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miércoles, 20 de mayo de 2009

El IVIC en la mira de los fascistas

El desprecio a la ciencia, a la cultura y la estigmatización de determinados intelectuales o de instituciones completas, son aspectos comunes a los gobiernos fascistas. Para Stanley Paine, lo que caracteriza al ideario fascista es justamente el cuestionamiento de la actividad creativa del hombre, a través de la imposición de un pensamiento único.

Las aseveraciones falaces del tte coronel en su show dominical Aló Presidente (No 329; 3/5/09) acerca de la labor del personal científico que labora en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), reflejan primeramente, un antiintelectualismo iracundo muy propio de su formación cuartelaria, y segundo, una ignorancia supina sobre el tema que abordo.

Acusar al personal científico del IVIC de hacer una ciencia inútil, divorciada de las necesidades del país, es simplemente la más vulgar y despreciable manipulación de la verdad. Su primitivismo intelectual no le permite apreciar el valor del trabajo científico que se desarrolla en los laboratorios de esa institución. El IVIC (9/02/1959) representa una de las instituciones venezolanas de mayor prestigio internacional, debido a la calidad de las investigaciones que se desarrollan en sus laboratorios. A través de sus centros y departamentos de investigación ha logrado importantes aportes en las áreas de las ciencias básicas y tecnológicas para el país, extensivo a otras latitudes. Su Centro de Estudios Avanzados ha logrado la formación (Maestría o Doctorado) de cientos de profesionales nacionales y extranjeros en diversas áreas del conocimiento (Antropología, Bioquímica, Ecología, Estudios Sociales, Física, Genética humana, Fisiología y Biofísica, Inmunología, Microbiología, Química, etc.).

Además, en los laboratorios del IVIC estudiantes de Universidades Nacionales y extranjeras realizan sus tesis de licenciatura y de postgrado. Dispone de la Biblioteca Marcel Roche, designada por la UNESCO (1996), Biblioteca Regional para América Latina y el Caribe.
Adicionalmente, el IVIC presta servicios a la industria farmacéutica, biomédica, así como a la comunidad en general mediante la realización de pruebas de paternidad, diagnósticos médico-forenses, descarte de enfermedades, estudios del medio ambiente, entre otros servicios. De su plantilla de investigadores surgieron los grupos de trabajo que dieron origen a la Fundación Instituto de Ingeniería (1982), INTEVEP (1976) y el Instituto de Estudios Avanzados, IDEA (1982). Igualmente, el IVIC creó la empresa Quimbiotec (1989) con la finalidad de producir medicamentos derivados del plasma sanguíneo humano. Además, ha abierto sedes regionales en las ciudades de Mérida (Física Aplicada) y Maracaibo (Estudios Botánicos y Agroforestales) a fin de impulsar la investigación en las regiones del país. ¿Cómo pensar que un sujeto cuya formación intelectual no traspasa los umbrales de la portada y la contraportada de los libros que suele recomendar, pueda entender, pero peor aún, evaluar y criticar la calidad y el impacto de las investigaciones que se realizan en el IVIC?. Como suele decirse coloquialmente ¿Qué sabe el burro de freno, ni el caballo de aparejo?.

Invitar a los investigadores a realizar “ciencia útil, investigación social, ciencia y tecnología para elevar la calidad de vida del pueblo, para solucionar los problemas de contaminación (Aló Presidente No 329; 3/5/09), aparte de evidenciar un desconocimiento vergonzoso de lo que hace el IVIC por el país, constituye una despreciable manifestación de populismo e hipocresía frente a un auditórium de lambiscones y eunucos ideológicos, que solo sirven para aplaudir sus necedades. Contrariamente a lo afirmado por el tte coronel, el IVIC desarrolla en la actualidad más de 160 proyectos de investigación en áreas como Ecología, Medicina, Microbiología, Química, Ingeniería, Oceanología y Ciencias Costeras, Química Medicinal, Agroforestales, Física Aplicada, etc. todas ellas vitales para el desarrollo del país.

La infeliz teatralización del tte coronel terminó ordenándole a Jesse Chacón (devenido en Ministro de Ciencia por obra de su dedo omnipotente) “aprieta las tuercas y el que no le guste que se rasque, el que le pique que se rasque, en muchas instituciones de esas, quedan escuálidos, que se vayan, socialismo o muerte” (Aló Presidente No 329; 3/5/09). Tal vez eso de “Jesse aprieta las tuercas” implique el uso de las listas Tascón y Maisanta, acompañada de una buena dosis de “perdigones” y del “gas del bueno”, como hemos visto repartir bolivarianamente a los miembros de la Guardia Nacional y la Policía Metropolitana en contra de pacificas manifestaciones. Sin embargo, el cierre de su infausta intervención nos retrotrae a los tiempos cuando Millán Astray, expresando mejor que nadie la esencia del fascismo, gritó “Muera la inteligencia, viva la muerte”. El discurso del tte coronel fue excluyente, de intimidación, nada sorprendente pues al fin y al cabo, los fascistas siempre apelan al terror como instrumento de dominación. Un graznido de pájaro necrófilo, como dijo Unamuno; porque la razón es la muerte del fascismo, y la muerte es su única razón para subsistir.

Para los fascistas, la ciencia es imprescindible como instrumento de dominación, pero les resulta al mismo tiempo inconveniente, pues ella busca siempre la verdad, y desenmascara las falacias. Por eso el fascismo asume frente a la ciencia y a la cultura, la misma actitud que hacia las masas: las necesita y las cultiva, pero a la vez les teme y las desprecia. Y cuando no puede manipularlas, intenta silenciarlas, generalmente con la ayuda celestina de algunas figuras intelectuales, devenidos en auténticos vasallos sin criterios, que se mimetizan en repetidores sin escrúpulos de
libretos vergonzantes y abyectos.

Hoy más que nunca surge la imperiosa necesidad de la unidad de los trabajadores de la ciencia, de la cultura, de la educación, de la industria petrolera, del hierro, del aluminio, en fin de todos, para enfrentar esta nueva ofensiva de la chatarra bolivariana que "pisotea" la Constitución Nacional, conculcando nuestros derechos.

Jose Rafael Lopez Padrino

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