Por Henrique Capriles
Este Gobierno ha demostrado
que sólo sabe conducir en retroceso y por más que se le enseñe la manera de
frenar para evitar caer en el abismo y de enrumbar al país hacia una senda de
crecimiento, su afán destructivo y su ambición lo llevan a mantenerse en una
dirección de desastre.
Venezuela, como otros países
antes que el nuestro, enfrenta situaciones económicas, políticas y sociales que
parecen insuperables, pero la historia ha demostrado que con políticas
adecuadas, dirigidas por gobiernos que quieran de verdad la recuperación
económica, el rescate es posible.
Los venezolanos no nos
podemos permitir pensar que todo tiempo pasado fue mejor, como se dice
popularmente. Es cierto que de mantenernos por el camino actual y con lo que
han sido los primeros 45 días del 2018, no hay que ser un experto en economía
para darse cuenta de que este año será peor, y por mucho que el 2017. Pero no
nos podemos quedar con esa idea, observando con los brazos cruzados cómo se
cumple el maquiavélico plan del Gobierno.
Venezuela sufre un proceso
de hiperinflación que está destruyendo el salario, la pensión, la jubilación,
el ahorro, la salud, la alimentación y a todo el país. La inflación del mes de
enero fue de 84%, mientras la anualizada alcanzó 4.068%. Si esa tendencia se
mantiene, al final de 2018 podríamos tener una inflación superior a 100.000 %.
Por cuarto año consecutivo
encabezamos la lista de las economías más miserables. ¡Qué indignante! Esto
ocurre en el país con las mayores reservas petroleras del mundo.
Siempre he dicho que
Venezuela tiene más futuro que pasado y lo sostengo. Pero también podemos echar
mano de la memoria y recordar que en nuestra tierra producíamos nuestros
alimentos y que las industrias generaban empleos.
Ese contraste entre lo que
llegó a ser nuestro país y en lo que se ha convertido por la acción de un
Gobierno que atenta contra todo lo que estaba de pie debe ser un estímulo para
la reconstrucción de Venezuela.
Tenemos los mejores recursos
naturales, pero especialmente el recurso más valioso que es el humano. Ambos
están luchando por sobrevivir en un ambiente adverso pero en cuanto comiencen a
cambiar las condiciones por unas que les faciliten desarrollarse, no habrá nada
que los detenga.
Los venezolanos tenemos que
estar preparados para darle a nuestra economía el impulso que necesita. Esas
ideas ya están pensadas, ya existen grupos y personas preparando propuestas
sobre cómo salir del atolladero económico, el único que no quiere escucharlas
es Maduro, a quien sólo le obsesiona cubrirse 6 años más con la impunidad que
le da estar en el poder.
El país requiere un plan de
recuperación económica que primero le ponga freno a la hiperinflación. Ese es
el primer paso para que comience un proceso de crecimiento de la economía que
revierta el empobrecimiento de la población. Pero eso no se va a lograr con
este Gobierno que fue el que nos trajo hasta aquí.
No hay manera de obtener
resultados distintos si se aplica el mismo tratamiento. Y eso es exactamente lo
que sigue haciendo el Gobierno. Cada “nuevo” anuncio es como un viaje al
pasado. El mismo discurso y las mismas medidas fracasadas maquilladas con
nuevos nombres y enroque de actores.
Maduro tiene el descaro de
afirmar que después del 22 de abril va a trabajar por el “milagro económico”.
El primer milagro sería que trabaje, pero si sabe cómo lograr la prosperidad
económica que promete, por qué tiene que esperar a abril. Es criminal este
chantaje electoral porque mientras llega esa fecha hay cientos muriendo de
hambre y muriendo por la escasez de medicinas.
Acabaron con la industria
petrolera y los precios del petróleo siguen cayendo, el Gobierno está cada vez
más aislado y se le han cerrado las fuentes de financiamiento, de modo que para
financiarse lo único que le queda es la emisión de dinero y eso presiona cada
vez más la inflación.
Para frenar el retroceso e
iniciar la recuperación lo primero que se debe hacer es sustituir el control de
cambio por un régimen de libre convertibilidad. La solución no es relanzar el
Dicom; mientras sigan imperando los controles la brecha cambiaria seguirá
creciendo.
Yo suscribo la propuesta de
nuestro diputado José Guerra quien asegura también que es fundamental eliminar
el bolívar fuerte, una moneda en la que ya nadie confía, y sustituirlo, pero no
por el dólar, sino por otra moneda nacional.
Otra medida indispensable es
el refinanciamiento de la deuda externa, para superar el default y lograr la
posibilidad de financiamiento de cara a la recuperación de las exportaciones y
el aparato productivo. Ello permitirá mover los engranajes que conduzcan a la
generación de empleo, a la recuperación del ingreso y de la calidad de vida de
los venezolanos.
Ante la situación a la que
han llevado a nuestra industria petrolera, con una Pdvsa que no tiene cómo
invertir, el otro aspecto a considerar es la promoción de la inversión privada
para aumentar la producción petrolera, que en 2017 se contrajo en 650 mil
barriles diarios.
Hay que estabilizar la
economía y eso nunca ocurrirá con este Gobierno, por eso los venezolanos
tenemos que unirnos y remar en una sola dirección para poner fin a los planes
de Maduro de perpetuarse en el poder a costa de la desgracia de nuestro pueblo.
Venezuela no aguanta más, el
hambre se ha extendido por todo el país y este Gobierno pretende que le den 6
años más en el poder.
Tenemos que lograr el cambio
político que haga factible encausar nuestra economía, pero ese cambio debe
darse en paz, recuperando la vía constitucional, electoral y democrática, y es
en ese sentido que estamos orientando todo nuestro esfuerzo.
No hay tiempo que perder, el
país necesita respuestas y estamos obligados a dárselas.
Venezuela siempre va a valer
la pena y por eso pido a Dios para que nos ayude en la difícil tarea que
tenemos por delante.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
18-02-18
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