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martes, 27 de febrero de 2018

El abismo negro de la Encovi 2017 por @MHerreradeF



Por Marianella Herrera


La publicación Encovi 2016 llevaba por título: Venezuela: La caída sin fin ¿hasta cuándo? Parecía imposible pensar en un empeoramiento de los ya los aterradores datos de pobreza, acceso a la salud, deserción escolar, calidad de la dieta, inseguridad alimentaria y pérdida de peso de la población, pero el análisis de esta nueva edición de la encuesta que ya es la cuarta, nos muestra que siempre se puede ir para peor y que la compleja crisis que vivimos, tiene un ritmo de cambios hacia el deterioro que pareciera tener vida propia, pues la velocidad del mismo y la ausencia de intervenciones correctas así lo ha marcado. Este cambio hacia peor, nos exige pensar de manera distinta para realizar el análisis correcto de la situación y realizar las propuestas para solucionar.



Para 2016, un 82% de venezolanos vivía en pobreza, esta dolorosa cifra a la par que el 93% que manifestó que sus ingresos no eran suficientes para comprar alimentos, nos hizo pensar en lo que podría ocurrir si no se tomaban las acciones necesarias, pues en esa edición de Encovi también se habrían duplicado la cantidad de personas que no hacen las tres comidas al día, llegando a un 33% de personas, es decir más de 9 millones. Por si fuera poco y debido a la gran cantidad de casos de desnutrición conocidos a través de los casos atendidos en los hospitales, las denuncias desde los centros carcelarios y el ver a la gente hurgando en la basura en la calle para buscar comida, se decidió preguntar acerca de la pérdida de peso: un 73% de los encuestados reportó haber perdido 8 kilos en promedio durante el último año.

Pero lo reportado en la edición del 2017, no tiene precedentes, parece un abismo negro del cual es difícil salir. La pobreza general alcanza al 87% de la población, y el 61% es pobreza extrema.

En cuanto al patrón de compra de alimentos por una parte, refleja la pérdida del “trono” de la harina de maíz precocida como el alimento número uno en intención de la compra semanal, siendo sustituido por el arroz, por la otra, la toma de los lugares antes ocupados por las fuentes de proteínas por los tubérculos y la disminución de la compra de hortalizas y frutas que de alguna manera compensaban la ingesta de micronutrientes (vitaminas y minerales) el año anterior. La leche tiene una intención de compra baja, igualmente los huevos y leguminosas. Esto constituye un escenario patético para el logro de objetivos nutricionales, pues básicamente no puede consumirse lo que no se puede comprar. 80% de los hogares experimentan una situación de inseguridad alimentaria, 9 de cada 10 venezolanos manifiesta que sus ingresos son insuficientes para comprar alimentos, y más del 60% se acuesta sin comer porque en su hogar no había dinero para comprar alimentos. ¿Qué se ha hecho para revertir esta situación? Lo que aparece como el único programa social, si es que puede llamarse programa, es la distribución subsidiada de alimentos a través de la caja CLAP, con inconsistencias en las entregas, con discriminación en la manera de obtenerlas, y con un contenido nutricional insuficiente en calidad y cantidad.

¿Qué significa esto? ¿Cuál es el análisis ulterior? Estos datos hablan de cómo transcurre la vida de millones de venezolanos, que deben pasar penurias, y enfrentar la cotidianidad desde la miseria. También significa, que en estos adultos venezolanos hay mujeres y hombres en edad fértil, cuyos estados nutricionales pre-concepcionales muy probablemente son deficitarios impidiéndoles enfrentar la maternidad/paternidad en condiciones saludables. Pero a ello se suma, la falta de control del embarazo adecuadamente que refleja la sección de salud de Encovi 2017, la brecha entre el control adecuado que logran las embarazadas del quintil más rico, versus el inadecuado y tardío que no se logra en el más pobre, habla de unas brechas sociales que habría que trabajar para proteger el futuro de las nuevas generaciones y disminuir el elevado costo psicológico y económico de iniciar la vida en malas condiciones.

De manera importante, un hallazgo siempre presente en todas las ediciones de Encovi, es que cuando mejora el clima educativo, mejoran la alimentación y la actividad física, aún en extrema pobreza, cuando el nivel educativo es mayor el patrón de compra de alimentos mejora. Por eso preocupan los elevados niveles de deserción escolar y la “carrera” educativa interrumpida que también muestra esta edición de Encovi. Por esto alarma no ver políticas públicas ni acciones en la dirección correcta. Todo lo que hace falta es voluntad de hacer, hacer para cambiar, todos los cambios se inician con un pensamiento en la dirección correcta, pasan por la voluntad de hacerlo y llevarlo a cabo. En este momento, si tenemos datos, no todos los que quisiéramos pero si una buena cantidad de ellos, las acciones públicas pueden diseñarse y podrían implementarse. El tiempo se acaba para muchos, los tiempos de acción política hace mucho tiempo que están desalineados del tiempo social, de salud y alimentación, y esta crisis compleja requiere de distintos niveles de acción: atención al que necesita salvar su vida, ciertamente, pero esa masa crítica que sigue camino al deterioro tiene que atenderse en paralelo para que no engrose las filas de los que necesitan atención para no morir, necesitamos varios planos de atención, siempre mirando al futuro con optimismo para ayudar a los que lo necesitan, educando a los que pueden evitar que su vida llegue comprometerse, porque al final lo urgente es tan crucial como lo importante.

27-02-18




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