entre la sostenida por la MUD y las que existen fuera de ella, en el ala moderada y el ala maximalista.

La Medea criolla por @centrogumilla



Por Jesús María Aguirre S.J.


“Nunca pude alimentarme bien; por eso mi bebita nació prematura, de 8 meses y pesó 1 kilo 350 gramos. La autopsia reveló que estaba desnutrida y yo también presento un cuadro de desnutrición severa. Yo no maté a mi hija; fue culpa de la crisis”, dijo entre llantos.

Hemos tenido que llegar a esto cuadros de tragedia griega a lo Medea*, para tomar conciencia de los asesinatos estructurales de este régimen, que se niega a admitir que estamos frente a un drama humanitario (que se resiste a reconocer como “crisis”). Digo estructurales, pues los datos de ENCOVI (https://www.ucab.edu.ve/investigacion/centros-e-institutos-de-investigacion/encovi-2017/ ) demuestran los factores de esta hambruna que sufrimos, y, que personalmente uno corrobora en la cotidianidad. Como sacerdote en un barrio, he asistido a dos madres jóvenes, cada una con más de dos niños que han intentado suicidarse. Me las enviaron como dementes, pero me convencí de que mentalmente estaban más sanas que yo. Su trágica decisión en ambos casos se debió a no tener nada que dar de comer a sus hijos. Sabemos que en el Congo y en Siria están aún peor, pero hay ser guía de ciegos, para no querer ver esta cruda realidad. Entre tanto, celebramos los carnavales y nos entretenemos con elecciones y juegos de poder, como que “aquí no pasa nada”.

*El síndrome de Medea se refiere a un cuadro de síntomas que caracteriza a la madre (en ocasiones el padre) que en respuesta a los conflictos y al estrés que se derivan de la relación con su pareja, descarga todas sus frustraciones con agresividad hacia su descendencia, llegando incluso a utilizar a su hijo o hija como un instrumento de poder y de venganza hacia su pareja”. En este caso me atrevo a conjeturar que la venganza va dirigida contra el compañero irresponsable, símbolo de la “crisis” que representa este gobierno, supuestamente paternal, que bonifica el embarazo precoz y aplica el malthusianismo socio-político.

La persecución a Petkoff impuso el miedo por @DiarioTalCual



Por Hugo Prieto


Tenía que llegar a una edad respetable, 80 años, y sufrir una grave caída —que le produjo doble fractura de la cadera y una fractura del húmero—, para que intentaran doblegarlo. El poder en Venezuela no se anda con miramientos, y en el país donde “vale todo, vale nada” esto tenía que retumbar en todo el mundo. Su nombre es Teodoro Petkoff y su acusador es Diosdado Cabello

Teodoro Petkoff nunca se dejó atraer por el imán de Hugo Chávez, cuya candidatura, en 1998, contagió a las élites del país. Su conducta insumisa y su discurso pronunciado en el pleno del MAS, en el que se decidió apoyar la candidatura del militar golpista, resultaron proféticas. “Los espero en la bajadita”. No pudo persuadir a la dirigencia del partido político que fundó en 1974, así que renunció a su militancia y se alistó en el periodismo partisano, primero en el diario El Mundo y luego en su propia cabalgadura, el tabloide TalCual.

Su travesía por El Mundo finalizó abruptamente, luego de que el gobierno del ex presidente Chávez presionara al editor Miguel Ángel Capriles López para que sacara de la dirección del tabloide a Petkoff, cuyos editoriales desnudaban, con una mezcla de sarcasmo y dardos envenenados, la deriva autoritaria del gobierno. Fue el primer aviso de que el chavismo no consentiría la opinión crítica y una campanada de lo que vendría después: una avalancha de presiones, clausura de medios, agresiones a periodistas y un ataque contumaz a la libertad de expresión, por las vías más diversas, desde entes reguladores como la Comisión Nacional de Telecomuniciones (Conatel), pasando por la judicialización del trabajo periodístico, hasta el acoso policial.

Petkoff sabía que caminaba sobre la cuerda floja. En una ocasión le dije que sus editoriales en El Mundo eran más incisivos y penetrantes que los de TalCual. ¿Escribía, quizás sin saberlo del todo, evadiendo la espada de Damocles de la censura? Se volteó a mirarme a los ojos con un gesto característico de auténtica curiosidad, y luego dijo: “No lo había pensado”.

lunes, 26 de febrero de 2018

Ricky Martin, Galarraga y yo por @ClaudioNazoa



Por Claudio Nazoa


Los venezolanos atravesamos por muchas vicisitudes, sin embargo, lo que a continuación narraré no es para evadir, es para colaborar con la salud mental de quienes hacen el favor de leerme.

I

Hace miles de años, el grupo Menudo estaba de gira por Venezuela. Sus integrantes tendrían 15 años, casi la misma edad que yo tenía en ese momento…creo.

Fui contratado para presentar al grupo en lo que, en aquel entonces y antes de que estos bichos lo destrozaran, era el gran salón del Hotel Caracas Hilton.
El día del show, los Menudos y yo esperábamos en el camerino. Por casualidad me senté al lado de uno de los integrantes, quien con el transcurrir de los años se haría muy famoso: Ricky Martin. Él y sus compañeros tenían la adrenalina a millón y en son de burla, para ponerme nervioso, Ricky me advirtió que el público siempre abuchea a los presentadores. Mientras, un ejército de quinceañeras enloquecidas golpeaban la puerta con tanta violencia que lograron abrirla. Al borde de la histeria, las jovencitas entregaron sus libretas de autógrafos a los muchachos. Ricky Martin firmó una y luego me la pasó. El grupo de carricitas, totalmente trastornadas, gritaron:

—¡A él no…! ¡A él no…! que las echa a perder…

Los Menudos me dieron una lección de ubicación: es mejor trabajar con gente mayor que con menudos.

Cerrarse frente a la realidad por @polis360



Por Piero Trepiccione


La teoría sistémica es muy tajante. Cuando un sistema político se va cerrando sus posibilidades de funcionamiento se reducen al mínimo y se pierden los procesos de desarrollo natural que se dan gracias a la interacción con otros sistemas. En Venezuela en los dos últimos años estamos viviendo un ciclo político que marca una tendencia de aislamiento internacional y por ende, un cierre de posibilidades infinitas de intercambios económicos, comerciales, tecnológicos y culturales que fortalecerían nuestro propio desarrollo. El gobierno venezolano, en lugar de facilitar válvulas de escape democráticas y constitucionales para garantizar la alternabilidad en el poder y variar las fórmulas económicas en aras de contrarrestar la crisis, ha venido optando por el “repliegue estratégico” equivalente a un “atrincheramiento” en el poder para evitar la oxigenación de la democracia y la economía. Esto, obviamente está teniendo y tendrá consecuencias terribles para la población en general. Con un cuadro hiperinflacionario y en medio de una marcada recesión económica el fenómeno de marca venezolana no tiene precedentes ni en la región ni en el mundo entero, como bien lo han señalado versados analistas tanto económicos como políticos. Esta singularidad, junto al aislamiento condicionado por muchos países del continente y del mundo entero, crea enormes dificultades para avanzar en lo económico y estructural que afectan al país.

El juego del gobierno ha sido hasta ahora consolidar una base de apoyo político de alrededor del treinta por ciento de la población. Para ello usa todos los mecanismos de políticas públicas en el ámbito social en función de generar un retorno político condicionado, mejor conocido como “clientelismo”. Aunado a ello, realiza una completareingeniería electoral y política cuyo objetivo central es la dispersión del descontento social para que éste no se agrupe en una mayoría política que ponga en riesgo la permanencia en el poder de las fuerzas chavistas. Inscritas en esta dirección por ejemplo, fueron laselecciones del 30 de julio de 2017 -no reconocidas por más de cincuenta países alrededor del orbe- donde solo participaron fuerzas aliadas al gobierno dándole un cien por ciento de representación en una asamblea constituyente absolutamente aderezada por una especie de “apartheid político” donde se decide supra-constitucionalmente el futuro del país sin tomar en cuenta siquiera al setenta por ciento de población que expresa su rotundo rechazo al clima nacional actual y particularmente al estatus económico.

Detener la tragedia por @goyosalazar



Por Gregorio Salazar


El tablero electoral venezolano, cuyas reglas ha venido deformando a su antojo el chavismo a lo largo de casi veinte años, era ya lo suficientemente siniestro como para que las “concesiones” que estaba dispuesto a dar el oficialismo tras el diálogo en República Dominicana revirtieran las condiciones de parcialidad, abusos de poder y ventajismo a las que ha tenido que enfrentarse la oposición cada vez con menor margen de maniobra.

La apabullante derrota electoral del oficialismo en las elecciones del 6D de 2015 terminó de cancelar una etapa de dos décadas en la vida política e institucional del país, durante la cual era posible, a pesar de las garantías menguadas, que la voluntad soberana del pueblo venezolano pudiera expresarse y ser reconocida al menos por el CNE, no así del todo por la cúpula autoritaria.

De esto último hay pruebas abundantes y fehacientes: la repetición de un referéndum para reformar la constitución violando la propia Constitución vigente; el vaciamiento absoluto de la Alcaldía Metropolitana después de la victoria de Antonio Ledezma; la designación de gobiernos paralelos en aquellas entidades federales ganadas por la oposición; la postergación o adelantamiento de lapsos a conveniencia del partido de gobierno, entre otras arbitrariedades hasta desembocar en el abierto desmadre vivido durante el 2016 con la criminalización de diputados legalmente electos y proclamados y a la larga de la propia Asamblea Nacional, el bloqueo del referéndum revocatorio, la elección con bases viciadas de una constituyente, entre otras menudencias.

Un acuerdo en el que la oposición hubiera podido revertir todas las obscenas irregularidades que se cometen en el campo electoral tendría dimensiones enciclopédicas en un país donde la oposición está excluida de los medios públicos y casi que de los privados, el candidato oficialista a la reelección se financia con los recursos del Estado y llega hasta a colocar su imagen en las cajas de comida que reparte selectivamente, los partidos son invalidados tras exigirle el cumplimiento de normas no contempladas en la ley, se inhabilitan candidatos, se intimida y se presiona a los empleados públicos y otra larga retahíla de abusos inconcebibles en cualquier país democrático.

Hacer lo correcto por @tulioehernandez



Por Tulio Hernández


I

Tampoco el perezjimenismo instauró la dictadura de un día para otro. Aunque la asonada militar con la que derrocaron a Gallegos había ocurrido en noviembre de 1948, no fue sino hasta finales de 1952 cuando el general Marcos Pérez Jiménez se hizo formalmente un dictador.

Dos hechos fueron decisivos. El asesinato en el mes de octubre de Leonardo Ruiz Pineda, el máximo símbolo nacional de la resistencia clandestina contra la dictadura en ciernes. Y el fraude en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente. El partido Unión Republicana Democrática había ganado de modo aplastante. Pero el resultado fue revertido a favor del FEI, el partido provisional creado para darle un viso de legalidad al gobierno de facto que comenzaba. Los 11 miembros del árbitro electoral renunciaron de inmediato a sus cargos. Tenían dignidad.

Con el fraude quedó claro que se clausuraba la salida política. La convocatoria a elecciones para la Constituyente había sido el último simulacro democrático del gobierno militar. La tiranía se desnudaba. URD lo había perdido todo. El partido, inhabilitado. Sus líderes, a la cárcel o el exilio. El país entraba en un largo y paralizante silencio. El que a veces ocurre, al revés, antes de la tormenta.

A partir de ese momento nadie más se hizo ilusiones. La salida no era fácil. Pero tampoco se le hizo más el juego al gobierno dictatorial. La unidad era una obligación. No había más. En 1957 comenzó a hacerse evidente. El 23 de enero de 1958 un avión atravesando el cielo de Caracas, con el dictador a bordo y su legendaria maleta llena de dólares, anunciaba el fin de una era. La Vaca Sagrada apodaban popularmente a la nave.

Luis Ugalde: Todo demócrata tiene que escoger, no hay medias tintas por @prodavinci



Por Hugo Prieto


Ya había definido el punto donde nos encontramos, un punto oscuro y tenebroso. No es momento de matices ni de hablar con medias tintas. La voz que quiere ser escuchada es directa y clara, porque las opciones que enfrenta el país plantean un dilema entre la vida y la muerte. En estas circunstancias sería un crimen dejar de lado valores éticos y morales.

Es por esa razón que Luis Ugalde sj., lee en voz alta uno de sus escritos. Todo venezolano, sea de la condición que sea, tiene que partir de una realidad dramática que la ve el mundo entero y que, además, la padecemos nosotros. Venezuela se desangra y marcha al abismo. Hay hambre en todos los rincones y muerte por falta de medicinas, con inflación desbocada. El bolívar sin valor y el salario disminuyendo a pesar de los aumentos. Riadas humanas revientan las fronteras, huyendo de esta espantosa tragedia como ocurría antiguamente en las ciudades apestadas. Esa es la realidad —puntualiza Ugalde—, no puede haber ninguna posición ética ni de valores ignorando esto o mirando a otro lado. Sea gobierno, sea oposición, sea empresario, sea la condición que sea, este es el tema fundamental en el cual nos definimos los venezolanos y en el cual se define la política. Si un político quiere evadir eso y entrar en discusiones de menor monta, está traicionando a su profesión y al país. El problema del país no se puede resolver en pequeñas componendas.

Que no se equivoquen cuando dicen que la Iglesia se mete en política. “No, se mete en este debate entre vida y muerte”. Después de su experiencia en La Vega, de su trayectoria en el rectorado de la UCAB y de su formación intelectual comprobada —su obra escrita habla por sí sola—, podría decirse, sin menoscabo a la verdad, que con una sola conversación con el venezolano de a pie, Ugalde entiende lo que siente y lo que está experimentando en este momento.

domingo, 25 de febrero de 2018

Misión hambre por @hcapriles



Por Henrique Capriles


Una guerra de hambre, eso es lo que ha desatado el gobierno contra nuestro pueblo. Y se han tomado tan en serio su misión que para el 89,4 por ciento de los venezolanos el ingreso familiar ya no alcanza ni para comprar alimentos.
Con el precio de la canasta alimentaria de enero el poder adquisitivo del salario del venezolano cayó al nivel más bajo de los últimos 20 años. El salario mínimo, de 248.510 bolívares, apenas alcanza para adquirir el 2 por ciento de la canasta alimentaria.

Lo único que produce Maduro es destrucción. ¿Alguien lo duda? Él no es capaz de pisar una comunidad para hablar con los venezolanos, mucho menos si se trata de los más humildes, pero sí ha entrado en sus hogares para sembrar pobreza y poner en riesgo la salud, el estado nutricional y la vida de cada familia.

Mientras el gobierno ocupa su tiempo y los recursos de los venezolanos en idear nuevas fórmulas para mantenerse en el poder, la situación del país continúa deteriorándose.

Fantasean y mienten a través de su aparato de propaganda, reciclando conspiraciones ficticias y hablando de un país que sólo existe en sus delirios. Pero la realidad no se puede maquillar, estalla en cada rincón de nuestro territorio y produce tanto ruido que ya es tema de conversación y preocupación en las más diversas instancias del mundo.

La radiografía, por demás dramática, de Venezuela, que recoge la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), desarrollada por nuestras principales universidades, puso en cifras lo que vemos a diario en nuestras calles, en el rostro de los venezolanos, en el llanto de los niños y sus madres.
¡Nunca hubo tanta pobreza en nuestra Venezuela! Hemos llegado a una cifra sin precedentes: pasó de 81,8 por ciento en 2016 a 87 por ciento en 2017 y la pobreza extrema subió de 51,5 a 61,2 por ciento en el mismo período.

Y los responsables de la economía, que quieren seguir conduciendo el destino del país, no hacen nada para revertir la situación. Al contrario, parece que trabajan para profundizarla. La pobreza no se resuelve con una bolsa de comida. Por eso cada día hay más venezolanos pobres. ¡Estamos en emergencia y así hay que asumirlo!

Dictadura consentida por @leomoralesp



Por Leonardo Morales P.


Los venezolanos hemos enfrentado varios desafíos en el curso de nuestra historia. El más universal de los venezolanos que emprendió la tarea de proveernos de libertad, Francisco de Miranda, se apareció por estas tierras convertido en un sesentón para iniciar la lucha por la emancipación de Venezuela. Otros siguieron sus pasos y junto Bolívar nos hicimos libres de España. Casi medio siglo tuvo que transcurrir del siglo XX para que los venezolanos lograrán superar las revueltas, revoluciones y otras convulsiones para comenzar a acariciar las ventajas de la naciente democracia. De cualquier forma, ese lapso comprendido entre 1945 y 1948, si bien se alcanzaron importantes libertades no dejaron de ser convulsas.

No fue sino hasta 1958 cuando se inicia un largo recorrido democrático, con sobresaltos, pero democrático. Se sucedieron varios presidentes y se alternaron partidos en el ejercicio del poder.

Nos alcanza el sigo XXI y la admonición recibida en el última década del siglo anterior es vivificada. Han transcurrido 18 años de este nuevo siglo con libertades amenazas, con un orden civil coaccionado y debilitado. El déficit democrático que observa el país en las casi dos décadas de esta joven centuria es notable y alarmante.

El régimen de Maduro va avanzando, coloca piedra sobre piedra, ha cimentado y amalgama sus posiciones, va liquidando los avances democráticos adelantados desde 1958. Las libertades conquistadas son arrancadas de las manos a los venezolanos sin que una dirección política coherente logre impedirlo. Es la tragedia de estos desafortunados tiempos.

Denuncia contra Conatel y la CEAM por @silvamichelena


Por Héctor Silva Michelena


¿Es necesario descifrar estos acrónimos? Son las moradas de los verdugos del pensamiento. De la libertad de expresión, del contenido espiritual y moral del hombre. De los grandes historiadores de nuestro tiempo: el periodista, la periodista.

En entrega anterior vimos algunas de las técnicas estalinistas aplicadas contra los medios independientes. Ahora continuamos este relato émulo de la propaganda y la censura nazi. Una vez que lograron ponerle fin a la democracia y convertir a Alemania en una dictadura unipartidista, los nazis orquestaron una campaña de propaganda masiva para ganar la lealtad y la cooperación de los alemanes. El Ministerio de Propaganda nazi, dirigido por el doctor Joseph Goebbels, tomó el control de todas las formas de comunicación: periódicos, revistas, libros, reuniones públicas y mítines, el arte, la música, las películas y la radio. Los puntos de vista que de algún modo amenazaran las creencias nazis o el régimen eran censurados o eliminados de todos los medios. Venezuela, ¿Quid rides? Mutato nomine de te fabula narratur?, dijo Horacio, el de afilada lengua.

El caso de RCTV: en mayo de 2007, las controversias acerca de la libertad de prensa se exacerbaron aún más con la no renovación de la concesión por señal abierta de Radio Caracas Televisión. Un posterior artículo de Reporteros sin Fronteras declaró que ellos condenan la decisión del TSJ de no aceptar la apelación de RCTV ante la pérdida de su licencia como inadmisible. El presidente Chávez ya había dicho el 28 de diciembre de 2006 que él se opondría a la renovación de la licencia de transmisión de ese canal, acusándolo de haber apoyado el momentáneo golpe de Estado que lo derrocó brevemente el 11 de abril de 2002. La apelación, lanzada el 9 de febrero de 2007, fue rechazada el 18 de mayo, poniéndole así un freno a cualquier debate posterior al respecto. De acuerdo con el gobierno de Chávez, la licencia expiró el 27 de mayo de 2007, y no lo hará en 2022 como alegaba RCTV. No obstante, sin esperar a esa fecha o a una decisión al respecto por parte del TSJ, el presidente ya el 11 de mayo había firmado un decreto en el que asignaba la frecuencia del canal 2 a un nuevo canal gubernamental llamado TVES, Televisora Social.

El último de la promoción por @gvillasmil99



Por Gustavo J. Villasmil Prieto


Durkheim, Mosca, Pareto, Michels: notables fueron los pensadores estudiosos del fenómeno de las élites a lo interno de las sociedades. Soy consciente de que el término no está libre de polémicas. Históricamente, han sido las élites el grupo social capaz de asomarse y mirar más lejos, allá a donde la vista de la generalidad jamás alcanzó a ver. Venezuela es producto de sus élites. Nada de popular tuvo la reunión de criollos que, con Bolívar y otros mantuanos a la cabeza, impulsó desde la Sociedad Patriótica de Caracas la idea de imponer la República en Venezuela sobre el edificio institucional de trescientos años de monarquía católica.

La generación de los promotores de la Independencia y del ensayo de república comercial intentando por el general Paéz y su entorno, la de Guzmán Blanco y sus liberales “amarillos”, la de los gabinetes gomeros, lopecistas, medinistas y perezjimenistas y en no menos medida los de la democracia, reunieron lo mejor de una élite ductora en posesión de ideas sólidas sobre aquello que debía hacerse, sea que uno lo suscribiera o no. Digámoslo claramente: Santos Michelena, lo mismo que Román Cárdenas, Gumersindo Torres, Adriani o Tejera, cada uno en su particular tiempo, formaron parte de una élite con atributos y capacidades superiores a las del resto del país.

Yo reivindico lo elitesco en materia de dirección pública, por polémica que la idea resulte. Los ejércitos tienen sus unidades de élite así como los cuerpos estudiantiles su “dean list”. En todo quehacer hay y habrán unos de desempeño superior al de los demás. Rómulo Betancourt lo sabía. Por eso designó como su ministro de sanidad a un doctor por Johns Hopkins que incluso fue cercano al medinismo. De Gabaldón alguna vez Betancourt dijo que era “el mejor sanitarista del mundo”.

Oposición cizaña por @EfectoCocuyo



Por Oscar Morales Rodríguez


Hay algunos que sólo tienen palabras de repudio a todo lo que decide la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y lamentablemente estos son los que hacen más bulla, por aquello de que “hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece”, o aquella historia de la carreta, la cual concluye que “cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace”.

No dudo de que hay cosas que se han hecho mal, quién podría dudarlo, no ha habido vocería única, ha faltado muchas veces coherencia discursiva y un proyecto definido. Pero –estimo- eso no es suficiente para derramar tanto rechazo, odio y repugnancia a una organización política que ha obtenido victorias. Y mucho menos, referirse con tanto desprecio a dirigentes políticos que han sido torturados y golpeados en sus lugares de trabajo; que reciben humillaciones y amenazas diarias; que sus familiares también viven asediados y que hacen sus labores sin ninguna garantía. Entiendo que la política se ejerce con mucha suciedad, pero me costaría creer que todos estos agravios hayan sido fingidos, y más todavía sabiendo cuánto sufre la familia.

Esa porción de la oposición tiene un estilo “talibán” por Twitter y es difícil para ellos confiar en que la MUD intenta orquestar un plan unitario para la reconstrucción nacional; no obstante, no sabe que sus expresiones azuzan la desesperanza. Este sector pareciera que apuesta por más derramamiento de sangre y manda al diablo a la responsabilidad moral con facilidad. Estos son los mismos que proponen una intervención militar extranjera (claro, sin que sean sus familiares los caídos), y le conceden todas las facultades a la comunidad internacional, o proponen un incomprensible “gobierno de exilio”. Son los mismos que consumen el último ‘tweet’ como la ruta sin escalas e insuperable hacia nuestra libertad.

Aparentemente, este grupo de opositores no ha identificado quién es el adversario. No se han dado cuenta que con sus ideas están construyendo una maquinaria que perpetúa la división opositora. Y divididos no se gana ni una junta de condominio.

sábado, 24 de febrero de 2018

Katiuska Camargo: “Entendí que yo era dueña del barrio”

prodavinci.com

Hace varios meses atrás estuve en un evento en San Blas, Petare. Se estaba pintando un mural con jóvenes y niños. De pronto, por distintas vías, fueron apareciendo personas de todas las edades con bolsas de basura y se posaron frente al mural en proceso. Extrañamente no las amontonaron en algún rincón. Ni siquiera llegaron a tocar el piso. Pasaron largos cinco minutos en esta actitud, entre la observación y la espera. Parecía la escena de alguna película de realismo italiano. Entonces llegó el camión del aseo y se fueron acercando por grupos. Con celeridad y cuidado depositaron bolsas y cajas. Una vez el camión continuó su ruta, la gente se dispersó. La artífice de esa singular coreografía, producto de varios años de tenaz esfuerzo, se llama Katiuska Camargo.

Hija de Enma Camargo y Miguel Matos, creció parte de su niñez en San Blas. Estudió tres años en Colombia para luego regresar a Caracas. Estuvo internada en un colegio de monjas en Guarenas donde dice haber recibido formación en valores: solidaridad, amor al prójimo, trabajo en equipo. Allí aprendió a tocar instrumentos musicales y se acercó al teatro. Podía subir a su casa cada quince días.

Ya definitivamente en Caracas estudió en el liceo que está en su barrio, el Simón Bolívar. Se enamoró a los quince y a los diecisiete, con el amor de su vida, tuvo a Génesis, su hija que ya suma 23 años. Su embarazo la obligó a dejar los estudios porque “para esa época no era tan fácil estudiar estando embarazada”. Pospuso sus estudios unos años, hasta que logró retomarlos. Se formó con un plan de Chevron de Venezuela y British Petroleum, a finales de los 90, como asistente administrativo. “Tuve la dicha de que mi acto de graduación, luego de dos años y medio, fuese en La Estancia, ese lugar tan maravilloso”.

Katiuska es activista del movimiento Democracia, Sociedad y Desarrollo Venezuela desde mayo del 2017. Desde entonces se ha ido conectando con diversas experiencias de organización y acción social, entre ellas Haciendo Ciudad, con la que ha participado en la elaboración de diversos murales, dentro y fuera de Petare, sobre todo buscando transformar espacios con la participación de la gente.

—¿Desde cuándo haces activismo comunitario?

—Después de haber sido víctima de la represión policial, y de ver tantas cosas graves durante las protestas del 2017, decidí participar de manera más contundente, porque ya tenía tiempo participando como líder comunitario en el barrio San Blas.

Desde pequeña, siempre he estado pendiente de los espacios públicos. De hecho, a los 20 años comencé a apoyar a un consejo comunal, aunque no me gustaba esa figura. Yo pensaba que el trabajo organizado podía traer cosas positivas. Comencé, sin ser miembro de ese consejo, a realizar jornadas de limpieza, jornadas para niños y ancianos, en festividades, carnavales, días de la madre. Nada de eso se celebraba ahí.

—Dices que tu graduación fue en La Estancia, un jardín maravilloso que uno quisiera se reprodujera, aunque fuese en pequeña escala, por muchos lugares de la ciudad. San Blas tiene una vista espectacular, un paisaje que permite ver hasta las zonas de El Hatillo. ¿Se pueden lograr espacios así en Petare?

—La Estancia es uno de los lugares que más me gustan de Caracas. Mi mamá tuvo la suerte de que dos de sus hijos tuviésemos allí nuestro acto de grado. Mi hermano mayor se graduó de una escuela de carpinteros/ebanistas de la Colonia Tovar, que fue fundada por alemanes. Estar en ese lugar fue bellísimo. Siempre he pensado que lugares así, llenos de tanto verdor, tan limpios, son un ejemplo, y me he preguntado por qué en los barrios, a los que les hace falta tanto verde, no tenemos espacios como este.

Hay muchos terrenos baldíos que podrían utilizarse. Inclusive, hay casas mal elaboradas, que están en riesgo, que se podrían sustituir para crear espacios para el bien común. Espacios recreativos para la comunidad. No solo en Petare, sino en todos los barrios de Caracas, hay espacios que pueden convertirse en espacios verdes. Pero tomando en cuenta que los terrenos planos suelen estar copados, estaría bien apostar también a los jardines verticales.

—A pesar de que en los barrios buena parte del verde desapareció, todavía quedan parches y laderas con vegetación, que deberían protegerse, o buscar la forma de interconectarlos. ¿Lo ves viable?

—En el sector La Machaca, que está antes de San Blas, hay una colina en la que en algún momento pensaron en construir un espacio comunitario, pero fue tomado por guardias. Yo allí me imagino un parque donde los niños jueguen, donde los adultos puedan ir a reunirse con los amigos, tomarse un café y observar el paisaje maravilloso que la bordea, que es bellísimo. Un lugar para actividades culturales.

Alguna gente en el barrio me ha dicho que me mude al Country, porque siempre estoy barriendo, con mi campaña ciudadana para que la gente no lance la basura a la calle, para que mantengamos los espacios comunes limpios. ¿Acaso la gente del Country es más valiosa que la gente del barrio? No entiendo por qué hay siempre esa distancia entre las urbanizaciones y el barrio. Que el barrio siempre se margina. La gente, a la larga, es la que se margina.

—¿Sólo porque la gente se margina, o crees que hay otras razones para que el barrio ocupe ese lugar al margen?

—Se ha hecho mucha publicidad negativa al barrio: que allí es donde están los delincuentes, los vendedores de drogas, que hay mucha desidia comunitaria, que no se cumplen las leyes, que no hay normas de convivencia. Es verdad que la anarquía se apoderó de las mentes de muchos de los que habitan en el barrio. Yo no me incluyo, porque desde pequeña me enseñaron a respetar el espacio del otro. Para mí siempre ha sido muy difícil, un contraste fuerte, un choque, porque me acostumbré a vivir pensando y soñando que yo estaba dentro de una urbanización, porque siempre tuve la oportunidad de calar en esos espacios.

Para mí es muy duro cuando escucho a un vecino marginarse a sí mismo del resto de la ciudad. Cuando dicen: “Eso es cosa de sifrinos, de millonarios”, o dicen: “Imagínate, pero si es que yo vivo en el barrio”. Para algunos, si tú tienes una casa bonita en el barrio entonces “eres rico”.

—¿Eso es mal visto dentro del barrio?

—Terrible. Se crean enemistades, se fomenta la envidia, la rabia, la frustración, para los que, por ejemplo, no pueden tener un buen carro. Eso es sinónimo de que eres rico. A mi esposo muchas veces le han rayado el carro cuando lo estaciona frente a la casa. Hay frustración por no poder acceder a lo material. Pero yo creo que esto es una decisión de cada quien. Vivir bien es una decisión.


—¿Has pensado mudarte “al Country”?

—Como toda persona que quiere evolucionar, yo siempre he soñado. Nosotros vivimos en un ranchito de tablas, y yo le decía a mi mamá “cuando sea grande usted va a tener una casa con tantos cuartos, va a tener agua con tuberías”, porque no teníamos eso, no teníamos baño, “usted va a tener una lavadora que lave sola, y una máquina que seque la ropa”. Y mi mamá pensaba que yo era muy soñadora. Ella me decía: “Hija, eso es imposible, nosotros no podemos tener eso”.

Escuchar a mi mamá decir que era imposible que nosotros viviéramos bien, para mí fue un reto. A los 19 años empecé a ayudar muchísimo a mi mamá. Ya la casa no era un ranchito, porque ella le había echado mucho pichón, pero no eran las condiciones que yo soñaba: un baño con cerámica, que el agua de la poceta bajara con una manilla. Gracias a dios mi esposo me ha ayudado mucho, así como el jefe de mi mamá, que también es mi jefe, ayudó a hacer parte de ese sueño de urbanismo interno. Ahora ella tiene una casa muy linda, con una vista maravillosa al barrio. Ya yo no vivo en San Blas, sino en Barrio Nuevo (también en Petare), porque a los 23 años se nos dio la oportunidad de comprarla. Eso era como romper el paradigma de los muchachos del barrio: teníamos casa, carro, moto, y una niña estudiando en una escuela.

Siempre he pensado en mudarme, porque me encanta vivir bien, que mi sueño no se perturbe ni yo perturbar el sueño de otros. Nosotros vivimos en la anarquía de la música a todo volumen, a la hora y el día que sea, sin importar si el vecino está cansado o enfermo. Hace unos años se metieron a la casa y nos robaron, nos dejaron sin nada. Eso me hizo sentir una rabia abismal hacia el barrio. Ni siquiera quería ya mi casa. Hasta que me nivelé y volví a querer mi casa. Empecé a hacer cosas en el barrio para amarlo. Yo siempre me digo que yo vivo en el barrio, pero que el barrio no vive en mí. Son dos cosas totalmente distintas.

—Obviamente el barrio no es solo anarquía y problemas. ¿Hay cosas del barrio que viven en ti, que reivindiques?

—Reivindico sobre todo a los vecinos del barrio donde nací. Amo a la gente de mi barrio, estoy muy ligada a ellos. Muchos han fallecido, por su edad. Buena parte de mi activismo lo dedico a ese lugar. Ayudo a mis vecinos en lo que está a mi alcance. Pero donde vivo es distinto. Allá duermo, pero no tengo la misma conexión. Sin embargo empecé a amar ese barrio porque soy parte de esa comunidad. Lo que afecta a la comunidad también me afecta a mí. Si yo puedo aportar para el rescate de espacios públicos en otros sectores, ¿por qué no hacerlo en el lugar donde vivo? Así que me metí a mí misma una dosis de conciencia ciudadana, y allí estoy haciendo cosas con los vecinos, con un reconocimiento mutuo.

—Como tú hay mucha gente que siente esa necesidad de salir del barrio, pero muchísimos otros ha optado por quedarse, algunos incluso con la idea de transformarlo. Ese parece ser en este momento tu caso, al menos mientras habitas en Petare. ¿Qué te has planteado transformar?

—Ya lo hacemos: rescatamos espacios públicos, avenidas, adyacencias de escuelas, donde existe anarquía en relación con la disposición de la basura, con la venta de licores o de estupefacientes. De hecho logramos quitar una venta de drogas que estaba a escasos metros de la escuela donde crecí. Yo fui la que le di el empujón, para que entre otros le diéramos mayor calidad de vida al barrio. En cinco años hemos rescatado siete espacios, que han dejado huella.

—¿Se mantienen recuperados?

—Sí, se mantienen. Cuando vemos que empieza a “cojear” una pata de la mesa, agarramos las escobas, las palas y nos vamos a hacer limpieza y a generar conciencia entre los ciudadanos que ahí habitan. El año pasado me uní a la ONG Haciendo Ciudad, que nos ha apoyado en el rescate de espacios, metiéndole color con murales, que eso ayuda muchísimo. Cuando se transforma un sector en un barrio, que ha estado acostumbrado a convivir con la basura, con la desidia y la anarquía, el cambio que se produce en la gente es bellísimo, sobre todo cuando los niños y los jóvenes participan en la elaboración de esos murales, porque les da sentido de pertenencia. No importa ya la tolda política, si eres un delincuente o formas parte de un colectivo, no lo vas a dañar si ves a un niño ayudando a pintar ese mural.

—Siempre me ha resultado inquietante que se acumule tanta basura al lado de las escuelas, por cierto no solamente en los barrios. ¿Qué explicación le das a este fenómeno: el lugar que deberíamos proteger y exaltar más, por el valor que supone, está asediado por la basura?

—No soy ni psicóloga, ni socióloga, ni trabajadora social, pero me he dado cuenta de que la conducta de los representantes es de facilidad. Cuando llevan al muchachito a la escuela, y ven que hay una bolsita en la esquina, aprovechan y dejan su basura ahí. Digamos que “matan dos pájaros de un tiro”: dejan al niño en la escuela y lanzan la basura, sin darse cuenta del grave daño que le están haciendo a sus hijos que estudian allí, porque aparte de la contaminación visual es un tema de salud pública. Lo veo como dejadez, como si no les importara.

Cuando hablo con las personas, cosa que hago a diario, y les pregunto por qué lanzan la basura al lado de donde estudian sus hijos, la respuesta es: “No me había dado cuenta que eso ocasionaba un daño a los niños”. Aquí el problema radica en que se nos olvidó el ejercicio de la ciudadanía.

—¿Cómo caracterizarías ese ejercicio?

—Cuando respetas el derecho del otro. Si tú transgredes esos espacios públicos, estás fomentando la anarquía en esos niños. Le estás enseñando que no importa que ensucies la escuela donde estudias. Le estás diciendo que eso es normal, porque eso se normalizó aquí.

—Tengo la certeza de que eso no solo sucede en el barrio.

—En estos días estuve en el centro de Caracas, donde hay un colegio de religiosas muy conocido, y había basura alrededor. Una amiga mía me mandó unas fotos y me dijo que quería que fuese a ver esa situación. Allí hay hijos de profesionales, que viven en urbanizaciones aledañas.

—En relación con el “comportamiento ciudadano”, hay escuelas en las que los niños llegan y salen en carro, y suele suceder que los representantes ocupan las aceras, los rayados, detienen el tránsito, sin importarle si afecta a los demás. La falta de conciencia está también allí. Digo esto porque las escuelas parecieran estar ausentes de lo que sucede a su alrededor, del desafío de transformar la ciudad, sea en el barrio o en la urbanización.

—Vuelvo a citar a la escuela Simón Bolívar, en San Blas, donde estamos realizando una labor importantísima para despertar la conciencia, incluso de quienes la dirigen. A la junta directiva y a los padres y representantes no les importa lo que sucede afuera del portón de la escuela. Lo que me dicen es que no se quieren meter en problemas. Parece que se les olvida que deben velar por las estructuras externas, el espacio que la bordea. Si dentro de la escuela le enseñáramos realmente a los niños, así mamá y papá no lo hagan, que no deben botar basura en cualquier lugar, y que deben proteger su escuela, esos niños van a ir enseñando a papá y mamá que no boten la basura por ahí, o que no se estacionen obstaculizando el paso o irrespetando las normas que protegen a los peatones. El niño terminará siendo el maestro cuando en las escuelas se refuerce esa conciencia ciudadana.


—Se supone que nos deberíamos educar, sobre todo, para convivir. Pero pareciera que no se educa para convivir en ese lugar específico en el que estamos. Parece haber un divorcio de la escuela, no solo con lo que está “afuerita”, sino con la vida que vivimos. No nos educamos para transformar la realidad, sino para insertarnos en ella.

—Las canchas deportivas que están cerca de las escuelas sufren la desidia comunitaria y de las propias escuelas, porque muchas no tienen canchas propias, sobre todo en los sectores populares, y terminan usando las que están cercanas, que son de uso común. Allí termina imperando también la anarquía social, vecinal, familiar.

—¿Qué oportunidades ves tú en Petare, desde ese deseo de cambio?

—Mejorar todo lo que es el manejo de los desechos sólidos, también la vialidad. En esto hemos estado trabajando desde la autogestión comunitaria. Si los entes públicos no responden, nosotros tenemos que actuar, porque de hecho somos los más afectados. Hemos ido arreglando calles, botes de aguas negras, de aguas blancas. Hemos ido desarrollando ese proyecto de urbanismo interno. Ahora, si hablamos a largo plazo, en Petare y en todos los sectores populares yo quisiera ver verde, para que la gente se pueda sentir dentro de lo natural. No es fácil, pero claro que se puede, de hecho existen también los jardines verticales.

—Al principio cuando hablaste de “urbanismo interno”, lo hiciste para referirte a tu propia casa, ahora lo utilizas para hablar del espacio común, de la comunidad. Ese mejorar tu casa y las condiciones de vida de la comunidad, ¿será suficiente para resolver este divorcio entre el barrio y el resto de la ciudad?

—Yo siempre me he preguntado las dos cosas: por qué nos excluyen y por qué nos excluimos. Yo viví la experiencia de El Calvario Puertas Abiertas y pienso que no es imposible plantearse algo más allá. Cuando estuve apoyando la realización de los murales, muchos vecinos me contaron que antes era peligroso, que había delincuentes, pero que hicieron como un pacto para vivir en paz. Y qué bien se siente que a tu barrio puedan ir turistas. Cuando a mi barrio va algún medio de comunicación yo me siento orgullosa, sobre todo en el sector donde nací y donde hemos hecho nuestro trabajo. Antes me daba pena tener invitados y que el barrio estuviera sucio. Cuando viene gente de afuera y se siente confortable en tu barrio es que uno siente que vale la pena incluirse y dejarse incluir.

—A veces la riqueza particular del barrio no es reconocida ni siquiera por sus propios habitantes. Hay casas maravillosas, de gente que ha dedicado toda su vida a hacer crecer y mejorar su vivienda. El problema parece estar en el espacio común. ¿Cuáles son las trabas para que la gente se sensibilice y organice en función de que esos espacios se transformen y dejen de estar desintegrados de la ciudad, y exigir a las autoridades que corresponde para que esa integración se dé?

—Yo creo que eso está cambiando. Lo estamos haciendo en San Blas, Carpintero, Barrio Nuevo, La Machaca. En Mesuca hay dos espacios que se han transformado en los que ni siquiera estuve participando, apenas fuimos una referencia, porque se enteraron que arriba estábamos unos vecinos rescatando espacios. Lo más difícil es dar el primer paso. Reconocer aquello que no está bien en el sector, que lo afea, depende mucho de nosotros, de cada uno de los que allí habitamos. Una vez que das ese paso de recuperar un espacio te sientes orgulloso y quieres seguir.

Eso lo hemos visto con vecinos que no se involucraron, que se convirtieron en mis “enemigos” cuando decidí eliminar un bote de basura de 35 años. Me decían que yo me creía la dueña del barrio. Y en esos cinco años de lucha entendí que sí, que yo era dueña del barrio, que quería verlo urbanizado, y les decía a los demás: “sé parte del barrio, en vez de insultarme ayúdame a limpiar, ven con una escoba o con una bolsa”. Al cabo de un año ya nadie ponía basura allí. Hoy, cinco años después, puedo decir con orgullo que el aseo puede estar una semana sin pasar, y la gente no pone la basura en la calle. Nos hemos organizado, a veces contratamos camiones, metemos la basura en bolsas negras, las llevamos a un vertedero que está en Mesuca.

—¿Cómo lograron eso que vi en San Blas, de que todos salieran simultáneamente a colocar la basura en el camión, como si hubiese un código secreto que activó aquella procesión?

—Hoy me siento orgullosa de haber recibido insultos, porque era un trabajo constante. Casi pierdo mi matrimonio, porque yo decidí que iba a recuperar ese espacio, que iba a organizar ese lugar. Dormía en un sofá en casa de mi mamá porque tenía que estar pendiente, porque había gente que sacaba la basura y nos la dejaba en el sector. Como a las tres de la mañana ya teníamos el cerro de basura, pero yo me levantaba más temprano y me escondía. Le decía a la gente: “¡epa señor, ahí no se lanza la basura! ¿Usted no entiende que esto no es un vertedero?”. Entonces funcionó el radio bemba: “allá adelante no se puede botar basura”.

Los vecinos ya se habían concientizado, pero venían personas de más de seis sectores a dejarnos la basura ahí, en carros, en motos, a pie. Eso fue un trabajón de un año continuo, todos los días ahí. A veces estaba sola, otras veces me acompañaban otros vecinos.

—¿Los que te decían que te creías dueña del barrio cambiaron?

—Totalmente. Muchos de los que me decían improperios me decían: “hoy no me puedo quedar, pero aquí te dejo unas bolsas”. Ver al que te adversa unirse a la causa para mí era un logro. Cinco años después, en ese que fue nuestro primer espacio recuperado, nadie pone basura.

—¿Y los servicios de recolección de basura funcionan igual que en el resto del municipio Sucre?

—No funcionan con la misma eficiencia ni constancia. Yo he estado muy relacionada con el IMAPSAS (Instituto Municipal Autónomo de Protección y Saneamiento Ambiental de Sucre), y eso me ha permitido conocer su metodología de trabajo. Su prioridad es mantener limpias las vías principales, por un tema político. Se enfocan en las áreas más transitadas, como para que no estén en tela de juicio las funciones de quien deben garantizar la recolección de desechos en cada rincón del municipio, incluidos los sectores populares.

En este momento el aseo está entrando en los sectores populares, al menos donde tengo incidencia, una vez a la semana. Imagínate lo fuerte que es esto para los vecinos, tener que almacenar la basura. Algunos hasta han decidido congelar los desechos orgánicos para sacarlos cuando llega el camión. Hay otros que preparan comida para los perritos de la calle con esos desechos. La creatividad ha imperado en este tema. La situación ha sacado lo mejor de la gente, pero también lo peor: hay gente que deja la basura en la iglesia.

—¿Cuál es la estrategia para que los espacios recuperados se sostengan, más allá de la vigilancia y la presencia constante? Siempre me ha llamado la atención que los espacios donde hay imágenes religiosas la gente las respeta, no lanza basura y por lo general se mantienen bien.

—La idea es que estos espacios se mantengan en el tiempo y que las personas no lo cuiden solo porque hay una figura de mando, presionando para que se mantenga limpio el espacio, sino todo lo contrario: es un llamado a la conciencia. Que las personas que habitan en los alrededores lo sientan suyo y lo cuiden. Es cierto que las imágenes religiosas ayudan, y como te dije, el que los niños y jóvenes participen, en cierta forma es parte de ese culto de protección. Lo hace un espacio sagrado, diría yo. Si alguien daña el trabajo de un niño, esto puede desatar un conflicto vecinal. Pero en relación con lo de las imágenes, estoy viendo con mucha preocupación que cerca de las iglesias están dejando basura, porque se está desvirtuando ese respeto. Habría que ver qué fenómeno social se está dando para que esto ocurra.


—Cambiemos al tema de los jóvenes y la ausencia de oportunidades. ¿Qué política deberíamos esperar del Estado, qué se puede hacer desde la sociedad para incluirlos en procesos productivos reales, sostenibles, que los aleje de la violencia como opción?

—Yo crecí en ese entorno de violencia. Yo tengo tres hermanos varones mayores. Uno ya no está. Ellos querían ser delincuentes. Entendí entonces que ser delincuente era una opción, simplemente porque vivías dentro del barrio. Si no eras delincuente eras literalmente un pendejo. Y mi mamá tuvo mucho que ver en que esos muchachos no fueran delincuentes. Cuando ellos le demostraban a sus amigos que podían guardarles el arma o la droga, salía yo: “mami, debajo de la mesita de noche hay armas, hay drogas”. Ella no era alcahueta: las agarraba y las botaba y después les daba una cueriza por las piernas. Para estar solita era impresionante el temple que tenía mi madre. Nunca permitió que sus varones se le desviaran. La opción de ser delincuente siempre está latente, pero tiene mucho que ver con la familia.

—¿Qué oportunidades tuvieron ellos para no tomar ese camino?

—Mi mamá siempre nos inculcó que teníamos que estudiar. Al segundo de mis hermanos lo tuvo que sacar del país para Colombia cuando tenía 17 años, porque lo iban a matar. Él estudiaba en la Simón Bolívar, y de ahí teníamos que salir escoltados por los profesores, porque teníamos un primo que era delincuente, y esto nos convertía en “enemigos” de esas bandas. En Colombia se puso a trabajar y se quedó un tiempo prudencial hasta que regresó a Venezuela y aquí se formó y comenzó a trabajar como electricista, ahora trabaja independiente y es papá de tres hijos.

No fue fácil para mi mamá lidiar sola con esa realidad del barrio. Éramos como 50 muchachos, 10 hembras y el resto varones, donde todos consumían drogas, tomaban licor o eran parte de un grupo de delincuentes.

—Me estás diciendo que el peso termina recayendo todo en la familia, muchas veces en madres solas. ¿recuerdas políticas que hayan generado oportunidades para que esta situación realmente disminuyera, y para borrar esa frontera entre los que son del barrio y los que no?

—En aquella época, cuando estuve en el INAM, veía la ética de los trabajadores sociales que me cuidaban, a finales de los 80 y principios de los 90, ellos venían desde Guarenas hasta mi barrio para ver las condiciones en que vivía, para saber cómo estaban mis hermanos, psicológica y económicamente. Ellos se ocupaban de que no faltara nada, para que cuando yo llegase el fin de semana, pudiese estar tranquila, estable. Mi hermano menor, que era especial, tenía una ayuda por parte del Estado, para que pudiese estudiar en una escuela para niños con necesidades especiales en Los Palos Grandes.

Sí se ocupaban, recuerdo que había muchos programas de cultura y deporte. Teníamos incluso en las escuelas, públicas y privadas, formación ciudadana. En San Blas teníamos educación de maestras y religiosas, una mezcla y un contraste que nos ayudaba a formarnos como ciudadanos. Si rayábamos las paredes los castigos no eran agresivos, sino que nos daban un pote de pintura y nos ponían a pintar la escuela. Había normas y se cumplían. Ahora no. El Estado se volvió cómplice.

Las políticas del Estado deben ser contundentes, pero deben estar tomadas de la mano de la participación ciudadana.

—En relación con la acción de la policía en el barrio, sabemos del abuso, del irrespeto de los derechos de la gente ¿Cómo es tu acercamiento?

—Cuando era pequeña yo quería ser policía, porque veía allí una figura protectora, que defendía al más vulnerable. Pero mi abuela decía que esa no era una carrera para niñas. Siempre pensé que el policía era un superhéroe, que protegía, cuidaba, acompañaba, pero en estos años de violencia hemos visto que muchos decidieron ser delincuentes uniformados. He sido víctima de la violencia de la Policía Nacional Bolivariana, que me golpearon con garrotes, desde motos en marcha, por el simple hecho de que llevaba la bandera de nuestro país en alto, sin agredirlos ni siquiera verbalmente, porque siempre los he respetado.

Ha sido difícil, pero he mantenido una posición de enseñarles que son parte de la comunidad y parte de esta sociedad. Mucha gente piensa que estoy loca, pero me ha funcionado. Yo decidí hacer mi propia campaña de perdón, lo hago cada vez que veo a un uniformado, sea PNB, Guardia Nacional, CICPC, Sebin, me acerco, le estrecho la mano, y les digo: “somos hermanos, es hora de que hagan las cosas mejor”.

En la comunidad, en líneas generales, cuando se trata de pedir apoyo policial, para proteger algún sector específico, tardan muchísimo en llegar. Cuando llegan la frustración de la gente es enorme y comienzan a insultarlos. Hay que fomentar valores dentro de las fuerzas policiales. Estaba leyendo las noticias de la mamá del beisbolista que secuestraron, y estaban implicados cinco funcionarios policiales en Maracaibo. Uno se pregunta: “¿ellos son los que nos van a proteger?”. El problema está en las bases morales. La situación país la han tomado como excusa para cometer delitos.

—Al inicio me comentaste de tener carro como un logro, y ciertamente lo es. Pero si en la ciudad todos tuvieran carros sería inmanejable. El problema es que en el barrio no hay un buen sistema de transporte público. ¿Cómo asume la gente esto, como un mal inevitable, o como una ausencia de políticas de Estado para con el barrio?

—El servicio de transporte, en general, está fatal. Además la vialidad está muy deteriorada, más aún en los sectores populares porque seguimos marginados por las autoridades. Nadie se preocupa de que hay vías por donde deben transitar ambulancias, bomberos. El otro día, a mediodía, en la redoma de Petare grabé un vídeo de la cantidad de personas tratando de llegar a sus casas y era terrible.

El medio alterno de más ayuda han sido los mototaxis, porque el traslado es rápido y, paradójicamente, más seguro ante la delincuencia, porque los autobuses son atracados a diario, sin que los cuerpos policiales hagan algo. En cambio los mototaxistas tienen sus estrategias para evadir a los delincuentes. Pero ya no se puede pagar a diario una carrera en mototaxi.

—¿Cómo está haciendo la gente?

—Lo que está sucediendo es que hay muchísima gente caminando desde su casa hasta abajo, un viaje que debe durar en carro unos veinte minutos, la gente lo debe hacer en una hora. Gente que cuando llega a sus trabajos ya está cansada. Y en la tarde es peor: después de la caminata de la mañana, después del trabajo, sin haber comido bien, tener que lanzarse la caminata hasta la casa es algo terrible. Se necesitan buenas políticas públicas para mejorar realmente este servicio.

Por los sectores de Carpintero cobran lo que les da la gana, no hay una tarifa fija. En la mañana te pueden cobrar dos mil bolívares y a las siete de la noche te pueden cobrar ocho mil. A veces, por desesperación, la gente los paga, pero a veces ni siquiera la gente tiene efectivo. En el barrio vivimos continuamente en una aventura. Todo se va sumando a una cadena de problemas, y esa cadena hay que romperla con exigencias, pero la gente está como cansada. Pareciera que no quieren alzar la voz, quizás por temor o desgaste ante los políticos responsables no lo hacen. No nos queda otra que romper las cadenas por tanta opresión para poder avanzar como sociedad.

—En espacios segregados, marginados, la pobreza tiende a reproducir a la pobreza.

—Nos han marginado, los gobernantes y la sociedad, pero también nosotros nos hemos marginado. Siempre aparece el estigma cuando se escucha hablar de los sectores populares. La pobreza tiene que ver con decisiones. Tú puedes nacer en un rancho, pero si tienes visión de futuro vas a luchar y vas a tratar de superar todos los obstáculos para tener una mejor calidad de vida. No tiene nada que ver con pensar en “ser millonario” o “consumista”, sino en más oportunidades de estudio, mejores condiciones en tu hábitat. Es una decisión quedarse en la frustración o en seguir adelante.


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