Por Víctor Salmerón
Desde 2014 la economía
venezolana no deja de contraerse y el país sufre uno de los peores desastres de
la historia contemporánea. José Manuel Puente, profesor del IESA y de la
Universidad de Oxford, y Jesús Rodríguez, académico de la Universidad de
Warwick, calculan la magnitud del descalabro en su investigación Venezuela
en etapa de colapso macroeconómico: un análisis histórico y comparativo.
Para el período 1980-2017,
el análisis emplea datos de 192 países registrados por el Fondo Monetario
Internacional (FMI). En el caso de Venezuela se tomaron las cifras del Banco
Central entre 1950 y 2015. Ante la decisión del gobierno de ocultar la
información oficial, se usaron proyecciones del FMI para el intervalo 2016 –
2017.
Puente indica:
“Tomando en cuenta la
proyección del FMI de que la economía venezolana retrocedió 18% en 2016 y 12%
en 2017, en los cuatro años del período 2013-2017 el PIB (Producto Interno
Bruto) se redujo 34,6%, es decir, desapareció más de un tercio de la producción
total de bienes y servicios. Un colapso solo comparable con economías que han
vivido grandes desequilibrios macroeconómicos o conflictos bélicos”.
Similar a una guerra
Venezuela ocupa la octava
casilla en el ranking de los países que padecieron una contracción
ininterrumpida del PIB durante cuatro años entre 1980 y 2017. Es el único país
latinoamericano de la lista, superando a Zimbabue, Congo y Bulgaria. En el
primer lugar se ubica Libia, con una reducción de la economía de 67,9%, seguida
por Ucrania, Sierra Leona, Arabia Saudita, Tayikistán, Moldavia y
Turkmenistán.
Puente destaca un aspecto
relevante:
“Al menos la mitad de los
países de esta clasificación han estado inmersos en guerras civiles o alta
conflictividad política. Otro aspecto a resaltar es que a excepción de Libia,
Zimbabue y Venezuela, el resto de los casos se produjeron durante los años
ochenta y noventa, es decir, en las últimas dos décadas los colapsos de esta
magnitud son una rareza. Libia sufre una guerra civil mientras que Zimbabue ha
sido objeto de sanciones por parte de la Unión Europea y Estados Unidos por
recurrentes violaciones de los derechos humanos”.
Líder en Latinoamérica
Si solo se observa
Latinoamérica, Venezuela ocupa el primer lugar entre los países que han sufrido
las mayores contracciones del PIB durante cuatro años consecutivos entre
1980-2017, seguido por Trinidad y Tobago, Surinam, Argentina, Nicaragua,
Guyana, Uruguay, Bolivia, Saint Kitts and Nevis y Paraguay.
Puente pone en contexto esta
clasificación:
“Para analizar este
resultado es importante el caso de Nicaragua. Durante los primeros años de la
presidencia de Daniel Ortega, entre 1984 y 1988, la producción de bienes y
servicios en este país se redujo 17,4% en medio del conflicto político y el
bloqueo comercial que le aplicó Estados Unidos. Sin embargo, esta caída
representa aproximadamente la mitad de la contracción experimentada por
Venezuela en los últimos cuatro años”.
También utiliza a Argentina
como punto de comparación:
“Argentina padeció una
fuerte crisis entre 1998-2002. Recordemos que hablamos de los tiempos del
corralito y en ese lapso de gran inestabilidad el PIB cayó 18,4%, una
contracción muy inferior a la de Venezuela”.
Las consecuencias de
chavismo
Desde 1951, la fecha más
antigua en las estadísticas oficiales, Venezuela no había experimentado cuatro
años consecutivos de caída del PIB. Al evaluar como un todo a los gobiernos de
Hugo Chávez y Nicolás Maduro el saldo no es positivo.
Puente precisa:
“El PIB de 2017 es 3,3%
inferior al de 1998, lo que implica que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás
Maduro prácticamente representan dos décadas perdidas en términos de
crecimiento económico y un proceso que deja al país con un aparato productivo
profundamente diezmado y con una escasa capacidad para generar riqueza”.
Para evaluar con mayor
rigurosidad lo sucedido en el período 2013-2017, la investigación incluye el
PIB per cápita del lapso 1951-2017 a precios de 1997. El análisis de este dato
concluye que la producción de bienes y servicios por habitante se redujo 38% en
los últimos cuatro años y se ubicó al nivel de 1955.
Otro aspecto a tomar en
cuenta es que el chavismo alargó el estancamiento que padece Venezuela desde
1980. Puente afirma:
“Luego de casi cuatro
décadas, el país no ha mostrado avances significativos en la producción de
bienes y servicios para mejorar el bienestar de la población e incluso presenta
niveles de actividad económica inferiores a los registrados en 2003 y 1989,
años en que Venezuela experimentó fuertes caídas del PIB y altos niveles de
conflictividad política y social. En resumen, en los últimos cuarenta años, la
economía venezolana simplemente no ha crecido”.
Modelo en implosión
Si bien el gobierno de
Maduro insiste en que la crisis obedece al declive de los precios del petróleo
y a la “guerra económica” orquestada por las empresas privadas, Puente y
Rodríguez sostienen que el país sufre el colapso de un modelo desacertado que
pudo flotar, pero estaba hecho para hundirse.
La lista de fallas que
explican la implosión incluye: un esquema de extrema regulación a través de
controles de precios, de cambio y tasas de interés; un proceso de expropiación
sistemática que contrajo el aparato productivo y pulverizó la inversión privada
nacional y extranjera; un elevado incremento de la deuda de la nación; la
inexistencia de un fondo de estabilización para enfrentar las fluctuaciones en
los precios del petróleo y una fuerte apreciación del tipo de cambio oficial
que generó un boom de importaciones e impactó negativamente a los
sectores que producen bienes transables.
Puente indica:
“Es el colapso de un modelo.
En 2013 con los precios del petróleo en torno a cien dólares el barril la
economía apenas creció 1,3%. El declive en la cotización del barril agudiza una
contracción que comenzó antes. Además, no existe ninguna otra economía
petrolera que presente los desequilibrios macroeconómicos que Venezuela está
evidenciando: aguda contracción económica, alta y persistente inflación y
sistemática escasez de bienes básicos”.
Puente explica que otro
aspecto a considerar es que entre 1998 y 2017, el PIB de Venezuela cayó 3,3%
mientras que las economías de los países miembros de la OPEP crecieron en
promedio 162,6%.
Tres patologías
Todo apunta a que Venezuela
camina a un quinto año consecutivo de recesión. A las proyecciones de entidades
financieras, firmas especializadas y analistas, el profesor del IESA agrega la
teoría económica:
“Para rescatar el
crecimiento, mejorar el abastecimiento y controlar la inflación en una economía
como la venezolana se requiere de un conjunto de medidas adecuadas y tiempo. Se
necesitan entre diez y catorce meses para que la economía responda a los
incentivos correctos. Estamos en febrero de 2018 y no se ha hecho nada de lo
necesario. Por lo tanto, es prácticamente seguro que este año continúe el ciclo
recesivo”.
Desde su punto de vista todo
apunta a un mayor deterioro en 2018:
“A este agudo ciclo recesivo
se une una hiperinflación y el incremento intermensual de los precios se está
acelerando, por lo tanto, lo peor está por venir al punto de que el FMI
proyecta inflación de 13.000% para este año. Además, hay un desabastecimiento
brutal. Entonces, estamos ante tres variables que tienen un impacto devastador
desde el punto de vista social”.
No duda en advertir: “No hay
cambio económico sin un cambio político. Nicolás Maduro no quiere ni puede, no
tiene la visión, el equipo y la credibilidad para aplicar un plan de reformas
exitoso”.
Hay salida
Aunque Venezuela ha sufrido
un colapso severo y todo apunta a que seguirá deteriorándose este año, Puente
señala que de aplicarse los correctivos adecuados, el país puede salir del
túnel y comenzar a transitar el camino hacia la recuperación y la prosperidad.
“Hay que dejar claro que
existen las medicinas para curar esta enfermedad, Venezuela no está condenada a
una catástrofe. Entre las medidas que habría que tomar se encuentran eliminar
el control de precios, desmontar el control de cambio, aplicar un tipo de
cambio único competitivo y reestructurar la deuda externa. Asimismo, es
necesario obtener recursos financieros para fortalecer el sector externo y
financiar un programa social de emergencia que incluya subsidios directos”.
19-02-18
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