Por Piero Trepiccione
En los últimos tiempos las
tres figuras que ejercen una influencia determinante en el gobierno y en
la política venezolana sin duda alguna son Nicolás
Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez. Los tres, desde sus
respectivas esferas: Maduro en lo burocrático-institucional y emblemático
(heredero público de Hugo Chávez); Diosdado en lo militar-organizativo y Rodríguez
en lo estratégico-comunicacional; prácticamente constituyen una orquestación
que dirige los destinos del país y la articulación política alrededor del
proyecto “revolución bolivariana” en el Gobierno.
Mucho se ha especulado sobre
la posibilidad de una división entre estos factores de poder en el seno
del chavismo que debilitaría enormemente su capacidad de actuación
monolítica y pondría en riesgo inclusive su estadía al frente del gobierno
central; pero la verdad verdadera es que, frente al deterioro abrupto de las
condiciones de vida de los venezolanos, el deslave económico al que
nos ha conducido el esquema de políticas públicas y el cada vez más
agudo cerco de la comunidad internacional sobre el
Gobierno este triunvirato, lejos de dividirse, se aglutina y se
cierra como mecanismo de defensa frente a la coyuntura actual.
Estos tres actores
fundamentales de las fuerzas chavistas se han venido atrincherando para cerrar
filas en defensa de su proyecto, independientemente de las consecuencias que
esto está generando en la población venezolana.
Este 2018 parece ser un año
determinante en materia de definiciones políticas. Con los niveles
de hiperinflación y recesión a los que está sometida nuestra
economía, difícilmente se pueda mantener el mismo rumbo de las dos últimas
décadas. Es decir, el cambio, inevitablemente, pudiera estar cercano.
El problema radica en que si
tienes un triunvirato firme y cerrado que no da pie para generar válvulas de
escape constitucionales, las cosas pueden llegar a complicarse de tal manera
que la población va a resentir aún más las dificultades. Esto puede
llevarnos a escenarios donde la política se continúa por otras vías.
Allí es donde la geopolítica
continental se está moviendo cada hora y no lo estamos apreciando en su justa
dimensión. Rusia, China, Cuba, la Unión Europea, los EEUU y los países
latinoamericanos de mayor peso económico en la región (Brasil, México,
Colombia, Argentina y Chile) pueden hacernos aterrizar en un conflicto
bélico si el triunvirato sigue manejando el concepto de atrincheramiento
hasta el final. Ojalá la sindéresis se imponga.
17-02-18
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