Por Soledad Morillo Belloso, 12/05/2015
Nos dijeron que estudiáramos. Lo hicimos. Que aprendiéramos a pensar.
Lo hicimos. Que innováramos. Lo hicimos. Que trabajáramos duro. Lo hicimos. Que
tuviéramos fe. La tuvimos. Que lucháramos con ahínco. Lo hicimos. Que fuéramos
abiertos de mente. Lo fuimos. Que creyéramos en el país. Creímos. A muchos nos
conminaron a alejarnos de la política. Y, craso error, tristemente, obedecimos.
Nos instaron a no caer en pérfidas tentaciones. Algunos fuimos inmunes. Otros
se dejaron seducir por el dinero fácil y la indecencia. Nos aconsejaron que
privara en nosotros la inteligencia y no la ambición insensata. Muchos seguimos
ese consejo. Pero el país se nos fue convirtiendo en un pichaque. Los
manganzones nos hicieron sentir que habíamos sido estúpidos. Algunos no lucharon
por el país. Simplemente lo exprimieron. Otros nunca nos resignamos; seguimos
trabajando y no nos dejamos vencer.
Cuando cambió la generación y los padres se convirtieron en abuelos y
nosotros pasamos a estar a cargo, a los muchachos les dijimos que estudiaran,
que se esforzaran, que aprendieran a ser competitivos, que no cometieran
nuestros errores, que fueran "glocales" (globalizados pero sin dejar
de ser locales). Todo eso lo hicieron muchos, incluso viendo que otros de sus
conocidos o amigos se magnatizaban a costa de transacciones ilegales y muy
indecentes. De país moderno con enorme potencial nos tornamos en esto. Sí,
esto, ya incalificable e indescriptible. Este mazacote de vulgaridad dirigida
por una nueva oligarquía corrupta y parasitaria para la que la nación es el
botín.
Los muchachos son la generación más y mejor preparada que ha tenido
Venezuela. La de más talento y capacitación. Se cuentan por cientos de miles
los que, espantados por la situación y perspectivas de un país mal gerenciado,
mal dirigido y mal liderado, optaron por recoger sus macundales e irse fuera.
Algunos tontos afirman que los emigrantes están pasando el trabajo hereje, que
su mucha capacitación no les sirve para nada porque allí donde fueron están
lavando baños. Ni es así ni con semejante argumento baladí se les va a
convencer de volver o se va a disuadir a los que arman planes para irse. La
verdad, cruda y dura, es una: los que se han ido están económica y
profesionalmente mejor de lo que estaban aquí. Y a salvo de la inseguridad.
Lloran, sí.Echan de menos su país, sus afectos (no la harina PAN que se
consigue en todas partes menos aquí). Y lloramos todos. La nostalgia se nos
convirtió en plato cotidiano que servimos en desayuno, almuerzo y cena. Ahora
las reuniones familiares, hasta la celebración del día de la madre o del padre,
los bautizos, matrimonios y primeras comuniones, ocurren por Skype. Bendita
tecnología que nos permite compartir aunque sea mal sustituto para el abrazo y
el beso. Pero al dolor personal de ver familias separadas por una diáspora
insensata -y ciertamente evitable si tan solo hubiera habido una pizca de
inteligencia y de decencia en el liderazgo gubernamental- a ese dolor se suma
el desasosiego de país que va perdiendo a la mejor camada de venezolanos.
De país de inmigrantes hemos mutado en país de emigrantes. A este
gobierno con vocación de mapurite no le importa. Es más, le gusta, le alivia y
en Miraflores celebran sociopáticamente el éxodo de nuestros muchachos, con
güisqui ventipico años importado a dólar 6,30. Mientras más se vayan, mejor,
menos quejidos con los que lidiar. Y, en medio de todo esto, de este desaguisado,
la absurda paradoja de ver simultáneamente a Venezuela convertida en
"espantajóvenes" y a la revolución cubana agonizando. Hollande llevó
champagne de Reims para celebrar con Castro la extremaunción. Y ya veremos cómo
en breve se anunciará la visita de Obama a la isla. Todo ello con la bendición
del Papa y aviso de próxima visita pastoral. Mientras tanto, a Miraflores
cuando llama le contestan "no llamen, nosotros les llamamos". Y no
contentos con el despiporre, le condonamos deudas a nuestros deudores, en una
insólita interpretación del Padre Nuestro. Hay quienes, carentes del sentido
del ridículo y de la más elemental conciencia, no les importa andar de papelón
en papelón.
Cada día alguien nos dice: "mi hijo se va; estoy triste pero
feliz". Yo nací y me crié en un país del que nadie quería irse y al que
medio mundo quería venir. Ese país no está muerto. Está drogado. Necesita
terapia de rehabilitación.
@solmorillob
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