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sábado, 24 de febrero de 2018

Al maestro Atilio con cariño por @CECODAP @FERNANPEREIRAV


Por Fernando Pereira


“Educadores venezolanos también buscan mejor calidad de vida en el extranjero”, fue el trabajo con el que Efecto Cocuyo recogió la situación de los docentes en su día (15-01-18).

Quienes trabajamos en el sector no hay día en que no nos llegue la queja desesperada de algún directivo buscando completar su nómina o los comentarios en reuniones y talleres sobre la cantidad de docentes que han renunciado en los últimos meses en escuelas de Fe y Alegría, de Avec, privadas. Como se recoge en el reportaje, ya no se trata de hechos aislados aunque algunas autoridades insistan en que es así.

Los ya mermados beneficios que han atentado contra lacarrera docente desde hace años fueron pulverizados por los efectos de la voraz inflación. No es cuento que algunos deban gastar más en transporte que lo que perciben en su menguada quincena. “Debo atender a los hijos de otros y no tengo ni siquiera para darle lo básico a los míos”, deja escapar una docente que ha dedicado toda su vida a la enseñanza.

Maestros Inspiradores

Ágora y Ashoka de Venezuela organizaron un concurso de cartas dirigido a docentes que pudieran dirigir sus misivas a ese maestro que lo inspiró a ser quién es, a abrazar la educación como forma de vida. Desde Cecodap apoyamos esta iniciativa por considerar hay que animar, acariciar positivamente a esos héroes y heroínas que se mantienen en las aulas de clases especialmente en estos momentos de adversidad.


Orquídea Flores obtuvo el primer puesto con la carta con la que honró a su profesor de inglés. A continuación el texto premiado:

“En honor al Profesor Atilio, mi inspiración. En una modesta casa ubicada en la calle Liberal, entre las plazas Miranda y Bolívar del casco histórico de Barcelona, capital del Estado Anzoátegui, un pequeño aviso decía: “Clases de inglés y matemáticas” y una pizarra con rastros del verbo to be, 4 sillas de mimbre en un porche… era el aula. Una voz ronca, profunda y con un español con acento de inglés británico, nos ofrecía la bienvenida con un “Good morning”. Ante mí, un señor de tez morena, robusto y con una estatura mayor de 1.90, con ojos grandes y mirada profunda, pelo enrulado y una boca con labios muy gruesos – creo que sobre lo normal- y lo que más me llamó la atención fueron su pasos al caminar, una pierna se quedaba atrás. Vestido con franela impecablemente blanca, tirantes que sostenían su pantalón caqui y mocasines bien lustrados; uno de ellos deformado por la forma de su pie. Solo años después, al visitar a New Orleans, recordé su imagen reflejada en los cantantes de Jazz, alrededor del French Quarter. Recuerdo cuando mi madre le saludó y le explicó por qué estábamos allí, y su pregunta fue: – ¿Ud. quiere aprender Inglés? Yo respondí: – Sí. Ud. me dijo: para aprender inglés necesitarás oír con atención, hablar sin temer al qué dirán, escribir y leer con entusiasmo y hacerte amiga de un diccionario – si es británico mejor-. La Gran Lección: Solo 6 semanas fueron suficientes para que el intensivo de inglés, que Ud. con su pizarra, tiza, su británica entonación y su viejo diccionario me llenara de emoción al mejorar mi pronunciación y mi vocabulario. Cada lección era propia de un profesor nativo con sus modismos e idioma, con reglas claras y elementos claves para la comprensión, que sirvieron para definir mi vocación y a los 12 años, supe que quería ser como Ud. Profesor. Su hablar pausado, la repetición ante la duda, con paciencia y sus elementos para orientarme: desde un ejemplo con sonidos, una flecha en tiza de colores, una imagen; me iban indicando cómo facilitar la comprensión, desde ese momento que fui alumna, supe lo que debía ser como profesora en el futuro. Hoy solo sigo sus pasos, gracias a la mística de su vocación. Por mi madre supe, que jamás pisaste una escuela o universidad, que tu caminar fue producto de la poliomielitis y que en una caja por años te arrastraste y así fue como en el cuarto de un inquilino de tu hogar, un diccionario británico encontraste, y muchos de esos petroleros trinitarios, que en tu casa se residenciaban, el inglés te explicaban y las matemáticas te enseñaban. Saber que cuando adolescente comenzaste a caminar y que vecinos y allegados a San Celestino, Patrono de Barcelona, el milagro le otorgaba; me motivaron a dedicar mis años de servicio a estudiantes con discapacidad y con compromiso cognitivo. Gracias mi profesor Atilio por su motivación”.

Orquídea inspiradora.

Conocemos su trabajo como profesora en un liceo público de Ruperto Lugo en el oeste de Caracas. Sabemos de las limitaciones y del áspero contexto. Pero ella sigue empecinada en hacer lo que soñó, lo que siempre ha hecho. Para Atilio, Orquídea y todos los maestros con vocación de Venezuela nuestro reconocimiento. Son nuestra inspiración.

22-02-18

http://efectococuyo.com/opinion/al-maestro-atilio-con-carino


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