Por Héctor Antolínez Malavé
El arroz y sus derivados se
llevaron el primer lugar apareciendo en 78,8% de los hogares venezolanos, esto
mientras la harina de maíz se ubicó en el segundo puesto con 73.6% de presencia
en las casas
En un contexto económico
como el que vive Venezuela, marcado por la hiperinflación y la escasez, no es
de sorprender que para 2017, la mayoría de los ciudadanos perdieran peso y
vieran forzosamente alterada su dieta.
Según las cifras expuestas
por la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi 2017) ofrecidas por la
Universidad Central de Venezuela, la Universidad Católica Andrés Bello y la
Universidad Simón Bolívar, el declive en la calidad de la alimentación de los
venezolanos se mantuvo para el año pasado, igual que como ha venido ocurriendo
desde el 2014, esto a pesar de la entrada en escena de las cajas CLAP y otros
programas sociales de alimentos implementados por el gobierno de Nicolás Maduro.
La encuesta, que se llevó a
cabo entre julio y septiembre del 2017, y que entrevistó a 6168 hogares de
distintas partes del país reflejó que uno de los principales cambios en la
dieta de las personas llegó con el desplazamiento de la harina de maíz precocida
como el principal producto de consumo en los hogares.
El arroz y sus derivados se
llevaron el primer lugar apareciendo en 78,8% de los hogares venezolanos, esto
mientras la harina de maíz se ubicó en el segundo puesto con 73.6% de presencia
en las casas. Estos dos productos, junto con el pan y las pastas (73.2%)
reflejan que la dieta de los venezolanos se ha concentrado principalmente en
carbohidratos, desplazando así a las proteínas.
En el caso de las carnes
rojas, estas solo están presente en el 39.9% de los hogares, lo que equivale a
decir que 6 de cada 10 familias no están consumiendo el producto. El pescado
(39.3%), la carne de aves (34.3%) y los huevos (33.5%), reemplazos
tradicionales a la carne de res, ya no cumplen su función y ahora tienen inclusive
menor presencia en los hogares.
Ante esta realidad, la
Encovi 2017 realizó preguntas para tratar de englobar la realidad de la
alimentación en las familias.
En total, fueron 89,4% de
los hogares los que manifestaron que el ingreso familiar no es suficiente para
la compra de alimentos dentro y fuera del hogar. De igual forma, 70.1% de las
familias aseguraron que el dinero no les alcanza para comprar comidas
saludables, y 63,2% reportó que, al menos una vez dentro de los tres últimos
meses (al momento de ser encuestados), un adulto en la residencia recortó sus
comidas o se las saltó porque no había dinero suficiente para comprarlas. La
cantidad de respuestas positivas a malos escenarios que recibió la encuesta
permitió al equipo de las universidades determinar que al menos 80% de los
hogares en Venezuela presentan "inseguridad alimentaria".
Esta tendencia ha llevado a
que en la gran mayoría de los venezolanos perdiera peso en el 2017.
Específicamente se estaría hablando de 64.3% de los encuestados que
reconocieron haber disminuido su masa corporal en 11.4 kilogramos.
Otro grupo más reducido,
correspondiente al 7.2% afirmó que por el contrario aumentó de peso,
registrando una ganancia de 7.6 kilos en el 2017. Aunque esto posiblemente se
deba a la predominancia de los carbohidratos en la dieta de las personas y no a
una mejor calidad de las comidas.
Un tercer grupo compuesto
por 28.4% de los encuestados aseguró que en todo el 2017 no experimentó un
cambio de peso digno de ser declarado.
El desayuno es la comida más
sacrificada y las meriendas casi no existen
Encovi también permitió un
mapa sobre la regularidad con la que los venezolanos comieron el año pasado, y
reflejó que el desayuno fue la comida que más se saltearon los ciudadanos.
En total 80% de los
consultados aseguró que desayuna todos los días, lo que se traduce en que 1 de
cada 5 personas se salta dicha comida. De igual forma, la encuesta encontró que
las otras dos principales comidas del día: el almuerzo (95% de regularidad) y
la cena (94%) son bastante consistentes en la dieta del venezolano. Otra
historia es la de las meriendas.
Al momento de ser
preguntados sobre meriendas en la mañana, tarde y noche, los encuestados
respondieron de una forma que hace entender que solo una minoría muy reducida
en efecto come estas comidas. Solo 3% respondió que come meriendas en la
mañana, mientras que 8.6% dijo hacerlo en la tarde y 3% dijo merendar en la
noche.
Llevando los porcentajes a
números se puede apreciar que para el año se estaría hablando de unas 8
millones 130 mil personas que habrían comido 2 comidas (o menos) por cada día.
Algo que representa una ligera recuperación al momento de ser comparada con la
cifra del 2016 en la que el porcentaje alcanzaba 32.5% lo que representaba unas
9 millones 600 mil personas aproximadamente.
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