Ricardo Sucre Heredia 16 de junio de 2024
Aunque
los análisis imparciales y objetivos aseguraron que el gobierno buscaría
suspender las elecciones del 28 de julio con el expediente de la “conmoción
interna”; si bien no se descarta, vamos rumbo a las presidenciales. Al fijar la
fecha de los comicios el día del cumpleaños de Chávez, es un compromiso para el
chavismo. El PSUV sacó sus cuentas y estima que ganará. De aquí la ofensiva que
el gobierno adelanta tanto en la campaña como en poner a circular encuestas de
firmas poco conocidas que ponen al presidente como ganador. Este artículo no es
para pronosticar quién puede ganar el 28. La primera opción la tiene la
plataforma unitaria. Este texto es para analizar cómo puede ser el día
electoral. Al partir de la frase de Kissinger que “la historia no enseña por
analogía sino por identidad”, presento tres escenarios para el 28 (no implica
orden de importancia): el “Escenario Irán 2009”, “las regionales de 1998”, y
las “regionales de 1995”. No creo que vayamos al primer escenario. Pienso que
el 28 se moverá en los dos últimos. Como en esos años, la lucha por la victoria
será “voto a voto en los centros”
Vamos
rumbo al 28 de julio. Siempre fuimos. Los análisis objetivos e
imparciales que postularon la tesis de la “conmoción interna” o “Las Malvinas”
como pretexto del gobierno para suspender o retrasar los comicios, no tuvieron
base. En mi opinión nunca la tuvieron, aunque fueron muy celebrados
tanto en los medios como -¡caray!- en medios externos muy reputados como El
País que “los compraron”. Creo que en el tan celebrado por cierta opinión
análisis imparcial hay mucho de “wishful thinking”, agendas de
poder, y menos análisis.
Por supuesto, en un gobierno autoritario no hay que descartar nada. Lo central de una democracia al decir de Przeworski que es la incertidumbre, en un sistema autoritario está “todo atado y bien atado” (o casi). Como expresó Carlos Monsiváis (c. p. Dussauge-Laguna, 2024): “o ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo”. Todavía no sé cuál de las dos será. A lo mejor ni lo sabré, aunque no entienda o pase lo que entiendo.
De
manera que con el gobierno de Maduro no se descarta nada, pero pienso que vamos
al 28 de julio. No ahora. Desde antes, por muchas razones. Dos que parecen de
bulto, lógicas.
La
primera, si el gobierno hubiera querido prorrogarlas o suspenderlas
sencillamente el CNE no anuncia la fecha de julio. O no avisa la fecha -como
pasó en 2016 con las regionales, que no se hicieron ese año aunque
correspondía, también pocos preguntaron por ellas, enfrascados en la estrategia
de “la presión y el quiebre” por lo que “¿qué resuelve una alcaldía o una
gobernación?”, mantra de la época aunque hoy se dirá que no fue así- o
pone otra fecha más lejana. Al decir 28 de julio, ya es una “camisa de fuerza”
para el chavismo.
El
segundo motivo es la fecha en sí. El chavismo es muy simbólico. No sé si sea de
“incentivos” o “costos”, pero simbólico sí es. El 28 de julio es el
cumpleaños de Chávez. La fecha, entonces, obliga al chavismo. No me imagino
al presidente, a Diosdado Cabello, a Jorge Rodríguez o a la VP Delcy decir algo
como, “Comandante discúlpanos, no te pudimos cumplir. Jugamos a Fidel y
calculamos mal. Es un por ahora”. No veo al chavismo en eso.
Ya
enrumbados a las elecciones, queda acercarse a cómo pueden ser. Este artículo
es para eso ¿Cuáles escenarios para el día 28? No tanto en quién
ganará o quién perderá. Pienso que la primera opción la tiene Edmundo González
Urrutia (EGU) -votaré por él en la tarjeta de UNT- pero no cierro la
puerta a la reelección de Maduro.
Cuando
analicé un estudio de Consultores 21 y lo compartí en mi columna para El
Cooperante del lunes 13 de mayo, escribí que pasé la etapa “fiebrúa” de las
encuestas con Rosales, Capriles, y Falcón. De que ganábamos porque sí. Hoy
soy más prudente producto de mis errores en el pronóstico durante esos años, en
los que me equivoqué. Todavía no tengo claro qué me pasó. En el
artículo en cuestión, ofrecí dos variables que creo influyen en la falla de los
pronósticos “fiebrúos” como los que hice en esas elecciones.
La
primera, las encuestas subestiman ciertas actitudes y opiniones, por diversas
razones. Segundo, al no existir una identidad partidista o hay una
socialización partidista menos fuerte por el “mundo líquido” en el que
vivimos, existe un porcentaje importante de No sabe/No responde
(Ns/Nr) que se definen poco antes o durante el mismo día de las
elecciones. Por eso las sorpresas. Milei fue uno. Fue subestimado en 10 puntos
y “Pato” Bullrich sobreestimada en 2 puntos.
El
domingo 3 fueron las elecciones en México. Un fenómeno similar se vio. Si se
busca en Wikipedia “Elecciones Federales de México de 2024”, normalmente Wiki
pone una sección de encuestas durante la elección que reseña.
En la
elección mexicana, el promedio de 5 estudios de opinión en la página de Wiki
fue 54,5% Sheinbaum y 33,6% Xóchitl. En redondo, 55% y 34 por ciento.
Los
resultados reales del INE (con el 95,2% de las actas “capturadas”) son 59,4% y
27,9 por ciento respectivamente. Si comparamos con los promedios, Claudia fue
subestimada en 4,9% y Xóchitl fue sobreestimada en 5,7 puntos.
Lo que
pasa es que la victoria de Sheinbaum fue tan alta, que este error no reveló ser
importante. Si la elección hubiera sido más cerrada, a lo mejor. Pero aún con
la distancia de Claudia, una sobreestimación de 6 puntos para Gálvez no
es cualquier error para una encuestadora ni es fácil de justificar que si “está
en el margen de error” o “los escenarios son dinámicos” (tipo España
2004, por ejemplo).
En
cambio, con el candidato que llegó de tercero, Máynez, las encuestas lo
hicieron mejor: promediaron 11,2% y el resultado real fue 10,4% con una
diferencia a su favor de 0,8 por ciento en los pronósticos.
A lo
mejor con Máynez les fue mejor porque no sería ganador, y no había la presión
para responder por parte del encuestado o, en una “hipótesis no sana”, había
que construir el clima que Gálvez remontaba la diferencia con Sheinbaum y por
eso se le agregaron 6 puntos más. No tenía sentido “inflar” a Máynez “porque no
iba pa’l baile”.
No
quiere decir que las encuestas estén malas o sean “tarifadas”, sino que hay
opiniones que los estudios no miden bien (eso sí es responsabilidad de las
encuestadoras, pero el por qué es para otro artículo).
Lo que
sucedió en México se repite en elecciones en el mundo. En México, los Ns/Nr
para mayo, sumaron 14% que no es un porcentaje desdeñable. Aquí está la clave
para desentrañar un posible resultado junto a que los encuestadores pueden
revisar sus “paradigmas de opinión” que están muy en la teoría clásica sobre
las actitudes y pudieran experimentar con modelos más recientes como el de la
acción razonada de Ajzen y Fishbein, que ayudaría a tener números más
acertados. Pero bueno, los encuestadores también son parte de un
“establishment” del que obtienen prestigio. Solo basta decir, “una
encuesta es una fotografía de un momento”, y eso justifica cualquier
yerro que se pueda corregir.
Me
atrevo a asegurar que Venezuela no será la excepción a esta tendencia mundial,
más cuando de acuerdo a Consultores 21 al 2-5-24 hay un 22% de No sabe/No
responde. No descarto un “Máynez venezolano” para este 28 de julio, que
pueda obtener entre un 7 a un 11 por ciento, aunque mi propio cálculo con los
números de C21 me dice que no, que operará una “economía del voto”.
En
Wiki, en su reseña de la elección para julio, el promedio de 17 encuestas entre
abril y mayo es de 12% Ns/Nr. La ventaja de EGU en un promedio de 18 estudios
en Wiki es de 17 por ciento.
Hay
que ver cómo se comporta el porcentaje de Ns/Nr para aproximar cómo pueden ir
los números electorales para el 28 de julio. Pero este texto tampoco es para
eso.
En el
artículo escrito el 13 de mayo para este portal sobre los datos de C21 al
pronosticar el comportamiento de los Ns/Nr, quedó en 54% EGU y 46% Maduro.
En
todo caso, planteé en el artículo, no me ubicaba -ni me ubico- en el 60% EGU y
20% Maduro que algunas encuestadoras pronostican para el 28 de julio. No
descarto escenarios tipo “avalancha” a favor de la plataforma unitaria, pero no
es mi pronóstico.
Mi
escenario global es que el resultado del 28 será una “lucha voto a voto” en los
centros y mesas.
Aquí
entran los escenarios para ese día. No sobre quién va a ganar el 28 de julio
sino cómo puede ser la elección. Pienso en tres. No supone orden de ocurrencia
o probabilidad. Son: “Escenario Irán 2009”, “Regionales de noviembre de
1998” y “Regionales de diciembre de 1995”.
Para
hacerlos, parto de la frase de Kissinger de “la historia no enseña por analogía
sino por identidad” (por cierto, esta cita de Kissinger cuestiona los análisis
objetivos e imparciales que no “se puede comparar la presidencial de 2012 con
la de 2024”, de analistas cuyo “único cliente es la verdad”). Es decir, no hay
calco pero sí hay elementos comunes. En común de un pasado con este presente,
es que percibo que la elección se disputará voto a voto, no porque esté reñida
sino porque ganar significa muchísimo, principalmente para la viabilidad de
cada grupo en el futuro (gobierno y oposición).
El que
menos deseo es el “Escenario Irán 2009”. Es el escenario del fraude o, mejor
dicho, del golpe seco una vez que la oposición gane como sucedió en Irán en ese
entonces, cuando la oposición que encabezó Mousavi fue descabezada
cuando éste denunció fraude en las presidenciales del 12 de junio de 2009. Por
cierto, el candidato iraní señaló que el entonces gobierno de Ahmadinejad era
“ilegítimo”. Aquí se usó la misma expresión con Maduro.
En
términos de Venezuela, una situación similar al plebiscito de noviembre de
1952. La oposición gana, pero el gobierno no acepta los resultados. Logra el
apoyo militar para torcer la voluntad popular como sucedió en ese noviembre.
Así,
por ejemplo, se puede interpretar la rueda de prensa de Jorge Rodríguez el
4-6-24 al afirmar que “quien atente contra la paz, irá a la cárcel”. En redes
sociales no pocos lo interpretaron como el preludio del “Escenario Irán 2009”.
El gobierno advierte, amenaza para disuadir, y crea el ambiente para “el palo a
la lámpara”.
Quienes
creen en este escenario agregan que el anuncio de Brasil y Colombia para no
enviar observadores es, en el mejor de los casos, que ambos países “se
hacen los locos” con la elección venezolana y, en el peor de los casos,
saben del “fraude” o lo intuyen y no quieren verse involucrados.
Aunque
con el gobierno nada debe descartarse no veo al ejecutivo en este
escenario. Por dos razones.
La
primera, lo que puede ser el “efecto México”. El gobierno interpreta la
elección del domingo 3 como un respaldo a la izquierda y un alto a la victoria
de la derecha, en personas como Milei y como Noboa.
La
elección en México, además, pasó sin incidentes. Aunque la alianza de la
oposición mexicana señaló que impugnará los resultados, éstos se aceptaron y
son reconocidos en el mundo. Sheinbaum responde los mensajes de felicitación
personalmente, y no son pocos mensajes. Son bastantes. Algo que me gusta de
Claudia es que los responde todos en español, aunque habla inglés. Por lo
menos, con la directora del FMI.
El
gobierno de Maduro se ve en ese espejo y también quiere una elección que
transcurra en paz. No va a apelar al “Escenario Irán 2009” porque rompe con el
clima de paz que busca y abrirá una caja de Pandora que el ejecutivo puede no
controlar. Principalmente con las FAN. Si en la institución hay
sectores descontentos, tendrán un buen motivo para manifestarse, lo que puede
generar un efecto dominó a lo interno de las FAN. Es un riesgo muy grande el
“Escenario Irán”. Se recuerda que, en las presidenciales de 2018, el mismo día
de la elección, la DGCIM detuvo a varios militares acusados de conspirar. El
mismo 20 de mayo.
El
segundo motivo es que el chavismo está convencido que sus mensajes calarán en
el votante. Básicamente, la promesa central del gobierno es la estabilidad, es
la paz (lo que llamo la “paz autoritaria” que TODOS disfrutan, aunque se
indignen y monten un show de la dignidad).
Acerca
de esto, escribí para El Cooperante el 13 de mayo. El gran eje de la campaña
será estabilidad o cambio. No puedo pronosticar cuál se impondrá. Lo
que sí estoy seguro es que la estabilidad tendrá apoyo.
El
ejecutivo sacó sus números -si son buenos o malos se verá el 28 de julio- y
asume que, con la campaña y el trabajo político, ganará. De manera que
no veo un “Escenario Irán 2009” sino al gobierno en campaña, como es con el
chavismo. Campaña electoral junto a los abusos en el uso de los recursos
del Estado, que ya son visibles y seguramente serán mayores a medida se acerque
el 28 de julio.
El
talón de Aquiles del gobierno es su inercia y su incompetencia como gestión.
Vemos difícil que el elector quiera vivir 6 años más como los vive ahora pero,
quién sabe, a lo mejor la vida tranquila es más importante que un cambio
político al que se le teme y que discursos de una cierta oposición que hasta no
hace mucho pidió “intervenciones humanitarias” y “coaliciones
internacionales”, no son suficientes para dar confianza al mundo
chavista que percibe -a mi modo de ver correctamente- que los quieren
sentar “en el banquillo de los acusados”. Y agrego. No solo a los chavistas,
también a parte de la oposición.
El
sector de la oposición que manda ahora, asume que con lo que llama “memoria,
justicia, y reparación” que lo veo como venganza, al poner a
sectores a “pedir perdón” crearán tal efecto de culpa en la sociedad que podrán
mandar de manera indefinida, que es lo que quieren porque son autoritarios. Más
educados, pero igualmente autoritarios.
La
culpa y el perdón como legitimantes de una nueva dominación ya no dentro de la
oposición -que se ve con el uso de términos como “cohabitantes” o hacer “listas
de analistas, politólogos, y periodistas sospechosos”, cuando todos
cohabitamos de alguna u otra manera, incluso ese sector, que se vacunó para el
COVID sin chistar, no se fue afuera y pagó su pasaje para vacunarse en otro
país, que es lo que debió hacer si tenía esa intensidad con el “genocidio” y el
“exterminio por diseño”, del que tanto habla- sino del país en general. La
culpa como mecanismo para el control político en nombre de la “justicia y la
reparación”.
Igualmente,
el gobierno apuesta al discurso del voto castigo contra la oposición por el
tema de las sanciones. Finalmente, posta al “nuevo 1 x 10”. Lo “nuevo” es que
debe “estar cargado de un alto nivel de confiabilidad” como señaló Diosdado
Cabello en una actividad con las estructuras del PSUV el 4 de junio.
Al
escuchar a los voceros del gobierno, el anterior 1 x 10 no fue confiable.
Cabello contó el caso de una persona que tenía a 30 inscritos en un 1 x 10 para
una elección, y apenas votaron 3, el 10 por ciento.
Llama
la atención que un ejecutivo con fama de taimado pueda ser engañado por su
propia estructura. Aquí hay una debilidad para el gobierno.
Ha
perdido elecciones. Tampoco es infalible. De hecho, el 1 x 10 “viejo” no
pareció ser tan eficiente como se dijo ya que ahora habla que debe ser uno
“auditable”. Entonces la “gran maquinaria del PSUV” en realidad puede no ser la
tal “gran maquinaria del PSUV”, a pesar que se financia de manera ilegal porque
lo hace del Estado.
El
chavismo tiene el pecado de los excesos. Entonces, al “nuevo 1 x 10” lo
comienzan a cargar de cosas. Ahora, debe incorporar al menos a una
persona que no haya votado por el chavismo y a un nuevo votante. Luego,
los criterios se hacen más exigentes y es aquí en donde puede estar la entropía
del sistema, que fracasa en las elecciones y el chavismo pierde.
Hay
mucho discurso. Por ejemplo, Cabello habló que “solo entre las mujeres, el
Clap, y las comunas, hay un REP de 11 millones de personas”. Entonces, parecen
modelos muy perfectos -con ese REP ya el gobierno ganó- pero que en la realidad
no siempre se materializan. Es decir, el comportamiento del votante no siempre
está ajustado a lo que el modelo pronostica.
En
síntesis, no veo al ejecutivo en el “Escenario Irán 2009”. Quedan dos
escenarios, que son en los que me ubico: las regionales de 1998 y las
regionales de 1995.
Los
dos se caracterizan porque ambas elecciones se disputaron voto a voto. Las
de 1998, se votó hasta en la madrugada. En las de 1995, hubo
disputas en las que las FAN intervinieron para asegurar al ganador. Se
recuerda al general Raúl Salazar en Zulia en tareas para organizar el recuento
voto a voto que dio como ganador a Francisco Arias Cárdenas. Pero la
disputa en el estado occidental duró una semana.
Pienso
que julio de 2024 será una elección muy disputada. Con recuentos,
impugnaciones y, quien sabe, sin saber del ganador el mismo día. Por eso
hablo de la “lucha voto a voto”. Se peleará por cada voto porque un voto puede
hacer la diferencia entre ganar y perder de manera clara y que el CNE haga el
anuncio oficial en corto tiempo.
Así,
de otro modo, puede interpretarse el anuncio de Brasil y Colombia que no
enviarán observadores. A lo mejor los dos países notan un escenario de
elecciones que se disputarán en los centros, y se reservan para la madrugada
del 29, cuando habrá que hablar. Petro y Lula son reconocidos por el
gobierno, que es una fortaleza, porque dentro de Venezuela no hay político de
oposición que el gobierno reconozca. Al menos de manera visible. Lula y Petro
se reservan para actuar en la “lucha voto a voto” para mediar entre el ganador
y el perdedor cuando las cosas se compliquen, que seguramente pasará.
Si es
así, son escenarios optimistas 1995 y 1998, porque el conflicto será agonal no
existencial como es ahora. En 1998, el “establishment” fue
AD-Copei y la fuerza emergente fue el MBR-200. Con las diferencias del
caso, puede ser la situación hoy, pero al revés. El “establishment” es el
chavismo. La fuerza emergente, la oposición de la plataforma unitaria, pero
porque no ha habido alternancia en 25 años.
Como
resultado, ocurre la lucha “casa por casa”. No es que antes no hubiera habido
elecciones “voto a voto” como las de 2007, pero ésta se dio en el marco de un
gobierno todavía popular (el de Chávez). Hoy se parece más a 1998 o 1995 que a
2007 porque el ejecutivo del presidente Maduro es impopular. Es la hipótesis
optimista. Las “trompadas estatutarias” -porque tendremos trompadas- y abusos
se darán en la conquista de los votos, pueblo por pueblo. Quien gane será
porque realmente sumó más votos.
No es
casual, entonces, que el tema tanto para el gobierno como para la oposición
sea “la maquinaria para el 28 de julio”. Los dos salen de Caracas y
hacen actos en la “Venezuela profunda” para probar sus “maquinarias”.
Será
una buena hipótesis por investigar. Si el chavismo y la cierta recuperación del
país se concentran en las grandes ciudades y pueblos, y la “profunda” queda
rezagada en esa mejoría. Algo como “the city and the countryside”. El pueblo y
la ciudad. María Corina maximiza los espacios en los que puede ganar apoyo como
son pueblos y ciudades de la “Venezuela profunda” que fueron abandonados por el
Estado sea por la crisis, sea por diseño, o por la propia dinámica del
conflicto político con la oposición.
A lo
mejor el chavismo tiene más fuerza en ciudades importantes y menos en pueblos,
y la oposición es al revés. El chavismo es “más sifrino” y la oposición igual o
“menos sifrina”, que no sería extraño. Son 25 años en el poder. Ya los
chavistas no tienen los carros viejos de 1998 sino camionetas último modelo. Es
el poder del Estado venezolano que le cambia la vida a las personas (por eso un
gentío se mata por llegar al Estado, aunque sean “liberales” o “minarquistas”).
En un programa, Maduro dijo que pesó 120 kilos. Añadió que ahora está en 100
kilos. Las elites, del gobierno o de la oposición, TODAS en sus grandes
y abundantes en todos los sentidos, vidas.
A lo
mejor no es “la ciudad y el campo” sino es un corte transversal. Es decir, los
abandonados están tanto en la ciudad como en el campo. Machado canaliza el
agravio, permite que tenga voz, cosa que el gobierno no puede ofrecer, aunque
en las visitas que Maduro hace a pueblos, le entregan “papelitos” -forma parte
de la cultura venezolana- pero el sentido es otro: pedir cosas. Con María
Corina, es desahogar agravios.
Puede
ser que la campaña de MCM de voz a los “olvidados de Venezuela”, los que no se
han beneficiado con la dolarización y la nueva estructura social compuesta por
tres grupos: las élites, lo que podemos llamar “trabajadores de élite” -que
pasaron de las “perreras” a una moto propia, por ejemplo- y, finalmente, los no
dolarizados, que puede ser una persona en Amazonas o alguien clase media en
Caracas. Los últimos son “los perdedores”. Lo que tienen en común es que no
pudieron dolarizarse como los dos primeros que se dolarizaron y llevan una
mejor vida, más allá de la clasificación tradicional sobre las clases sociales.
Creo
que ese será el escenario para el 28 de julio. Una larga noche, pero no
solo o no de “la baranda”, sino una larga noche -y seguramente madrugada- en
las mesas y centros electorales en donde el gobierno y la oposición lucharán
voto a voto para ganar la elección presidencial.
La
campaña electoral toma forma. De manera que los artículos tendrán que abordar
el periplo hacia las elecciones. El plan de vuelo para las próximas semanas, de
este texto al domingo 21 de julio es el siguiente. Explorar los escenarios de
ganar la oposición y de ganar el gobierno. Examinar los escenarios de perder la
oposición y de perder el chavismo. Finalmente, evaluar la campaña tanto del
mundo oficial como la de la plataforma unitaria. El lunes 29 de julio, espero
publicar mi primera reacción “en caliente” sobre el día de las elecciones.
Tomado
de: https://elcooperante.com/la-lucha-sera-voto-a-voto-en-los-centros/
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