Miguel Méndez Rodulfo 16 de febrero de 2018
Montreal
es la capital de Quebec, una de las 10 provincias (la más grande) que conforman
Canadá. Esta es una región mayoritaria de francófonos y en la que el idioma
oficial es el francés. Montreal, otrora capital financiera de Canadá, ha visto
pasar sus mejores épocas y hoy día no es una ciudad tan competitiva como Toronto.
Muchos estudiosos de esta transición comentan que pocas veces en la historia
una ciudad ha transferido lo mejor de su capital humano, sus empresas
fundamentales y sus emprendedores más creativos, a otra ciudad, como Montreal
lo hizo en favor de Toronto. ¿Cómo se explica esto? Todo comenzó a principios
de los años 70 cuando se entronizó en la sociedad quebequense la idea de
separarse de Canadá y crear un estado propio. Esta idea la promovió el Partido
Quebequés, de corte independentista y de afiliación socialista, como lo eran
entonces los partidos contrarios a la derecha, no ubicados al centro como la
Social Democracia, sino más a la izquierda.
Este
partido llegó al poder en el año 1976 y consiguió celebrar legalmente dos
referéndums por la independencia en 1980 y en 1995, ambos fallidos, pero el
último se perdió por apenas 50.000 votos. La impronta de este planteamiento
secesionista dejó su huella en la sociedad, la política y la economía de Quebec
por más de 20 años, lapso durante el cual imperó la incertidumbre, la
desconfianza, la polarización y las divisiones. Desde que los independentistas
tomaron el poder, la gente sacó sus ahorros de los bancos para llevarlos a
otras regiones más estables; luego se impuso la salida de importantes empresas
y el éxodo de cientos de miles de personas.
Una
medida que atizó la desconfianza fue la imposición del francés como lengua
oficial, cuando este idioma había coexistido con el inglés como lenguas de
habla compartida, que los ciudadanos usaban indistintamente. Como consecuencia
de esto y del clima político, de la operación bajo incertidumbre y ante el
miedo de probables medidas estatistas, el sector financiero se mudó a Toronto.
La mayoría de los bancos migraron a Ontario y nunca más volvieron. De los ocho
bancos de Quebec, sólo uno mantuvo su sede en la provincia francoparlante.
Incluso el Banco de Montreal se fue, conservó su nombre, pero se estableció en
Toronto. Lo peor que le ocurrió a la capital de Quebec no fue tanto la pérdida
de empresas, sino que alrededor de 400.000 personas se fueron de Quebec,
principalmente jóvenes, del sector financiero y del mundo de los negocios. El
crecimiento se frenó y durante las décadas de los años 80 y 90, no hubo
inversiones ni construcción significativa de obras civiles. El precio de la
vivienda cayó a la mitad.
Detrás
de todo esto subyace la idea de que a los inversionistas no es que estuvieran
disgustados con la idea de independencia, es que no les gusta la inestabilidad.
Entre 1976 y 1995 la provincia perdió 200.000 habitantes anglófonos, por
motivos económicos y políticos. Muchas empresas siguieron el mismo camino. De
1981 a 2006, el PIB quebequés creció un 2,3 por ciento de media, frente al 3
por ciento en el resto de Canadá. Hoy el canadiense medio es 6.000 dólares más
rico que su equivalente quebequés. Toronto, la capital de Ontario, se ha
consolidado como centro económico y financiero de Canadá. Desde los años 70, el
número de personas que han emigrado rebasa el medio millón, destacando, además,
el envejecimiento poblacional, que empeora el problema de la deuda: más
pensiones y más Sanidad con menos cotizantes. Las dos grandes áreas
metropolitanas, Toronto y Montreal, tenían en 1976 aproximadamente el mismo
número de habitantes. Pero mientras la primera ha más que duplicado su número,
Montreal apenas ha crecido un 30%. Esta experiencia real deberán tomarla en
cuenta Londres, Barcelona y cuantas ciudades sufran del gusanillo
nacionalizador.
Miguel
Méndez Rodulfo
Caracas,
16 de febrero de 2018
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