Fernando Mires 20 de febrero de 2018
Te
escribo “a la rápida” solo para responder a tu pregunta. ¿Votar o no
votar?
Sé que
hoy o mañana se tomarán las decisiones. He sabido que VP jugó nuevamente a
posición adelantada lo que no favorecerá ni a la unidad ni a VP. He sabido,
además, que un grupo de partidos irrelevantes ha decidido polemizar con el
Grupo de Lima, cuando se trata de hacer justamente lo contrario: sin
subordinarse a ningún dictamen externo, buscar un ajuste entre las decisiones
internas y la opinión de la llamada comunidad internacional.
Para
abreviar: creo que hay tres posibilidades. La primera es la abstención. La
segunda es votar. La tercera es la participación.
La
abstención aparece como muy lógica dado el carácter fraudulento
de las elecciones convocadas por el régimen y el llamado a desconocer sus
resultados hecho por el Grupo de Lima. Pero desde el punto de vista político,
llamar a la abstención sin señalar que se va a hacer para llenar el hueco entre
lo electoral y lo político, parece ser una tremenda irresponsabilidad.
¿Salir
a las calles a demostrar? ¿Repetir con calco las movilizaciones del 2017 con el
“maduroveteya” y toda la parafernalia que conocemos? ¿Manifestaciones donde se
verán las caras los mismos de siempre? ¿O esperar la invasión norteamericana o
marciana con las damas perfumadas? ¿O serán computados nuevos cadáveres con la
esperanza de que algún general patriota recapacite?
Seamos
francos: la abstención anti-electoral no conducirá a nada si no se manifiesta
como una entidad política activa. Cuando más alcanzará un carácter
testimonial o simbólico. Y eso -tú lo sabes muy bien- no sirve para nada.
La
segunda alternativa es llamar a votar deportivamente. Por
supuesto, una decisión de ese tipo chocará con la resistencia de la
mayoría de los partidos e incluso de la ciudadanía. Y con razón. No se va a
votar en contra de un gobierno formal sino en contra de una dictadura.
La
tercera posibilidad es llamar a participar. Aunque colinda con la
posibilidad de votar no es exactamente lo mismo que llamar simplemente a votar.
Llamar a participar significa inscribir a un candidato cuya tarea, acompañado
por los demás líderes o dirigentes de la oposición, deba ser la de ejercer toda
la presión posible en contra de la dictadura, convirtiendo a la campaña
electoral en una rebelión ciudadana a favor de elecciones libres y
democráticas, campaña que sin duda, será apoyada por la llamada comunidad
internacional.
Te
comento: ayer escribí un twitter que decía más o menos así: “hay quienes
afirman que dictadura no sale con votos, aunque ha habido dictaduras que sí han
salido con votos. Lo que no ha habido nunca son dictaduras que solo salen como
consecuencia de la presión internacional”. Creo que eso es cierto.
Hoy
agregaría lo siguiente: “tampoco ha habido dictaduras que abandonen el poder
solo como consecuencia de la presión nacional”
Las
dos presiones deben existir. Una ya existe, la internacional. La otra, la
nacional, existe, pero por el momento, solo de modo potencial. Ahora, para que
las dos existan al mismo tiempo no deben ser ni contradictorias ni excluyentes
entre sí.
La
hegemonía, la conducción y el carácter de la lucha deben estar dirigidos desde
el interior, de eso no cabe duda. Nunca se ha dado ni se dará el caso
de que la presión internacional sustituya a una oposición nacional. Por
supuesto, no estoy hablando de guerras ni de intervenciones armadas. Estoy
hablando de política.
La
presión internacional, en suma, no es determinante pero sí puede ser decisiva. Pero
no será decisiva –y a eso voy- si esa solidaridad carece de un sujeto opositor.
Ya te
lo dije una vez: la política tiene rostros, nombres y apellidos. La política es
antropomórfica. Elegir a ese rostro, a ese nombre y a ese apellido –no tiene
que ser necesariamente un Mandela- es decir, a alguien que esté en
condiciones de realizar la conexión necesaria entre el espacio internacional y
el último rincón rural de tu país- tiene una importancia política
existencial, sobre todo en momentos donde el régimen parece perder los estribos
(he leído por ejemplo que Maduro intenta convertir a Colombia en sus Malvinas)
Disculpa
mi apresurada redacción. Como ya te lo advertí, te escribo hoy 18.02.2018, “a
la rápida”. Muy a la rápida. Ya escribiré, pero con más tranquilidad, un
articulo al respecto.
Saludos
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