ISABEL PEREIRA PIZANI 10 de septiembre de 2024
«El
dictador Ortega, que tiene sometido al noble pueblo nicaragüense, llama
arrastrado a un Lula desconcertado por las circunstancias de querer salvar a
Maduro, sabiendo que es imposible»
Una vez más en la historia de Latinoamérica, Venezuela se convierte en un factor convulsionador, al igual que lo fue en otros tiempos. La decisión de sus sectores populares de dejar atrás las viejas y fracasadas propuestas socialistas- marxistas comienza a erosionar la izquierda latinoamericana. Sus más conspicuos representantes en el poder están pisando un terreno movedizo provocado por el fracaso en Venezuela del Socialismo Siglo XXI, una derrota que los ciudadanos de este país viven, denuncian y rechazan en la oportunidad que les ha brindado el proceso electoral venezolano.
Petro,
Lula y AMLO están ante un escenario que se les escapa de las manos. Daniel
Ortega llama arrastrado a Lula porque este viejo líder vacila en su angustia de
apoyar a Maduro, sabe que no puede descalificar los acontecimientos generados
en Venezuela por una derrota electoral ostensible ante el mundo entero.
Ortega
desde su guarida vitupera a un Lula que se debate en medio de esta terrible
confusión ideológica: no puede salvar a Maduro como quisiera, se resiste a
calificarlo como dictador, lo intenta suavizar tildándolo de autoritario,
aceptar que es un dictador es la más grave derrota para las ideas socialistas
en nuestro subcontinente.
Los
acontecimientos políticos venezolanos trascienden nuestro territorio, el saldo
fatal de la ejecutoria del siglo XXI es implacable, una economía reducida a la
quinta parte, 7 millones de venezolanos en la diáspora, desaparecidas 10.000
empresas que generaban trabajo y buenos salarios para las familias. Inocultable
la destrucción de los servicios sociales, hospitales en ruinas, ambulatorios
desaparecidos por la idea fracasada de sustituirlos por la solución populista
cubana de “Barrio Adentro”. Médicos en diáspora, insertándose en los sistemas
sanitarios de Chile, Colombia y en todos los países que les abran las puertas a
estos capaces egresados de las escuelas de medicina de las universidades
autónomas venezolanas. La educación en el suelo, las escuelas básicas que
forman las nuevas generaciones en crisis total, con horarios mosaico, es decir
un día de clases sí y otro no. Maestros en huelga por las miserables
condiciones de vida sin siquiera tener los recursos para llegar a sus escuelas.
Desnutrición extendida en la población infantil. Más del 33%% de los niños
venezolanos en situación de deterioro irreversible de sus condiciones físicas.
Universidades en la ruina, con profesores en la miseria. Un costo inmenso e
impagable con las nuevas generaciones.
El
saldo del fracaso del Socialismo Siglo XXI se riega en el corazón de la
izquierda latinoamericana apegada a la vieja idea de que el mercado es aquel
sitio donde el pez grande devora al pequeño y que por tanto el estado a través
de la planificación centralizada debe dominar la economía. Una vieja consigna
derrotada con la caída de la Unión Soviética. La destrucción de la propiedad
como bien sostuvo Hugo Chávez, su “exprópiese” fue la fórmula más eficiente
para la destrucción de la economía venezolana y el desatar de procesos de
empobrecimiento de trabajadores sin empleo atenidos a las medidas populistas de
los bonos que intentaban sustituir los salarios y la bolsa de comida CLAP como
único recurso para alimentar a las familias.
Es
innegable hoy que el fracaso en Venezuela de las ideas del socialismo está
circulando por todo ese pedazo de Latinoamérica que aún permanece penetrada por
los viejos dogmas. No ha sido en vano la implosión de Venezuela, la dimensión
gigantesca de una diáspora, los ciudadanos, familias emigrando en busca de
alternativas para sobrevivir. Más del 20% de la población huyendo, no de un
sismo natural ni de una guerra, sino de una crisis política generada por la
imposición de las ideas marxistas en la patria de Bolívar.
Este
gran proceso que revuelve a Latinoamérica está expresado en la aparición de un
nuevo liderazgo, surgen personas distintas, dejando atrás a
los “caudillos”
tradicionales,
socialistas, reconocidos falsamente como héroes: el Che Guevara, Fidel Castro,
Hugo Chávez, Correa, Nicolas Maduro, Evo Morales, Juan Domingo Perón,
López Obrador, Luis Inácio Da Silva (Lula), Gustavo Petro, protagonistas de
experiencias fracasadas que han regado una estela de hambre, miseria,
sacrificios humanos e injusticia a lo largo y ancho de nuestro hemisferio. Un
liderazgo que se transformó en un tráfico de conciencias, estigmatizando los
símbolos de libertad y justicia, prostituyendo la noción de mercado y el
intercambio libre basado en el esfuerzo, generando una pobreza extendida en el
corazón de las grandes masas latinoamericanas. Imponiendo quimeras criminales
que han llevado a nuestros pueblos a la miseria. Las evidencias son
inapelables, siguen existiendo las caravanas de desesperados; gente que no ve
salida en sus propios países y que intentan llegar al norte arriesgando y apostando
sus vidas. Tratando de vencer el reto físico que representa la selva de
Darién.
Vemos
cada día el fraccionamiento de la vieja izquierda, no pueden atacar el
movimiento liderado por María Corina en Venezuela, carecen de argumentos,
ideas, proposiciones para salvar el viejo socialismo. El fracaso económico
cubano, la destrucción de la economía venezolana son ejemplos incuestionables
que están mostrando la inviabilidad del socialismo. Quienes hoy salen a las
calles en Venezuela son los más genuinos representante del país, las familias
heridas y rotas por la diáspora, los trabajadores sometidos a salarios de
hambre, los jóvenes que aspiran a realizar sus sueños de futuro, estos son los
contingentes humanos que claman un cambio y reclaman dejar atrás los dogmas
contra el trabajo productivo, la expansión de los mercados y contra la
presencia de ciudadanos activos movidos por la ética del trabajo, en rechazo
abierto a la ética del rentismo que dependía de los vaivenes del precio del
petróleo y de la decisión de repartir de los gobernantes, ya saben los
venezolanos que no se puede vivir de subsidios , ni de bolsas de comida, hay
que trabajar en libertad.
Uno de
los sectores más cruelmente avasallados por la tiranía socialistas ha sido el
periodismo, la comunicación, el intercambio de ideas sobre la libertad.
Venezuela puede mostrarle al resto de Latinoamérica como han desaparecido y
hostigado los periódicos, los medios de comunicación, las redes de
radioemisoras locales que informaban al pueblo. Se han enterrado medios que
habían existido durante más de medio siglo por la voracidad destructiva del
socialismo. Al menos 374 periodistas en el exilio y 405 medios cerrados. Un
episodio similar al ocurrido en Cuba donde desaparecieron los 60 periódicos que
existían antes de Fidel y solo quedaron sometidos al periódico único del
Partido y del Estado.
La
prensa apreciada por los ciudadanos ha sido condenada, expropiada, allí
está El Nacional, el periódico de mayor abolengo en este país. Hoy
funciona por los nuevos medios digitales, su sede tradicional fue expropiada y
canjeada por un fracasado proyecto de universidad controlado por ideas
socialistas. El Universal, el otro gigante de la información
venezolana, se ha convertido en un propagador de las propuestas del gobierno de
Maduro, con unas escasas holguras.
En
síntesis, el fracaso y la implosión de Venezuela expresado en las elecciones
del 28 de julio se han convertido en un detonante para el fraccionamiento y
balcanización en sentido metafórico de la vieja izquierda marxista
latinoamericana. Quizás Gabriel Boric pueda ser el representante más conspicuo
de este proceso de fractura de la vieja izquierda.
En
nuestro amado México, su aún presidente López Obrador, prefiere pasar por
debajo, callarse, no defender al pueblo venezolano que decidió heroicamente
expulsar el socialismo, prefiere esperar pruebas que nunca llegarán, aunque la
historia sea un libro abierto. Los miles de venezolanos que atraviesan México
para llegar a EE.UU. son el resultado del fracaso del socialismo, basta
solo esa muestra para que este anciano líder mexicano se ponga las manos en el
corazón y acepte que Venezuela, junto a la Cuba de Fidel y Díaz Canel les han
robado a contingentes de latino americanos la posibilidad de vivir.
Entre
truenos y tempestades el efecto de las elecciones venezolanas como saldo del
fracaso del socialismo Siglo XXI se extiende por América latina. Petro, Lula,
López obrador no tienen más remedio que reconocer el gran robo a los
venezolanos en nombre de las ideas socialistas. Ha sido muy duro aprender para
grandes sectores que confiaron en Chávez que el empobrecimiento de Venezuela
fue el ataque desmesurado a la propiedad. Cada vez que Chávez conminaba a sus
fuerzas policiales y a sus jueces a destruir empresas, empobrecía sin
piedad a los venezolanos. Hoy muchas empresas venezolanas son cementerios por
efectos de la falsa salida de atacar a los emprendedores a los generadores de
riqueza y la falsa entrega de los emprendimientos a los trabajadores. Las
expropiaciones se apilaron en oficinas socialistas como campos de chatarra
donde no se producía, sólo se destruía a los trabajadores solo les
quedaba arrancar migajas de su antigua empresa para revender y sobrevivir.
El
saldo de lo que ocurre en Latinoamérica se vuelve alentador. El dictador
Ortega, que tiene sometido al noble pueblo nicaragüense, llama arrastrado a un
Lula desconcertado por las circunstancias de querer salvar a Maduro, sabiendo
que es imposible. Los miles de venezolanos en territorio brasileño son la más
fehaciente prueba de la derrota del socialismo en Latinoamérica.
Nuevos
tiempos se acercan a nuestros países, Milei, Bukele, Lacalle, Noboa, Luis
Abinader, hasta Boric, predicen nuevas oportunidades. Su misión es acabar con
las viejas propuestas comunistas que tienen atrás un cementerio de más cien
millones de cadáveres.
La
esperanza renace a pesar de que nuestros países no tengan modelos de democracia
como lo han alcanzado otros países, aunque no se conozca ni se divulgue la
propuesta de la escuela austriaca y que apenas intuimos la importancia del
individuo responsable en nuestro modelo de sociedad. El Estado como institución
se convirtió en la gran maquinaria social que decidía hacia donde marchaban
nuestras sociedades y los presidentes, tiranuelos sin límites, obviaban
esa regla básica de la democracia “ la separación de poderes”. Veamos a
Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, rogando que tengan la capacidad de
superar en este momento el asedio de ideas contrarias al humanismo, puedan
defender a sus ciudadanos y los profundos logros civilizatorios que han
alcanzado.
A los
venezolanos nos llena el espíritu y el pecho saber que nuestra confrontación
política interna está trascendiendo. La hermana república de Colombia se verá,
sin duda alguna, afectada por el cambio venezolano, imposible que un país
laborioso, trabajador, llenos de intelectuales y poetas como Colombia sucumba
ante las viejas y fracasadas ideas socialistoides de Petro. Colombia vale
demasiado para nosotros para verla caer por las pendientes destructivas del
engañoso socialismo devastador que pretende imponer este mandatario. En Cuba
esperamos igualmente una resurrección, ya basta de desechar las grandes
oportunidades de este paraíso en la tierra que es Cuba, más temprano que tarde
los ciudadanos cubanos alcanzarán su libertad y con ello acabar con un centro
de propagación de ideas nefastas para los pueblos y del envío de brigadas de
hermanos cubanos a sofocar los intentos de libertad de los países vecinos. Más
de dos décadas nos tocó a los venezolanos aprender que el populismo/socialismo
es un falso camino, esperemos que en Brasil, Colombia, México, Ecuador y
Chile el tiempo sea más corto.
ISABEL
PEREIRA PIZANI
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