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viernes, 23 de febrero de 2018

¿Qué dice la Encovi 2017 sobre la calidad de vida de los venezolanos? Por @vsalmeron



Por Víctor Salmerón


La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar refleja cómo la contracción de la economía y la inflación se traducen en incremento de la pobreza y deterioro en variables esenciales como educación, salud, alimentación, seguridad y calidad del empleo.

El estudio recolectó datos de 6.168 hogares de distintas regiones del país entre julio y septiembre de 2017. Para medir la cantidad de hogares en pobreza, de acuerdo al ingreso, la Encovi contempla que las familias que no obtienen suficiente dinero a través del salario, bonos, becas y pensiones, para comprar cada mes una canasta de alimentos básicos que permita a cada integrante ingerir al menos 2.200 calorías diarias son catalogadas como pobres extremos. Luego, las familias en las que su ingreso no les permite costear una canasta que añade a los alimentos básicos servicios esenciales como luz eléctrica y transporte son pobres.

Las magnitudes de la pobreza

 La encuesta determina que la proporción de los hogares sumergidos en la pobreza aumentó desde 81,8% en 2016 hasta 87% en 2017. Al mismo tiempo, la magnitud de los que se encuentran en pobreza extrema se elevó desde 51,5% hasta 61,2%.

María Gabriela Ponce, sociólogo, quien se desempeña en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, explica que para determinar la pobreza extrema se estableció una canasta de cincuenta alimentos, igual a la que utiliza el Instituto Nacional de Estadística (INE), que para el momento de la recolección de datos tenía un costo de 686 mil bolívares. Para calcular la pobreza no extrema se multiplicó por 2,1 el valor de esta canasta de alimentos.

 “Esto nos da una idea del impacto de la inflación. Hoy en día con 686 mil bolívares solo se puede adquirir un cartón de huevos”, dice María Gabriela Ponce.


 Además del indicador basado en el ingreso, la Encovi realiza una medición multidimensional soportada en cuántos hogares presentan una o más de las siguientes características: viviendas inadecuadas, viviendas sin servicios de saneamiento básico, inasistencia escolar de los niños, hacinamiento crítico y alta dependencia económica. Con estos elementos se construye la pobreza por necesidades básicas insatisfechas.

Explica María Gabriela Ponce:

 “Combinando medidas de pobreza estructural como la que arroja la medición de las necesidades básicas insatisfechas y coyunturales, como la que surge del cálculo por la línea de ingreso, se construye un indicador integrado que permite saber cuánta de la pobreza es reciente y cuanta es crónica o difícil de superar. Del total de pobreza, 56% es reciente y 30% crónica. Si se mantiene el empobrecimiento como hasta ahora, año a año, el peso de la pobreza reciente será menor, el de la crónica mayor y en consecuencia a los hogares les costará mucho más salir de la pobreza”.

 La Encovi realiza una tercera medición de la pobreza que se ajusta al método adoptado por la Cepal, conocido como multifactorial. Este toma en cuenta cinco variables: condición de la vivienda (piso de tierra, ocupación ilegal, tres o más personas en un cuarto), servicios (abastecimiento de agua por vía distinta al acueducto, interrupción del servicio eléctrico), estándar de vida (ingresos per cápita insuficientes para cubrir necesidades alimentarias), educación (rezago e inasistencia escolar de los niños), trabajo y protección social (hogares donde al menos una persona de entre 15 y 65 años de edad está desempleada o donde ninguna tenga seguro, jubilación o algún sistema de previsión social).

 “Este indicador muestra el tamaño de nuestro empobrecimiento y sus causas. Entre 2015 y 2017 aumentó en 10 puntos porcentuales desde 41,1% hasta 51,1%, lo que quiere decir que el empeoramiento de la calidad de vida no sólo se relaciona con la pérdida del poder de compra sino que afecta las dimensiones más estructurales de los hogares”, afirma María Gabriela Ponce.
Agrega un dato que evidencia que la situación es más precaria en las ciudades pequeñas y caseríos: “Hay una profunda desigualdad territorial. En Caracas, donde vive menos del 20% de la población, la pobreza multidimensional alcanza el 34% de los hogares; en la zonas menos pobladas donde en conjunto vive alrededor del 25% de la población, la pobreza más que se duplica y alcanza 74%”.

Luis Pedro España, sociólogo y quien junto a María Gabriela Ponce realiza el estudio de pobreza, indica que “está creciendo la pobreza estructural porque no hay una política social sectorial que distinga las necesidades de los hogares de acuerdo a sus distintas características y evite las prácticas que llevan a que una familia se atornille en la pobreza como la reducción del consumo, deserción escolar, iniciación temprana en el trabajo y liquidación de activos. Estas son las cosas que hacen que una crisis de ingresos se transforme en un alza de la pobreza estructural”.


Los programas sociales que el gobierno engloba bajo el paraguas de Misiones prácticamente han desaparecido y se limitan a la entrega intermitente de las cajas o bolsas de comida por parte de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).

El número de personas atendidas por Barrio Adentro (la misión emblemática en el área de salud) cayó desde 2,6 millones en 2015 a menos de 200 mil en 2017 mientras que 12,6 millones de personas afirma haber recibido alimentos a través de los CLAP.

 “La frecuencia de recepción de las bolsas o cajas CLAP es discrecional. Poco más de la mitad de los hogares beneficiarios no la reciben periódicamente, porcentaje que aumenta al 69% en las ciudades pequeñas y caseríos”, añade María Gabriela Ponce.

El hambre

Marianella Herrera, médico y profesora de la Universidad Central de Venezuela, resumió los hallazgos en materia de alimentación:

“El 89,4% dice que el ingreso familiar es insuficiente para la adquisición de alimentos, 70,8% señala que desde junio de 2016 ha experimentado alguna situación en la que los alimentos que tiene no son suficientes y no cuenta con dinero para comprar más, mientras que 70,1% ha experimentado alguna situación en la que el dinero no alcanza para comprar comidas saludables y balanceadas”.

Agrega Marianella Herrera que 79,8% afirma que en los últimos tres meses ha comido menos porque no había suficiente comida en el hogar y 78,6% porque la escasez le impidió adquirir los alimentos, mientras que 61,2% se ha acostado con hambre.

“Para determinar Inseguridad Alimentaria, tres o más respuestas positivas permiten clasificar a un hogar como inseguro desde el punto de vista alimentario. El resultado es que el 80% de los hogares presenta inseguridad alimentaria, 8,2 millones de venezolanos ingieren dos o menos comidas al día. Seis de cada diez venezolanos han perdido aproximadamente 11 kilos de peso en el último año por hambre” explica Herrera.

 La dieta tradicional continúa perdiendo calidad y cantidad. Destaca la disminución del aporte de harina de maíz, y la que se expende en su mayoría es importada, la cual no está enriquecida como lo exigen las regulaciones nacionales. La dieta se centra en arroz, maíz, harina de trigo y tubérculos”, añade.


La educación

El fracaso escolar o un nivel bajo en educación es un factor determinante para caer en la pobreza y perpetuarse en ella. Anitza Freites, Directora General del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, señala que “se estima en 12 millones 734 mil la población de 3 a 24 años, de los cuales casi 9 millones 931 mil asisten a un centro de enseñanza”.

La Encovi indica que en el quintil uno, donde se ubica la población más pobre, el porcentaje de asistencia escolar de quienes tienen entre 3-24 años cayó desde 69% en 2015 a 59%, pero también se han visto afectados el resto de los estratos sociales.

La pérdida de poder adquisitivo de las familias comienza a incidir y ha caído la demanda de servicios educativos privados entre la población de los estratos socialmente más aventajados. En 2016 el 46% de la población entre 3-24 años del quintil cuatro y 55% del quintil cinco (el más rico) cursaba en algún centro de educación privada, proporción que desciende en 2017 a 35% y 43% respectivamente.

Un aspecto relevante es que la alimentación incide en la asistencia a la escuela y el liceo en el estrato de menos ingresos. Anitza Freites afirma que “en el quintil más pobre, 3 de cada 4 dejan de ir a la escuela alguna vez por falta de comida. Se necesitan mecanismos de protección social para niños, niñas y adolescentes quienes son sujetos de doble violación de sus derechos al ser vulnerados su derecho a la alimentación y a la educación, hecho que compromete seriamente su futuro”.

Empleo precario

Existe una correlación entre la pobreza y las condiciones que tienen los trabajadores. El economista y director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, Demetrio Marotta, detalló los resultados de la Encovi en lo que respecta al empleo, y precisó que en 2017 la tasa de desempleo abierto se ubica en 9% y afecta a 1 millón 177 mil personas.

No obstante, al sumar a este indicador el 2,2% que se ubica en el subempleo, es decir, labora menos de 15 horas a la semana, y el 4,1% que gana menos de un salario mínimo integral y trabaja más de 40 horas a la semana, el desequilibrio laboral es de 15,3%.

La precariedad del empleo queda al desnudo al observar que 44% de los ocupados no tiene ningún tipo de contratación y 10% lo hace con un contrato verbal. Asimismo, 37% de los ocupados trabaja por cuenta propia, proporción que en 2014 se ubicaba en 30,6%.

Producto de la fuerte recesión que golpea a la manufactura y la construcción, el porcentaje de ocupados en estos sectores cayó desde 20,7% en 2015 hasta 11% en 2017.

 “El trabajo productivo y eficiente pierde significado y valor social. Se requiere, a mediano plazo luego de un programa de ajustes, un plan de reinserción y reeducación de cara al mercado laboral”, dice Demetrio Marotta.

La salud

Marino González, médico y profesor de la Universidad Simón Bolívar, explicó que una muestra de la pérdida de calidad en los servicios de salud es que solo el 19,2% de las mujeres embarazadas que se ubican en el estrato más pobre de la población acude a control desde el primer mes y 38,5% desde el segundo mes.

Al analizar la protección con la que cuentan las familias, la encuesta señala que 68% de la población no tiene seguro de atención médica, aun considerando como un seguro al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).

 “Venezuela vive un shock prolongado en lo político, lo económico y lo social. Debemos tomar en cuenta que los datos de esta Encovi se recogieron cuando la hiperinflación no había comenzado a mostrarse abiertamente, por lo tanto, la situación en este momento debe ser peor en todas las áreas”, concluye Marino González.

21-02-18




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