Por Gregorio Salazar
La subida sideral del dólar
paralelo que ahora trae enganchado al oficial, el hundimiento de la industria petrolera
y de todos los rubros de su producción, el cerco económico de los Estados
Unidos, la falta de insumos para la producción de alimentos y el creciente
cierre de empresas hacen prever que pronto vamos a entrar de lleno en el
Período Especial criollo, a semejanzas del que vivieron los cubanos tras el
derrumbe de la Unión Soviética, el único clavo del cual guindaban a comienzos
de la década de los 90.
Es de suponer que los
invasores cubanos, verdaderos dueños del país desde que los Castro colonizaron
la mente de Chávez y luego de su entorno civil y militar, ya están dando
cursillos intensivos a la nomenclatura criolla de cómo maniobrar en condiciones
de penuria extrema, una nueva “gesta heroica”, donde los muertos por hambre y
enfermedades los pondrá el pueblo y “la gloria” se la llevarán quienes lo
martirizan.
Innumerables los pueblos que
han sido sacrificados y humillados por sus invasores y esclavizadores antes de
lograr su derrota y expulsión. Eso nos los recordaba el domingo pasado el
desfile conmemorativo de los 75 años de la liberación de París del yugo nazi. A
su modo, los parisienses vivieron durante 4 años su atroz “período especial”,
con raciones mínimas de alimentos y combustible, a disposición sólo para los
invasores mientras la población en enflaquecía y debía desplazarse en
bicicletas y carretas de caballos, cocinaban con papel en improvisados hornos
de lata, las bellotas habían sustituido al café y en muchos sitios, como los
cines, la electricidad era generada moviendo dinamos con el pedalear de
bicicletas.
Un párrafo de “¿Arde Paris?”,
la recordada obra de los periodistas Collins y LaPierre, ilustra a cabalidad
las oprobiosas estrecheces de los franceses: “Por encima de todo, París estaba
hambriento. Convertido en una aldea grande, París despertaba cada día con el
canto de los gallos. Los parisienses habían convertido en gallineros sus
bañeras, sus armarios, las habitaciones de huéspedes. Los niños criaban conejos
en sus habitaciones, dentro de cofrecitos de juguetes. Antes de salir para la escuela,
cada mañana iban a escondidas a coger hierba de los jardines públicos, con la
cual alimentar a sus inquilinos”,
No sé si le sonará
chocantemente familiar eso de convertir los apartamentos en gallineros y
criaderos de conejos, a lo mejor a Freddy Bernal sí. Cocinar con leña, viajar
en camiones o saber que la vida en una de las más hermosas y cosmopolitas
capitales del mundo fue reducida a un ambiente provinciano, al estilo de
nuestra Caracas, otrora puerta de entrada al continente, ya a las 7 de la noche
pueblo fantasma por cuyas calles a oscuras deambulan hambrientos fantasmas
escarbadores de la basura. Ni qué decir de las muertes y torturas a los
que fue sometida la valiente resistencia de París por las fuerzas de ocupación.
No hay que forzar mucho las
comparaciones para establecer similitudes. Los de aquí llegaron con mentalidad
de fuerzas de ocupación, la pretensión fascista de someter militarmente a
Venezuela con complicidad cubana y ahora con el bien alardeado apoyo ruso, y
así se mantienen. Dando tumbos pero sin soltar el poder
La semana que está
culminando fue, como otras, espeluznante. No sólo por los avatares
económicos y políticos internos, que incluyen el nuevo despegue del dólar y la
inflación, la arremetida contra las universidades, los choques internos de
fuerzas opositoras, que el pueblo observa con amargura, sino que a todo ello se
sumó el anuncio de las FARC de reiniciar su objetivo de desestabilizar por las
armas a Colombia, viejo objetivo para el que cuentan con un aliado fundamental
y altamente comprometido: los jerarcas camisas rojas de aquí.
Y en medio de semejante
tormenta y devastación una sola figura todavía concita las esperanzas de una
población que lucha por no volverse a hundir en la desesperanza: el joven Juan
Guaidó. El único as, por su entereza y perseverancia, en la baraja de la
resistencia. ¿Hasta cuándo? Nadie lo pude vaticinar
Lo que sí está perfectamente
claro es que sólo con una verdadera unidad opositora será posible salir de este
infierno. Ciclópea labor, pero la que responsable e inevitablemente nos toca.
01-09-19
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