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jueves, 26 de diciembre de 2019

Tregua navideña por @cecodap @fernanpereirav



Por Fernando Pereira


Vivimos tiempos difíciles donde la emergencia humanitaria compleja sustituyó al nacimiento en miles de hogares de nuestro país. Las limitaciones presentes hacen mella en el estado anímico de las familias. Muchos piensan que no vale la pena celebrar porque no hay dinero para comprar los regalos, estrenos, comidas y bebidas típicas de estos días.

”Tú no me quieres, no me compraste lo que te pedí”. La situación obliga a revisar los mandatos culturales y modo de relación. Condicionar el amor a cambio de un regalo entraña una manipulación. Si acostumbramos a nuestros hijos a darle todo lo que piden a condición de que no nos dejen de querer; no hay que ser adivinos para saber el tipo de personas que estaremos formando. Aprender a valorar lo que me están dando, saber que no puedo tener todo lo que se me antoja y el esfuerzo para lograr lo que se quiere son aprendizajes fundamentales que nos van a agradecer para toda la vida. No es mejor padre o madre el que más da; sino el que está presente, se preocupa, acompaña.

Necesitamos una tregua para entender que un abrazo, un beso, un paseo por un parque… no tienen precio y muchos de nuestros niños darían lo que no tienen por recibirlo. El amor no se compra; se siembra todos los días.

La matanza de inocentes

Estos días se conmemora el día en que cientos de niños fueron asesinados en Belén para satisfacer las ansias de poder de un tirano. Lamentablemente en este 2019 Herodes sigue haciendo de las suyas en Venezuela. Han continuado muriendo nuestros niños y adolescentes por falta de atención adecuada en centros de salud, en el Hospital JM de los Rios a pesar de estar amparados por unas medidas cautelares de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos sistemáticamente ignoradas, por los efectos de la desnutrición, por la violencia criminal o de autoridades que se extralimitaron o ejecutaron injusta e ilegalmente a adolescentes.

Necesitamos una tregua para revalorizar el sentido de la navidad que es la vida, la vida en abundacia a la que tienen derecho todos los niños, niñas y adolescentes.


El primer paso comienza en cada casa

Un hogar donde hay “calorcito” humano, donde uno se siente a gusto, donde se siente atendido y querido es el nido perfecto para incubar buenos sentimientos y deseos de ser una buena persona. Esto no quiere decir que sea el lugar perfecto, donde no pasa nadie, ni se discute; nada que ver, es el espacio donde como humanos se aprende que las diferencias se resuelven de manera justa, sin agredir, se afrontan las dificultades contando con tu familia.

Un niño que crece en un espacio frío, presenciando la violencia entre sus seres queridos o que él también la recibe directamente, que no es atendido, anda por su cuenta será un niño herido por la violencia, rabia, desamor. Será candidato a engrosar las estadísticas de la violencia. 

Expresarles el amor a nuestros hijos, decirle que los queremos, preocuparnos efectivamente por ellos, saber dónde están, llamarles la atención con firmeza y amor y ser un buen ejemplo para ellos será un regalo que les podamos dar en Navidad y que no tendrá precio.

Tregua y festividad resiliente

Unas navidades resilientes apelan a la capacidad que tenemos todos de darnos una tregua para poder lidiar y superar la frustración y desilusión. Nuestros niños aprenderán que no podemos tener todo lo que queremos y en el tiempo que deseamos. Debemos esforzarnos y ser perseverantes.

La navidad resiliente nos lleva a apelar al concepto genuino de la celebración. Darle contenido a sus símbolos, a los personajes que colocamos en el nacimiento o resignificarlos con nuestros muchachos.

No podemos sentirnos culpables por celebrar estos días en familia, con lo que tengamos. No podemos permitir que nos arrebaten el significado profundo que tienen estas fechas: el que la esperanza nace y persiste contra todo pronóstico.

26-12-19




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