Gisela Rodríguez 12 de septiembre de 2024
Con
González Urrutia en el exilio, la oposición está más obligada que nunca a
mantener la unidad, la articulación y la estrategia para continuar con pasos
seguros hacia el 10 de enero. Politólogos recomiendan mantener el foco en la
defensa de los resultados electorales, actuar con cautela y no caer en las
trampas del oficialismo que busca quebrar al movimiento opositor a través de la
persecución y el hostigamiento. Advierten que vendrán días de mucha tensión en
el país
El exilio forzado de Edmundo González Urrutia marca una nueva etapa en la lucha opositora por la defensa de los resultados electorales del 28 de julio y pone sobre la mesa una preocupación que se convierte en pregunta obligada: ¿Es posible una transición en Venezuela en este nuevo escenario?
La
respuesta es sí, pero entendiendo las circunstancias, el contexto y las
características que definen a la administración de Nicolás Maduro, cuya gestión
ha sido cuestionada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por
aplicar prácticas de terrorismo de Estado para silenciar a la ciudadanía y
además enfrenta una investigación en la Corte Penal Internacional por posibles
crímenes de lesa humanidad cometidos durante las protestas de 2017.
Tras
las elecciones presidenciales del 28 de julio y las denuncias de fraude
realizadas por la oposición, Venezuela vivió otro episodio de violencia
política que dejó el lamentable saldo de 24 personas fallecidas y alrededor de
2.000 detenidos, según las cifras dadas por el propio gobierno.
El hostigamiento
y persecución por parte de autoridades gubernamentales y cuerpos de seguridad
ha hecho mella en el liderazgo opositor, quienes se encuentran
resguardados, detenidos o exiliados.
Este
sábado 7 de septiembre se produjo el exilio
forzado de Edmundo González Urrutia, quien de acuerdo a las actas
electorales en poder de la oposición, resultó ganador con más de 7.303.480
votos, equivalente al 67% del total de actas escrutadas.
Aunque María Corina
Machado, líder de la oposición, aseguró -desde la clandestinidad- que el
exilio de González Urrutia no “cambia la urgencia de la situación”, sin duda la
decisión del embajador representa un golpe en el ánimo de los venezolanos y
marca un hito en la lucha opositora.
Para
analizar el tema, TalCual consultó la opinión de
los politólogos María Puerta Riera, investigadora de autoritarismos y crisis de
la democracia; Piero Trepiccione, consultor en opinión pública e incidencia; y
José Vicente Carrasquero, especialista en estrategia política y campañas
electorales.
“Es
importante no ver el exilio de González Urrutia como un fracaso, sino por el
contrario, como una reacción del régimen de Maduro ante el avance
de la oposición”, señala Puerta Riera, quien advierte que “este
episodio es uno más de los obstáculos que los venezolanos tendrán que enfrentar
para provocar un proceso de transición”.
La
especialista enfatiza que las transiciones políticas no son el resultado
de un evento, sino la sumatoria de una serie de episodios que van debilitando a
los regímenes en el poder. En el caso venezolano, aunque el exilio del
candidato opositor luce como un retroceso, asegura que “la oposición
democrática jamás había estado tan cerca de lograr el objetivo”.
Una
transición política no se alcanza con una elección, y mucho menos después de 25
años de control absoluto del poder, afirma Puerta Riera.
Explica
que si bien es cierto que el chavismo/madurismo se ha consolidado y
fortalecido, esto ha sido producto de la amenaza que representa una oposición
unida. “Este afianzamiento lo consiguen por la fuerza y como reacción a la
pérdida de apoyo popular”, precisa la docente.
Piero
Trepiccione, por su parte, considera que desde el exilio, Edmundo González
Urrutia tendrá mayores facilidades para mantener vivo el tema venezolano
en el escenario diplomático internacional, lo que contribuirá a allanar el
camino hacia un cambio.
“El
exilio no tiene tanto peso y determinación en las probabilidades de
transición política.Todo lo contrario yo creo que desde el exilio puede
convertirse en una herramienta de comunicación interesante con bastante
repercusión”.
Lo que
sí es fundamental, en opinión del analista, es que se mantenga la articulación
con el liderazgo político en Venezuela, de manera que se puedan generar
contrapesos que permitan promover nuevas negociaciones y esquemas de
discusión que pudieran viabilizar una transición política.
José
Vicente Carrasquero coincide con Trepiccione sobre el rol que en lo adelante
tendrá González Urrutia como “un potenciador de la lucha que tenemos que dar en
el exterior. Yo creo que la posibilidad de una transición democrática
se hace más palpable. Vamos a tener una persona de muy alto nivel y
cualificada explicando qué es lo que pasa en Venezuela”.
Para
el experto en estrategia política, Venezuela entró en una fase de transición
desde el mismo momento que más de 7 millones de venezolanos votaron contra
Nicolás Maduro el 28 de julio.
Carrasquero
advierte que independientemente de las limitaciones que trate de imponer el
gobierno de España, González Urrutia “estará en libertad de movilizarse a otro
país y hacer lo que tenga que hacer en defensa de su victoria que no es más que
la victoria del pueblo venezolano”.
Lo que
viene antes del 10 de enero
El
camino hasta el 10 de enero se presenta lleno de incertidumbre y obstáculos.
Ese día, según la Constitución, debe asumir el nuevo Presidente de Venezuela
para el período 2025-2031. La oposición, con actas electorales en mano, insiste
en el triunfo de González Urrutia; el oficialismo, con un resultado cuestionado
que no ha mostrado de forma desagregada, se prepara para que Nicolás Maduro
asuma su tercer mandato.
“Venezuela
se enfrenta a un escenario de mucha tensión. De aquí al 10 de enero van a venir
sanciones de distintos países, de los Estados Unidos, de la Unión Europea,
habrá mucha presión sobre Maduro”, opina Carrasquero.
El
politólogo refiere el aumento del rechazo hacia Maduro y su gestión. Destaca
que el no reconocimiento de su derrota es una falta de ética que “la mayoría de
las personas no considera apropiada. “Inclusive la gente que pudo haber votado
por él, sabe que no ganó”, puntualiza.
A
partir del 28 de julio se movió la base de apoyo popular, hubo cambios en la
opinión pública y en la actitud del pueblo, por ello Piero Trepiccione
considera que habrá “impactos importantes en el poder institucional” en el
corto, mediano y largo plazo.
“El
ciclo político que vivimos en Venezuela que comenzó en 1999 y cuya marca es
precisamente la revolución bolivariana ya tiene otro tipo de relacionamiento
con la opinión pública venezolana”, resalta Trepiccione.
En su
opinión, estos cambios que se produjeron en el imaginario colectivo se
reflejarán en la distribución del poder político en el país.
Entre
las tensiones y los cambios que visualizan Trepiccione y Carrasquero, durante
los próximos meses también deben abrirse espacios para el diálogo entre
el gobierno y la oposición, pues de lo contrario el escenario que se
proyecta para el 10 de enero de 2025 no es el deseado para la sociedad
venezolana.
“De no
haber una negociación, porque esa es la única forma de alcanzar la tan ansiada
transición, Maduro terminará imponiéndose gracias al apoyo militar, y con ello
daría comienzo formalmente a un gobierno dictatorial. En ese escenario, Maduro
no tendrá legalidad ni legitimidad, de manera que no habrá otra forma de
tratarlo: un gobierno de facto”, sentenció Puerta Riera.
Retos
de la oposición: mantener la unidad
Unidad,
articulación y estrategia son tres palabras clave para la oposición venezolana
en esta nueva etapa en la que el aspirante presidencial está exiliado en España
y la líder de la oposición venezolana, se encuentra resguardada en Venezuela.
En este contexto, son varios los retos que tiene por delante la dirigencia
política.
Piero Trepiccione
puntualiza que es necesario mantener el foco y tener el espíritu del 28 de
julio -lo que se logró y demostró ese día– como la guía que marque el rumbo
de las acciones a seguir. “Ese espíritu hay que mantenerlo vivo y esa es la
tarea fundamental no solo del liderazgo opositor sino de toda la sociedad
venezolana que se movilizó el 28 de julio”.
En
este sentido, insta a la oposición a “no caer en la trampa de la fractura, de
la desinformación y la división”.
Para Carrasquero el
principal reto es lograr la articulación de “la oposición como un todo…
para hacer valer la decisión del pueblo que no es otra que Edmundo González es
el nuevo presidente de Venezuela”.
Cuestiona
a quienes en este momento intentan poner en tela de juicio el liderazgo de
María Corina Machado y a quienes han guardado silencio cómplice facilitando la
actuación de Nicolás Maduro y su entorno.
Puerta
Riera, por su parte, advierte que los partidos tendrán que ser muy
cuidadosos y tener menos acciones de calle. No duda de que el miedo
hará que la gente se repliegue o se vaya del país.
“Es
importante entender que en este momento, como en otras épocas bajo dictadura,
la tarea política será menos visible para preservar la viabilidad
de las acciones”.
En su
opinión, el objetivo de Maduro, más allá de fracturar a la oposición, es lograr
el quiebre “de la sociedad venezolana para que le sea imposible
reconstruir un movimiento político opositor”, por esta razón lleva a cabo
una política de intimidación, hostigamiento y persecución hacia el
liderazgo y la ciudadanía en general.
En este
escenario, Puerta Riera afirma que el principal reto será
articular formas de acción colectiva que preserven la integridad de la
ciudadanía y generen confianza. “Uno de los aspectos más difíciles de
manejar en este momento es la desconfianza entre la gente; cualquiera puede ser
un delator y sabemos que eso está siendo utilizado por el
régimen de Maduro”.
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