Por Jesús María Aguirre S.J.
“Nunca pude alimentarme
bien; por eso mi bebita nació prematura, de 8 meses y pesó 1 kilo 350
gramos. La autopsia reveló que estaba desnutrida y yo también presento un
cuadro de desnutrición severa. Yo no maté a mi hija; fue culpa de la crisis”,
dijo entre llantos.
Hemos tenido que llegar a
esto cuadros de tragedia griega a lo Medea*, para tomar conciencia de los
asesinatos estructurales de este régimen, que se niega a admitir que estamos
frente a un drama humanitario (que se resiste a reconocer como “crisis”). Digo
estructurales, pues los datos de ENCOVI (https://www.ucab.edu.ve/investigacion/centros-e-institutos-de-investigacion/encovi-2017/ )
demuestran los factores de esta hambruna que sufrimos, y, que personalmente uno
corrobora en la cotidianidad. Como sacerdote en un barrio, he asistido a dos
madres jóvenes, cada una con más de dos niños que han intentado suicidarse. Me
las enviaron como dementes, pero me convencí de que mentalmente estaban más
sanas que yo. Su trágica decisión en ambos casos se debió a no tener nada que
dar de comer a sus hijos. Sabemos que en el Congo y en Siria están aún peor,
pero hay ser guía de ciegos, para no querer ver esta cruda realidad. Entre
tanto, celebramos los carnavales y nos entretenemos con elecciones y juegos de
poder, como que “aquí no pasa nada”.
*El síndrome de Medea se
refiere a un cuadro de síntomas que caracteriza a la madre (en ocasiones el
padre) que en respuesta a los conflictos y al estrés que se derivan de la
relación con su pareja, descarga todas sus frustraciones con agresividad hacia
su descendencia, llegando incluso a utilizar a su hijo o hija como un
instrumento de poder y de venganza hacia su pareja”. En este caso me atrevo a
conjeturar que la venganza va dirigida contra el compañero irresponsable,
símbolo de la “crisis” que representa este gobierno, supuestamente paternal,
que bonifica el embarazo precoz y aplica el malthusianismo socio-político.
24-02-18
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