Pedro Benítez 31 de agosto de 2019
@PedroBenitezF
El
anuncio del exnúmero dos de las disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), Iván Márquez, de retomar las armas con otros jefes rebeldes
pone las relaciones entre Colombia y Venezuela en un curso peligroso, y mete
más presión al proceso de negociación que auspicia el gobierno de Noruega sobre
Venezuela.
Todas las condiciones para que el norte de Suramérica se
convierta en un polvorín están dadas. La respuesta del presidente de Colombia,
Iván Duque, al anuncio de Iván Márquez y otros exjefes de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de retomar
la lucha armada plantea un casus belli.
Para resumir, el grupo disidente de las FARC le acaba
de declarar la guerra al Estado colombiano en alianza con otro grupo, el Ejército
de Liberación Nacional (ELN), que no se ha pacificado, y lo harán, además,
desde el territorio de Venezuela y con el apoyo nada
disimulado del régimen de Nicolás Maduro.
En el vídeo grabado donde hace el anuncio, Márquez
aparece acompañado entre otros de Jesús Santrich (prófugo por
reincidir en narcotráfico después de la desmovilización), alias El
Paisa(responsable del atentado contra el club El Nogal en
febrero de 2003 que dejó 36 personas asesinadas, entre otros crímenes de lesa
humanidad) y de Henry Castellanos Garzón, alias Romaña (cerebro
de las pescas milagrosas donde centenares de civiles fueron
secuestrados en las carreteras del centro de Colombia en los años 90).
La actitud desafiante de estos personajes, que
impunemente reniegan de la justicia y de los indultos concedidos por el proceso
de paz, ha indignado a la sociedad colombiana.
Por otro lado, es fácil adivinar dónde Iván Márquez
grabó el vídeo: en Venezuela. Al menos eso es lo que cree el gobierno de Duque,
y razón no le falta. Si alguien quería una guerra, aquí tiene el pretexto.
Por este camino no serán Juan Guaidó y la
Asamblea Nacional (AN) venezolana quienes invoquen el TIAR,
sino el presidente Duque para defender a su país de una agresión externa. En
Moscú, Vladímir Putin debe sacar muy bien las cuentas de dónde
se está metiendo.
En Washington, mientras tanto, esto puede precipitar
la hoja de ruta que los asesores de Donald Trump se han
trazado para lidiar con Nicolás Maduro, puesto que ningún presidente de
los Estados Unidos va a descartar nunca la opción militar.
Para completar el cuadro, del otro lado de la frontera
Maduro no pierde ocasión para recordarle al mundo entero que él y su régimen
son una fuente inagotable de problemas, no sólo para los venezolanos sino para
la región latinoamericana. En ocasión de una de las reuniones del Foro
de Sao Paulo, realizada el pasado 29 de julio en Caracas,
Maduro le daba una calurosa bienvenida Márquez y Jesús Santrich.
Los mismos que dentro de las FARC fueron refractarios
a los acuerdos de paz que se dieron con el expresidente Juan Manuel
Santos. Los mismos cuyos paraderos se desconocían por apartarse del proceso
al continuar con actividades relaciones con el narco.
No es que este grupo disidente de las FARC sea una
amenaza para el gobierno de Colombia. Carece del apoyo social que en algún
lejano momento tuvo el movimiento original y su capacidad operativa no es en
nada comparable a la que dispuso en los años 90 del siglo pasado.
Su auténtica peligrosidad viene del apoyo que
encuentra en Venezuela. En su anuncio Márquez habló de una “nueva Marquetalia”
y de una supuesta unidad con el ELN para retomar la lucha armada.
Como ha sido denunciado y documentado el ELN (último
grupo alzado en armas en Colombia) opera con anuencia del régimen de Maduro en
12 estados de Venezuela, por lo general a lo largo de los caudalosos ríos Apure
y Orinoco, donde ejerce el narcotráfico, controla el contrabando de
gasolina y explota minas de oro y coltán. Ni en sus más delirantes sueños Manuel
Marulanda Vélez (fundador de las FARC) soñó con tener acceso a tal
cantidad de recursos y con tanta libertad para operar.
En la práctica el ELN, y los grupos disidentes de las
FARC que no se acogieron al último proceso de paz, son en Venezuela bandas
delincuenciales para las que la política es una coartada que encubre la
naturaleza de sus actividades. Pero no por eso dejan de ser un factor de
perturbación.
Esta es la verdadera razón por la cual Márquez y
Santrich continuarán dando guerra. No porque se les haya incumplido el acuerdo
de paz. Lo hacen porque no saben hacer otra cosa.
En Venezuela hace dos décadas el expresidente Hugo
Chávez les dio puerta franca por razones ideológicas. Hoy vemos las
consecuencias.
Por lo tanto, el principal enemigo de Iván Duque no es
Iván Márquez, sino Nicolás Maduro, quien no sólo le ha lanzado (hasta ahora)
1,3 millones de refugiados, sino que además apoya grupos armados que amenazan a
su gobierno.
Según una conocida teoría el aleteo de una mariposa
puede desatar una tormenta. Guerras terribles se han dado por menos de lo que
hoy ocurre entre Colombia y Venezuela.
Si hay un momento en el cual es urgente que el proceso
de negociación auspiciado por el gobierno de Noruega tenga resultados concretos
es en este.
Sin embargo, desde Caracas la respuesta de Diosdado
Cabello, número dos del chavismo y vicepresidente del Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fue negar las acusaciones de apoyo a
los disidentes de las FARC. Muy alejado de su estilo desafiante, y probablemente
consciente de la debilidad del régimen, formuló la retórica pregunta: ¿Qué
tiene que ver Venezuela?
Todo y nada.
Pedro Benítez
@PedroBenitezF
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