Por Antonio Ecarri Bolívar
"Tanto más se pertenece
uno a sí mismo cuanto más tenga su pensamiento y su voluntad, su vida toda,
puesta al servicio de un ideal colectivo”
Rómulo Gallegos
El 22 de febrero cumple
Rómulo Betancourt 110 años de haber nacido en el pueblito de Guatire del estado
Miranda y, parodiando a Gallegos, podemos afirmar que su pensamiento, su
voluntad, su vida toda estuvo puesta al servicio de un ideal colectivo.
Por eso Betancourt aún vive en el corazón de la inmensa mayoría de los
venezolanos que no nos conformamos, no nos entregamos y no renunciamos al ideal
colectivo de la democracia y la libertad.
Libertad y democracia hoy en
grave peligro de sucumbir, pero que una vez más prevalecerá el pensamiento
democrático de Betancourt; y lo hará, porque sencillamente no hay ningún otro
sistema político que produzca libertad, convivencia civilizada y bienestar. Hay
que recordar a Sir Winston Churchill, quien decía que la democracia
es el peor sistema de gobierno, diseñado por el hombre, con excepción de todos
los demás.
En estos momentos Venezuela
está atravesando una profunda crisis económica y social, pero todo deriva de la
situación política, porque el causante de este deterioro es un gobierno que se
resiste a cambiar la política ruinosa que nos ha traído este desastre y, en
consecuencia, tenemos que cambiarlo, porque una minoría no tiene el derecho de
imponerle una vía hacia el abismo a toda una sociedad. El gobierno de Maduro
comete un disparate que, de continuarlo, le va a llevar a su defenestración.
Eso de convocar un plebiscito, para reelegirse sin oposición, es la imitación
al calco de lo que hizo Pérez Jiménez en 1957. Aquella fue la chispa que incendió
esa pradera y acabó con su gobierno. Oigamos relatar a Betancourt lo que
ocurría en 1957 para que se vea la similitud:
“El plebiscito se celebró el
15 de diciembre de 1957 en un ambiente de apatía agresiva o de desdén
ciudadano. Los que fueron a votar lo hicieron para no perder sus cargos
públicos y obligados los demás por una policía amenazante. El dócil Consejo
Electoral afirmó que Pérez Jiménez había sido reelecto por 2.738.972 votos
azules afirmativos y que solo hubo 384.972 tarjetas rojas negativas. Nadie en
Venezuela ni en el exterior creyó en la legalidad de ese proceso o en la
diafanidad de esas cifras manipuladas por el ministro del Interior, Laureano
Vallenilla Planchart”.
El gobierno se autoproclamó
triunfador, creyó que se había salido con la suya y que Pérez Jiménez había
quedado reelecto por otro período constitucional. Ese diciembre rodó el
champagne por los salones, pasillos y escaleras de Miraflores; y al mes
siguiente, había caído estrepitosamente y desalojaba el poder entre gallos y
medianoche. Aún en la memoria histórica colectiva queda registrado el famoso
vuelo de “la vaca sagrada” surcando el cielo de Caracas, el 23 de enero de
1958, llevando al dictador y su gente a un exilio dorado, pero
eterno.
Por eso quienes aconsejan al
presidente Maduro continuar con esa malhadada convocatoria a elecciones
presidenciales, ahora extendida a una megaelección sin opositores, a imitación
del escarnio plebiscitario perezjimenista, le hacen un daño que puede ser
irreversible. Si queda un átomo de sensatez en el alto gobierno, deberían
suspender ese proceso, abrir un diálogo serio con la oposición democrática y
convocar elecciones cuando corresponde, que es al final de su mandato
constitucional. No tienten los ilimitados recursos de un pueblo desesperado por
el hambre y la miseria.
Ah, pero la oposición
democrática también debe oír a Betancourt y sus enseñanzas, de cara a un
enfrentamiento con una tiranía: “El despotismo caerá en el curso de días, de
semanas o de meses. Pero caerá. La sentencia está escrita en el muro. Las
manifestaciones deben realizarse en torno al reclamo de garantías básicas:
restablecimiento de las libertades públicas, entre ellas las de prensa y
asociación política y sindical; libertad de los presos políticos, regreso de los
exiliados. Deben ser precedidos de carteles con la consigna: (en
mayúscula lo que sigue en el original) ESTA ES UNA MANIFESTACIÓN CÍVICA Y
PACÍFICA. (…) Considero difícil controlar a las masas exasperadas, pero los
dirigentes son para dirigir. Debemos dar muestras de una impresionante
capacidad para orientar al pueblo en estos momentos, no hacia la retaliación
explosiva, sino hacia el reclamo de las grandes aspiraciones colectivas…”.
Así lo haremos, porque en AD
sabemos que Betancourt sí vive, en la conciencia de las mayorías nacionales
anhelantes de un cambio pacífico, democrático y electoral, a menos que el
gobierno se empeñe en lo contrario.
aecarrib@gmail.com
23-02-18
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