Alfredo Infante, s.j. 23 de febrero de 2023
—Y
¿cómo vamos a levantar cabeza y emprender, si montas un negocito y, en vez de
ganancia, tienes deudas porque no te alcanza para el alquiler y el pago de
Fospuca? —me comentó el taxista que me llevaba hacia mi destino, en una
reciente visita que hice a Guayana.
—¿Fospuca?
—pregunté.
—Sí,
es la empresa recolectora de basura. Las tarifas que esta empresa pone son tan
groseramente altas que es mejor cerrar el “negocito” que mantenerlo de pie
—respondió indignado.
—Fíjese,
yo tenía un pequeño emprendimiento en Puerto Ordaz, tuve que dejarlo y ponerme
a “taxiar”, aunque con el taxi debo pasar 2 o 3 días en la cola de la gasolina
—continuó ejemplificando y concluyó analíticamente: “Aquí todo conspira contra
la iniciativa privada de los pequeños comerciantes”.
—Y entonces, ¿de qué vive la gente? —pregunté con la curiosidad de quien viene de la capital por pocos días y desea conocer…
—Aquí
lo que la gente hace es ir a las minas a buscar “pepitas de oro”, y eso es muy
peligroso, tanto por la salud como por la seguridad; en esos lugares, la vida
no vale, muchos van y no regresan, hay mucha gente que desaparece y, los que
regresan, regresan con enfermedades extrañas —describió con crudeza.
—Y si
las cosas son así, ¿por qué cree usted que la gente se va para allá? —le
insistí buscando razones.
—Mire,
eso es como el vicio de la lotería, creo yo. Usted casi siempre pierde, pero
sigue jugando porque piensa que en algún momento se puede ganar el premio
gordo, aunque la verdad es que se está arruinando —argumentó.
—Y
¿quién se beneficia de este negocio? —le inquirí ya llegando a mi destino.
—Hay
cosas que todos saben y nadie sabe. Es la ley de la sobrevivencia —comentó
sabiamente.
—¿Antes
que hacía usted? —le pregunté, ya bajándome del auto y luego de estrecharle la
mano.
—Trabajaba
en Sidor, la siderúrgica. Eran otros tiempos. Dicen que esos tiempos no
volverán —concluyó.
***
Viví en Guayana los primeros años de la década de los 90, cuando se iniciaba el
proceso de descentralización y las regiones, por primera vez, elegían
gobernadores y alcaldes. El estado Bolívar inauguraba el gobierno de La Causa
R, liderado por Andrés Velázquez en la gobernación y por Clemente Scotto en la
alcaldía de Caroní. Para entonces, la región experimentaba nuevos aires en la
política, con mucha participación y una gestión que, con hechos a favor de la
mejora de la calidad de vida de la población en las áreas de educación, salud e
infraestructura, generaba mucha esperanza en la gente
Recuerdo
las reuniones que se hacían en los sectores populares sobre presupuesto
participativo y rendición de cuentas. Políticamente, todo constituía una
novedad. La Corporación Venezolana de Guayana (CVG), adscrita al Ejecutivo
nacional, coordinaba con los gobiernos locales e invertía en la región como
siempre lo había hecho.
Esa
Guayana no volverá. El petroestado colapsó. Lo que existe ahora es un
extractivismo minero que ha destruido la calidad de vida de la gente y está
depredando la naturaleza, contaminando con mercurio los grandes ríos y fuentes
de agua, y desplazando a los pueblos indígenas de sus territorios o
convirtiéndolos en mineros, desquiciando su modo de relación con la naturaleza.
Esta
región, otrora pujante, ha experimentado en las dos últimas décadas un salto
atrás en desarrollo humano, mientras el sector productivo privado que queda en
pie se ha venido a menos. Recientemente, la Universidad Católica Andrés Bello,
extensión Guayana, presentó los resultados de dos investigaciones que confirman
esta difícil situación: la I Encuesta de Bienestar del estado Bolívar y la
ECOIN: Encuesta de Empresas Industriales, Comerciales y de Servicios Región
Guayana.
La
primera^1 evidencia1 es que la mayoría de los habitantes de la entidad están
insatisfechos con sus condiciones de vida. En una escala de 0 a 1, el índice de
bienestar social está en 0,485. Casi la mitad (48,81 %) no cree que sus
ingresos le alcancen para cubrir sus necesidades; 62,22 % considera que la
educación no le ha ayudado a conseguir oportunidades laborales, 84,78 % trabaja
en un área distinta a la de su formación y 51 % realiza actividades laborales
no remuneradas. Además, 81,90 % de las personas que reportaron enfermedad no
acudieron a un centro de salud, 66,36 % está insatisfecha con la labor de los
organismos de seguridad y 61,76 % ha tomado medidas propias para no ser víctima
de un delito.
La
encuesta de las empresas2 no es más alentadora. El 51 % de las 400 compañías
que participaron en el sondeo reportó que sus ventas cayeron durante el primer
semestre de 2022 y 79,85 % dijo no haber invertido en maquinaria para mejorar
su producción. Además, el salario promedio pagado a los trabajadores ronda los
50 dólares, muy por debajo del costo de la canasta alimentaria; esto, porque la
mayoría indicó funcionar solo medio día.
Aun en
este contexto complejo, los habitantes de Bolívar no se resignan y encuentran
en sus vínculos familiares y comunitarios la fuerza para seguir adelante. La
encuesta de bienestar indica que la gran mayoría (77,87 %) está satisfecha con
sus relaciones sociales y 41,63 % participa en actividades políticas,
religiosas, culturales o deportivas desarrolladas por la comunidad. Esto
demuestra que los guayaneses de buena voluntad trabajan y esperan por un
desarrollo más digno para su población y para la imponente y bella naturaleza
que le abraza porque, como la Israel de Isaías, confían en que “una rama saldrá
del tronco de Jesé, un brote surgirá de sus raíces” (Isaías 11:1)
Notas:
- Centro de estudios regionales- UCAB: I
Encuesta de Bienestar del estado Bolívar. Febrero, 2023. Disponible
en observatorioguayana.ucab.edu.ve
- MADRIGAL, A. (2022). Proyecto
ECOIN-Guayana. 28 de octubre de 2022. Disponible en: storymaps.arcgis.com
Alfredo
Infante, s.j.
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