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viernes, 27 de enero de 2023

La renuncia del mutilado Carreño a un cargo civil: prefería “una muerte gloriosa en el campo de batalla”, por @LaHistoria200


por KIKO PEROZO

José María Carreño (1792-1849) es el gran ejemplo venezolano de los efectos de la guerra en una persona. Sufrió 14 heridas de sable en el combate de Cerritos Blancos (1813), donde perdió su mano derecha: lo hallaron casi muerto en los pantanos, pero sobrevivió.

No obstante, la vida de Carreño no volvió a ser la misma, y aunque siguió combatiendo como oficial, Simón Bolívar decidió darle un mando civil, para que no tuviera que viajar constantemente en campaña.

Carreño recibió la gobernación de Santa Marta, Colombia, pero no se sentía a gusto con el cargo. Según cuenta en una carta de 1821 que analizaremos a continuación, estaba “habitualmente enfermo, sujeto a fiebres frecuentes y a otras incomodidades anexas a un país mortífero como lo es esta ciudad con respecto” a su constitución física.

Por lo tanto, renunció a la gobernación, pidiendo volver a campaña, para alcanzar “una muerte gloriosa en el campo sosteniendo la causa de América, y destruyendo sus opresores”.

Bolívar negó la solicitud de renuncia.

En todo caso, Carreño sería designado consecutivamente Intendente y Comandante de Armas del Istmo de Panamá e Intendente y diputado del Departamento del Zulia. Acompañó al Libertador hasta la muerte de este, el 17 de diciembre de 1830.

Al retornar a Venezuela, José María Carreño ejerció varios cargos públicos, como vicepresidente del Consejo de Gobierno, encargado de la Presidencia de la República y ministro de Guerra y Marina.

Murió en Caracas el 18 de mayo de 1849, a los 57 años de edad, sufriendo en carne propia durante 36 años los efectos de la Guerra de Independencia.

La renuncia de José María Carreño a la Gobernación de Santa Marta

A continuación, la carta de renuncia de José María Carreño a la Gobernación de Santa Marta, y la respuesta negativa del Libertador a la solicitud.

“Excmo. Señor Libertador Presidente.

José María Carreño, Coronel de Infantería de los Ejércitos de la República, con el respeto que a V.E. es muy debido tiene el honor de representar: que jamás podrá expresar con fidelidad la viva gratitud a que le empeña la honrosa confianza que ha merecido al Gobierno cuando le ha colocado en el mando de la Provincia de Santa Marta, pero creería desmerecer las mismas pruebas que le ha dado el Gobierno, y haría una traición a sus propios sentimientos, si no manifestase que este destino lo que tiene en sí de honorífico y satisfactorio, tiene para el que representa de oneroso e incompa­tible, a causa de que está persuadido no estar actualmente en apti­tud de llenar sus funciones con el acierto, esmero y eficacia que él desearía.

Ocupado, Señor, desde el principio de su carrera militar continuamente en la campaña, ha tenido el honor de haber recibido en ella marcas indelebles que acreditan su opinión y la manera con que la ha sostenido. Herido unas veces en el campo del honor, mutilado y estropeado otras, la sangre que ha perdido, sin destruir el ardor de sus sentimientos, ha destruido su físico hasta el extremo de hallarse habitualmente enfermo, sujeto a fiebres frecuentes y a otras incomodidades anexas a un país mortífero como lo es esta ciudad con respecto a mi constitución. En la última campaña de esta Provincia ha sufrido de una manera bastante sensible el in­flujo de este temperamento y un conocimiento práctico le enseña que su permanencia en ella hará concluir sus días de una manera que el exponente desearía cambiar en la que todo militar debe am­bicionar, es decir, en una muerte gloriosa en el campo sosteniendo la causa de América, y destruyendo sus opresores.

En esta virtud, Excmo. Señor, y persuadido de que el corazón del que representa no ansia sino por consagrarse más activa y directamente en el servicio, no pudiendo sufrir una vida lánguida y pasiva en una guarnición; persuadido igualmente de que su salud no le permite permanecer más tiempo bajo la influencia de este temperamento, con la mayor veneración y confiado en que la noto­ria beneficencia de V.E. no desairará su petición.

Suplica a V.E. se sirva relevarle del mando de la ciudad y Provincia de Santa Marta y se sirva destinarlo al servicio de campaña en cualquier punto en que V.E. tenga a bien.

Así lo espera en Santa Marta, a 12 de abril de 1821, 11°.

Excmo. Señor,

J. María Carreño”.

Los miembros de la Comisión del Archivo del Libertador explican que existen “dos peticiones idénticas del Coronel Carreño: la principal, y su duplicado”. La primera lleva al margen la resolución del Libertador fechada a 12 de junio, y la segunda, la resolución del 16. “Esta última, por su amplitud y por ser de fecha posterior, es la que debe considerarse como definitiva”, señala la Comisión.

La respuesta de Simón Bolívar a la renuncia de José María Carreño

Esta es la respuesta del Libertador:

“Cuartel General en San Carlos, junio 12 de 1821.

El Gobierno no admite la presente dimisión. Puede, sin embargo, mientras restablece su salud, dejar el mando, y conferirlo interina­mente al que corresponda con acuerdo del Comandante en Jefe de la Costa de Cundinamarca.

Bolívar.

Cuartel General en San Carlos, junio 16 de 1821.

Los servicios del Coronel Carreño en el destino que actualmente desempeña en la Provincia de Santa Marta son tan importantes en las circunstancias, como los que ha hecho y puede hacer en el campo de batalla. Por esta consideración, el Gobierno no admite la dimisión que hace, aunque aprecia el espíritu de que se halla animado. Pero en atención al estado de su salud, puede retirarse el tiempo que necesite hasta lograr su restablecimiento, dejando encargado interinamente el Gobierno a la persona a quien corresponda con acuerdo del señor Comandante General de la costa de Cundinamarca, para continuar en él luego que se reponga.

Bolívar”.

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