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domingo, 18 de febrero de 2018

Unidad contra la dictadura por @perroalzao



Por Arnaldo Esté


Hay que darle la pelea a la dictadura.

El fraude está cantado y en marcha, pero hay que unirse para dar la pelea contra ese fraude y todas violencias que seguirán y que serán muchas.

Las divisiones del gobierno ayudan y cada vez son menos los que aún se refugian en pretensiones ideológicas. El discurso oficial se queda en consignas y rezongos para alimentar su poder y complicidad. El cultivo de la mendicidad es reiterado en billetes y regalos sin mayor valor. La crisis general invade todos los resquicios de la vida social e individual haciendo menudear las protestas. La infraestructura en vías y servicios se desploma y los ingenieros anuncian una caída de la energía eléctrica que lo paralizaría todo.

Frente a eso, el apoyo internacional ha crecido y sigue haciéndolo. Nos toca a todos corresponder superando el escepticismo y la amargura y, para ello, hay que incrementar nuestra fuerza, hacer conciencia de ella y expresarla con la unidad. La unidad requiere, además de decisiones y acuerdos, de unos símbolos que con economía de recursos lo expresen, y esos símbolos se deben mostrar en el juego electoral. Hay que participar en la farsa a sabiendas de lo que es, pero sabiendo también que hay que enfrentarla y desenmascararla con todos los recursos.

Cuando escribo ahora, sé que los dirigentes opositores están reunidos y en consulta y es bien posible que para el sábado, cuando esto se publique, ya tengamos una propuesta, un candidato y un acuerdo para apoyarlo.


Democracia y diversidad

En anteriores escritos me he referido los valores éticos y su importancia en la educación, en la formación de la gente. En las últimas dos semanas toqué la dignidad y la participación como inherentes a la profundización de la democracia.

Ahora toco esto de la diversidad. No es un valor establecido y en las aulas y en los juegos sociales, incluida la política, la diversidad resulta incómoda. Las relaciones entre las personas están priorizadas por la concepción tradicional y elemental del poder que lo realiza como la negación o ignorancia de los diversos, como una propiedad alinderada y más bien física. Pero la diversidad como valor emergente implica que el logro de una creación o un producto está mucho más asociado al acopio de los otros, de los diversos que a su ignorancia o sometimiento. Así, el liderazgo responde ahora más a una capacidad para concertar y sumar que para mostrar brillo o estatura. Las formas de comunicar, lo digital y los mestizajes mundiales consiguientes, nos lo reiteran y evidencian.


17-02-18




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