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domingo, 5 de octubre de 2014

MADE IN HONG KONG, por @FernandoMiresOl

Fernando Mires 01 de octubre de 2014

Los jóvenes de Hong Kong no han salido a las calles a luchar por mejores salarios, ni contra la inflación o la escasez, ni a causa del paro, ni siquiera por el medio ambiente. Eso es lo que nunca podrán entender quienes siguen los cánones ideológicos impartidos por neo-liberales y neo-marxistas.

Según doctrinas neo-liberales y neo-marxistas, el humano es un “homo economicus”. Es por eso que sus ideólogos piensan que, superadas ciertas necesidades materiales, no habrá motivos para ninguna rebelión social. Y si de todas manera tiene lugar, sus actores serán calificados desde el poder, de anormales, delincuentes, o como ya es usual, de agentes financiados desde el exterior.

La política, vista de ese modo, es para los neo-liberales un subproducto de la economía y para los neo-marxistas una superestructura determinada por relaciones de producción. Ambas doctrinas son devotas de la lógica de la razón económica. De ahí la admiración que profesan tantos tecnócratas occidentales al “modelo chino” (un capitalismo perfecto, sin organizaciones obreras, sin derecho a huelgas; una nación de compradores, vendedores y consumidores: la unión amorosa entre el neoliberalismo más despiadado con los cultos estatistas del despotismo asiático). De ahí también el fanatismo de los “comunistas” chinos por la tecnología occidental la que, apropiada por ellos, llevará a China –ese es el objetivo- a convertirse en la mayor potencia económica del planeta.

Ni a neo-liberales ni a neo- marxistas les cabe en la cabeza que los seres humanos del siglo XXl exigen, además del cumplimiento de necesidades materiales, determinadas libertades, como las de opinión, reunión y de prensa. Y bien, esas libertades no están garantizadas en China. Y en Hong Kong, debido al status de “Un país: dos sistemas” (vigente desde 1997), solo lo están parcialmente. El objetivo de PC chino es, evidentemente, abolir el status autonómico de Hong Kong y subordinar a la península bajo la férula de “Un Estado y un solo sistema”.

La lucha de los jóvenes de Hong Kong tiene lugar entonces en contra del imperialismo de Pekín. Pekín, por su parte, busca apropiarse del sistema electoral de Hong Kong para designar desde las oficinas del partido a los candidatos al parlamento.

Los estudiantes, liderados por el profesor Benny Tai Yiu, forjador del movimiento Occupy Central, levantan por el contrario una plataforma que contempla tres puntos: 1) Elecciones libres y secretas, 2) Libertad de opinión y de prensa y 3) La inmediata renuncia del gobernador de Hong Kong, el “pekinista” Leung Chun-Ying.

Casi está de más decir que la aceptación de uno solo de estos tres puntos dejaría al presidente chino, Xi Jinpig, en posición inconfortable frente a los sectores “duros” del Partido.

¿Cómo reaccionará Pekín? No pocos son los que temen una reedición de la masacre de Tiannamen. Pero la China de hoy no es la de 1989. China es uno de los países más imbricados en la globalización de la economía mundial, sino su más decidido impulsor. Una nueva Tiannamen, cometida en un territorio que no pertenece totalmente a China, desataría en contra de Pekín un repudio internacional cuyas repercusiones económicas son incalculables.

La segunda alternativa es que los jerarcas chinos abran un compás de espera para, en algún momento, establecer negociaciones con los rebeldes. Esa sería la solución política adecuada, siempre y cuando las movilizaciones de Hong Kong no entusiasmen a otras fuerzas disidentes al interior de la propia China.

La tercera sería seguir el “camino ruso”, es decir, que Pekín llevara a cabo una ocupación parcial de Hong Kong (como la de Putin en Ucrania) aceptando cierta autonomía administrativa de la península.

Mas, cualquiera sea el camino que tome Xi, lo cierto es que una vez más se demuestra que el talón de Aquiles de los países no democráticos no reside en su economía sino en su incapacidad de acoger demandas populares mediante el uso de mecanismos políticos. Pues, sea en una dictadura tradicional, totalitaria, o una simple autocracia, expresiones como “la revolución de los paraguas” (usados  por los estudiantes de Hong Kong para protegerse de los carros de agua y de los gases lacrimógenos) no solo ponen en jaque a un determinado gobierno, sino a todo un sistema de dominación. De ahí la brutalidad con la cual dichas manifestaciones son reprimidas.

En el fondo los capitalistas-comunistas-chinos piensan todavía como Mao: “Una sola chispa podría incendiar a toda una pradera”

La guerra que profetizó Samuel Hungtington para el siglo XXl, la de las culturas, no será cultural. Tendrá lugar por cierto entre Occidente y Oriente. Pero el Occidente político no está en el Occidente geográfico (eso no lo entendió Hungtington). Está en el interior de muchos países no occidentales, en el corazón y en la mente de sus mejores ciudadanos. En ese sentido, si bien los estudiantes de Hong Kong son desde el punto de vista geográfico, desde el cultural también, orientales, desde uno político, son muy occidentales.

La revolución democrática de nuestro tiempo continúa su camino. Ya triunfó en Europa del Este. En América Latina también, aunque a medias. En el mundo árabe mostró sus posibilidades futuras. Hoy reaparece en Hong Kong. La democracia, latente y no siempre realizada, es el “Viejo Topo de la Historia” que intuyó, pero no supo reconocer Karl Marx.


Otra vez los Estudiantes… pero ahora en Hong Kong, @kiko2004



Hong Kong enclave chino en Asia que tiene un régimen especial de gobierno y economía diferente al resto de China, entregado por los ingleses en 1997, luego de 150 años de presencia y dominación, está bajo la presión de cientos de miles de manifestantes en demanda de reformas democráticas, como el derecho al voto directo, secreto y universal para la elección de su gobierno local.

Las protestas que llevan mas de una semana, encabezada por los estudiantes chinos que habitan en Hong Kong y con el respaldo de amplios sectores sociales han ocupado el área central de la Ciudad, donde se ubican el comercio, la banca y muchos edificios públicos, en los primeros días enfrentamientos con la Policia, utilizando gases lacrimógenos y gas pimienta, con saldo de heridos y detenidos, avivo la protesta pacífica, sin embargo el gobierno ordenó el retiro de las fuerzas de orden público, jugando al cansancio y a la disolución del movimiento.

El símbolo de la protesta son los paraguas, usados para protegerse del sol, de la lluvia, usados para colocar consignas y mensajes de protesta y para defenderse de la Policía, para buscar información coloque en su buscador palabras como “revolución de los paraguas”, los hash tag mas usados son #umbrellarevolution y #OccupiedCentral.


Los estudiantes utilizando sus teléfonos inteligentes han derrotado el cerco comunicacional, pues a pesar que han cortado el internet y la señal de la telefonía celular, por días completos, han logrado comunicarse y organizarse, entre los métodos usados se encuentra una aplicación llamada “Fire Chat” que es parecida a whatsapp pero utilizando el bluetooth del teléfono, lo que les permite crear una inmensa red de comunicación autosostenida sin necesidad de internet ni de señal de celular.

La última vez que ocurrieron protestas importantes y masivas en China fue en la Plaza Tiananmén en Beijing (capital) entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989, también encabezadas por estudiantes y que terminó en la masacre de tiananmén, con saldo de cientos de muertos, miles de heridos y detenidos, en aquella oportunidad apenas nos enteramos días después, pues el bloqueo mediático fue total, esta vez las cosas son muy distintas, las protestas están cubiertas por medios internacionales de prensa como CNN y la BBC. También los propios manifestantes han logrado quebrar el cerco mediatico y se pueden encontrar incluso transmisiones en vivo en ustream y youtube.

Para hoy domingo el gobierno amenazo con desocupar a los manifestantes por cualquier medio, los estudiantes continúan allí en actitud pacífica, desafiando al régimen y exigiendo la renuncia del Gobernador, quien se ha negado a dialogar, pero que tampoco quiere la violencia.

Independientemente del resultado, ya Hong Kong no volverá a ser la misma, los chinos saben que los ojos del mundo están sobre ellos y quieren el menor costo político posible, estaremos pendientes…


sábado, 4 de octubre de 2014

La revolución de los paraguas, @_tamaragil



Por Tamara Gil, 01/10/2014

Están en cada esquina y sus usos son múltiples: a modo de sombrilla para combatir el sofocante calor, de refugio ante las lluvias que caen sin previo aviso en esta isla de clima tropical o como pancartas, con eslóganes en diversos idiomas que llaman al mundo a hacerse eco de la "revolución de los paraguas".

Los parasoles fueron el refugio de los manifestantes durante la violencia policial que se vivió el pasado fin de semana, pero también su posterior fuerza.

La imagen de una hilera de paraguas tras los que se protegían los estudiantes los gases lacrimógenos corrió como la pólvora en Hong Kong y despertó el enfado de muchos, jóvenes y adultos, que decidieron ponerse en pie y defender a sus conciudadanos, hijos o compañeros.

Se produjo entonces un punto de inflexión, cuando la represión atrajo a más personas y cuando se bautizó al movimiento haciendo alusión al improvisado escudo de los estudiantes, un ejemplo más de la organización que muestran cada día en las calles.

Y es que los paraguas ya estaban allí antes de que la Policía lanzara los gases. "Fue gracias a un foro que utilizamos, creado hace mucho tiempo, en el que alguien aconsejó que debíamos traer paraguas. Supimos entonces que era un infiltrado de la Policía y le hicimos caso", explica Harry, un profesor de una escuela de educación superior, mientras se esconde de los rayos del sol bajo un parasol negro en el que se lee: "Apóyanos". Las redes sociales son también claves en la rebelión que se vive en Hong Kong, que sigue la estela de otras protestas.

Las redes sociales son también claves en la rebelión que se vive en Hong Kong, que sigue la estela de otras protestas

La extensa de red de distribución de máscaras, alimentos, bebidas, remedios contra el calor como toallas húmedas o parches de frío japoneses responde a una lista de peticiones que se van subiendo a Internet a través de aplicaciones como documentos de Google o en páginas de Facebook, que, a diferencia del resto de China, aquí no están censuradas.

En la red social por excelencia, los hongkoneses son los más activos y, a través de sus teléfonos móviles de última generación, han conseguido atraer a dos mil voluntarios, estudiantes de medicina o enfermería, para que acudan a levantar puestos de primeros auxilios.

Muchos de los jóvenes que se ubican en ellos ni siquiera se posicionan sobre temas políticos y se limitan a explicar que vienen a "ayudar".

La actitud reinante, siempre mirando por el prójimo, ya sea para auxiliar a un local o tender una mano a un extranjero tratando de saltar una valla, es ejemplar y cualquier crítica al movimiento es aceptada y seguida de una acción para solucionarla.

Ha ocurrido con el tema de la basura, que ahora se recicla minuciosamente, o con las quejas de los vecinos sobre las pérdidas económicas que provocará la protesta, que intentan paliar con muchas explicaciones.

Distintas voces convergen en un objetivo: concienciar a la ciudadanía de su derecho a voto

"Pierden hoy, pero ganarán mañana", explica una estudiante de Filosofía de 30 años, mientras camina hacia casa tras pasar la noche al raso junto a compañeros y amigos en una de las calles ocupadas, tendidos sobre cartones y comiendo galletas que les ofrecieron voluntarios.

Hasta ahora, las protestas han tenido dos caras: la diurna, cuando el número de gente es menor, y la nocturna, cuando se han llegado a aglomerar cientos de miles de personas, a la salida de sus correspondientes clases o trabajos.

Aunque la manifestación sea organizada, tenga símbolo y un nombre, no posee un líder claro, sino distintas voces.

Convergen en su objetivo, concienciar a la ciudadanía de su derecho a voto, pero ya se ha producido alguna división de opiniones que, como auguran analistas como Maya Wang de Human Rights Watch, puede hacer que la revolución de los paraguas acabe fracasando.

http://www.14ymedio.com/internacional/paraguas_0_1643835602.html