María Mercedes y Vladimir Gessen 05 de diciembre de 2024
Emigrar
es una decisión trascendental que transforma profundamente a quienes lo
emprenden, por lo que no debe tomarse a la ligera
Irse
definitivamente a otro país, con frecuencia, se encuentra en el medio de la
necesidad y el deseo de un futuro mejor, si es que no se trata de huir por
supervivencia de alguna catástrofe de la naturaleza, o de una persecución o una
confrontación política o bélica. El acto de emigrar para elevar las
oportunidades y condiciones de vida, y que implica abandonar el lugar de
origen, está lleno de expectativas y posibilidades, pero también de desafíos y
riesgos. Habrá ventajas y desventajas, pérdidas y ganancias. Por ello, debemos
evaluar las dimensiones emocionales y racionales de la emigración para
comprender el proceso que afrontaremos. Es fundamental reconocer las
dificultades como probabilidades de crecimiento, y apoyarse en redes sociales y
profesionales.
El
caso de Juan Carlos
Juan
Carlos, un colombiano que emigró a los Estados Unidos, buscó ayuda psicológica
tras seis meses en el país. Expresó sentirse perdido, desconectado de su
familia, y profundamente inseguro en un entorno que no comprendía. Además,
relató experiencias de discriminación que agravaron su sensación de no
pertenencia. Su duelo migratorio incluyó síntomas de insomnio, tristeza y
pérdida de apetito.
A continuación el diálogo entre Juan Carlos y el psicólogo en una consulta en un centro de salud mental en los Estados Unidos:
Juan:
—Doctor, no sé qué me pasa o más bien sí… Desde que llegué aquí hace seis meses,
siento que estoy atrapado en un mundo que no entiendo. Me levanto sin ganas de
hacer nada, extraño a mi familia, y aunque vine buscando un futuro mejor, no me
siento feliz. No sé si valió la pena venir.
Psicólogo:
—Juan, lo que describes es común en personas que han emigrado. Estás
enfrentando lo que llamamos el síndrome del
emigrante o inmigrante. Es un proceso emocional y psicológico que ocurre
cuando dejamos atrás nuestro hogar, nuestras raíces, para adaptarnos a un lugar
completamente diferente. Vamos a profundizar un poco más. ¿Qué es lo que más te
afecta?
Juan:
—Todo me parece extraño. El idioma es una barrera enorme. Aunque entiendo y
hablo algo el inglés, me siento tonto cada vez que lo hago porque me faltan
palabras… Además, la comida no sabe igual, la gente es muy fría… no tengo
amigos aquí. Y para colmo, estoy trabajando en algo que no tiene nada que ver
con lo que hacía en Colombia. Es como si no perteneciera a este lugar.
Psicólogo:
—Entiendo Juan. Estás viviendo un choque cultural, una de las primeras etapas
del proceso de adaptación. Cuando llegamos a un nuevo país, todo es diferente,
desde la forma en que las personas se relacionan, sus costumbres, hasta los
nada pequeños detalles como la comida o el clima. Este choque puede generar
estrés, ansiedad, y una sensación de desarraigo, lo que puede hacerte dudar de
tu decisión.
El
hecho de que trabajes en algo distinto también te afecta porque, de alguna
manera, sientes que has perdido parte de tu identidad. Tu autoestima puede
verse golpeada porque lo que antes hacías bien aquí no tiene el mismo
reconocimiento.
Juan: —Sí,
eso es exactamente lo que siento. Además, he empezado a dormir mal, me cuesta
concentrarme, y hasta he perdido el apetito. A veces me pregunto si hubiera
sido mejor quedarme en Bogotá.
Psicólogo:
—Esos síntomas
son típicos del duelo migratorio, un proceso que todos los inmigrantes
atraviesan en mayor o menor medida. Emigrar implica dejar atrás no solo un
lugar físico, sino también a tus seres queridos, tus costumbres, y muchas veces
hasta la sensación de seguridad. Es como vivir un duelo, pero en lugar de
llorar por la pérdida de una persona, estás enfrentando realmente la pérdida de
tu «hogar», en toda la extensión de esa palabra. Sin embargo, quiero que sepas
que este proceso tiene varias etapas, y lo que sientes ahora no será
permanente. Lo importante es que tomes pasos concretos para manejar esta
situación. ¿Qué te parece si trabajamos en eso?
Juan:
—Claro, doctor, ¿qué puedo hacer?
Psicólogo:
—Aquí tienes algunos pasos importantes: Lo primero es que reconectes con tu
identidad. Aunque estás en un nuevo país, no tienes que dejar atrás todo lo que
eres. Busca mantener tus tradiciones, cocina tus comidas favoritas de siempre,
y escucha música de tu tierra. Esto te ayudará a sentirte más conectado contigo
mismo. En segundo lugar, aprende lo mejor posible el idioma local. Para ello
dedica un tiempo diario a mejorar tu inglés. No tiene que ser perfecto, pero
tendrás más confianza al hablarlo, te sentirás más cómodo interactuando con los
demás. El tercer paso es crear tu red de apoyo, conectando con la comunidad
latina o colombiana en tu área. Muchas personas han pasado por lo mismo que tú,
y pueden ofrecerte apoyo y consejos.
Por
otro lado, debo expresarte que es normal sentir tristeza, ansiedad o
frustración porque hablar de lo que sientes, como lo estás haciendo ahora, es
el un paso para sanar.
También
es importante establecer metas a corto plazo. En lugar de abrumarte pensando en
todo lo que quieres lograr, concéntrate en pequeños avances. Uno sería,
aprender una frase nueva en inglés cada día o encontrar un punto de encuentro
con tu cultura, como comer en un restaurante o cocinar
comida en tu casa porque así fortaleces lo que vamos a llamar tu identidad.
Duerme lo suficiente y haz ejercicio. Esto puede parecer básico, pero afecta
enormemente tu estado de ánimo…
Juan:
—Tiene sentido lo que dice. Creo que nunca me había permitido pensar en todo
esto. Siempre intenté convencerme de que todo estaba bien y que debía seguir
adelante sin más.
Psicólogo: —Eso
es muy común. Los inmigrantes muchas veces se sienten culpables por quejarse,
porque creen que deberían estar agradecidos por las oportunidades que tienen.
Pero la realidad es que es normal y humano sentirse agobiado. Este proceso
requiere tiempo y paciencia contigo mismo.
Juan: —Hay
algo más que me cuesta mucho manejar. A veces siento que me tratan diferente
aquí, como si no fuera bienvenido. En el trabajo, hay compañeros que se burlan
de mi acento, y en la calle he notado miradas o comentarios que me hacen sentir
mal. Me siento discriminado, como si nunca fuera a encajar de verdad.
Psicólogo:
—Lamento que estés viviendo eso, Juan. La discriminación es un problema real y
muy doloroso, especialmente para quienes emigran. Cuando te enfrentas a este
tipo de actitudes, es común sentirte más vulnerable y dudar de tu propio valor.
Pero quiero que recuerdes algo importante: tu identidad, tu experiencia, y lo
que aportas a este país son valiosos, independientemente de cómo algunas
personas te hagan sentir.
Juan: —Lo
entiendo, pero me afecta mucho. A veces me dan ganas de no hablar para que no
se note mi acento. Siento que nunca voy a ser aceptado.
Psicólogo: —Tu
reacción es completamente válida. Es natural querer protegerte, pero aislarte o
tratar de ocultar quién eres puede hacer que te sientas aún más solo. Una
estrategia clave es centrarte en las personas y espacios donde te sientes
respetado y valorado. Puedes buscar comunidades latinas o colombianas que te
ofrecerán un ambiente donde te sientas comprendido y respaldado. Trabajemos
juntos para que encuentres herramientas emocionales —y
legales— para manejar estos momentos y afirmarte con orgullo en tu identidad.
Juan:
—Gracias, doctor. Es bueno escucharlo. Tal vez debería dejar de enfocarme tanto
en las personas negativas y buscar lugares donde sí me sienta más cómodo.
Psicólogo: —Así
es, Juan. Rodéate de quienes te apoyen y reconoce el coraje que tienes al
enfrentarte a estos desafíos. La discriminación no define quién eres ni tu
valor. Recuerda que, poco a poco, podrás encontrar tu lugar aquí y construir
una vida con propósito y dignidad. Estoy para ayudarte en ese proceso.
Juan:
—Gracias, doctor. Voy a intentar seguir sus consejos. Ahora entiendo un poco
mejor lo que me está pasando y siento que hay algo que puedo hacer para
mejorar.
Psicólogo: —Me
alegra escuchar eso, Juan. Recuerda que no estás solo en este proceso y que
pedir ayuda, como lo has hecho hoy, es un signo de fortaleza. Estoy a tu
disposición para acompañarte en este camino. Nos veremos la próxima semana para
evaluar cómo te sientes y ajustar el plan según sea necesario.
Juan:
—Gracias, doctor. . Me da fuerzas saber que no tengo que enfrentar esto solo.
Ahora siento que hay esperanza. Nos vemos la próxima semana.
Psicólogo:
—Claro que sí, Juan. Esto es solo el comienzo de una etapa llena de
posibilidades. ¡Nos vemos!
Entre
la esperanza y el desafío
Veamos
en pocas palabras que representaría emigrar a otros países, y cuales serían los
pro y los contras.
Las
ventajas de emigrar
Oportunidades
económicas y profesionales: Emigrar a un país con mayor
desarrollo económico, político y social, generalmente significar el acceso a
mejores salarios, empleos más estables, y oportunidades de crecimiento
profesional. Esto es especialmente atractivo para quienes buscan mejorar su calidad
de vida y la de su familia.
Crecimiento
personal y cultural: vivir en un nuevo país ofrece una
inmersión en una cultura diferente, lo que enriquece la perspectiva del
inmigrante. Se desarrollan habilidades de adaptación, resiliencia, y se fomenta
una mentalidad más abierta.
Educación
y salud: Un sinnúmero de personas emigran buscando
mejores sistemas educativos o de salud, que no solo benefician al inmigrante,
sino también a las generaciones futuras.
Seguridad
y libertad: Para quienes emigran desde
contextos de violencia, opresión o crisis política, la migración puede ser una
vía para garantizar su seguridad y libertad.
Desventajas
y problemas asociados
El
luto migratorio: Emigrar supone dejar atrás a la familia, un
hogar, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, cultura, gastronomía,
tradiciones y seguridad particular e íntima. Esto genera un duelo
que puede ser complicado, ya que la persona no solo pierde su entorno
físico, sino también disminuye su identidad personal y cultural.
Choque
cultural y discriminación: Adaptarse
a un nuevo idioma, costumbres, y dinámicas sociales puede ser difícil. Además,
enfrentarse a la xenofobia o hasta el racismo es una experiencia común aun para
muchos inmigrantes en el nuevo país.
Incertidumbre
económica y laboral: Aunque el país de destino ofrezca
oportunidades, los
inmigrantes suelen enfrentarse a empleos precarios, sobre calificación, o
dificultades para validar sus credenciales profesionales.
Desarraigo
y soledad: La distancia de los seres queridos puede llevar
a un sentimiento de aislamiento, especialmente en los primeros años. Esta
soledad puede derivar en problemas emocionales como ansiedad o depresión.
Problemas
emocionales y racionales
El
«Síndrome del inmigrante»: originalmente conocido
también como el «síndrome de
Ulises«, describe el estrés crónico y las dificultades psicológicas que
enfrentan quienes se ven forzados a emigrar en condiciones adversas. Los
síntomas incluyen: Tristeza persistente, insomnio o dificultades para
dormir, problemas de concentración y sentimientos de fracaso o inutilidad,
aunque no todos los emigrantes desarrollan este síndrome, el riesgo aumenta a
más sean situaciones de migración forzada o bajo condiciones precarias.
Lo que
el inmigrante pierde y gana
Pérdidas: Ausencia de
la familia y amigos, sentido de pertenencia, estabilidad emocional.
Sensación de una identidad cultural diluida, adaptación lenta al nuevo entorno.
Incremento de la nostalgia que puede perdurar. Carencia del contacto pleno con
las raíces, de la gastronomía típica, de las tradiciones, junto a la carencia
de compartir las tradiciones. Igualmente disminuye y en ocasiones desaparece la
sensación de seguridad particular e íntima.
En una
segunda entrevista al psicólogo, Juan le preguntó:
—Doctor,
¿por qué importa la comida de mi país?
El
psicólogo le explicó:
—La
merma de la comida del país de origen afecta profundamente al inmigrante porque
la comida no es solo alimento, sino un vínculo emocional y cultural. A través
de los sabores, aromas y texturas, de acuerdo a la neurogastronomía se activan
en el cerebro conexiones con recuerdos significativos y momentos de pertenencia
vividos en el entorno familiar o cultural. Esto refuerza la identidad personal
y cultural, funcionando como un ancla emocional que ayuda al inmigrante a
mantenerse conectado con sus raíces y a reafirmar quién es en un contexto de
cambio y adaptación.
Ganancias
al emigrar
Poco a
poco la situación económica mejora y con ello la calidad de vida. También, en
algún momento se dan los rencuentros familiares o surgen nuevas familias. La
integración cultural avanza. Con los hijos en las clases, estos se integran
rápidamente a la nueva realidad y en general absorben el idioma local. Incluso,
buena parte de ellos, tienen es problemas con el idioma materno. Estos niños, a
través del estudio mañana seguramente progresarán y sus padres sienten que uno
de sus objetivos o propósitos de cumple, como haber dado un futuro superior a
sus pequeños.
En el
tiempo aparecen nuevas conexiones sociales, dominio del idioma, crecimiento
comercial o profesional. En su conjunto las nuevas familias ya constituidas
rescatan los valores del origen. La gastronomía de origen reaparece en casa. Se
aceptan las tradiciones del nuevo país junto a las propias y aparecen los
nuevos recuerdos de la nueva realidad. Todo esto va conformando una nueva
identidad binacional y se recupera cada vez más la seguridad personal
y social
Recomendaciones
para quien desea emigrar
La
decisión de emigrar a otro país no solo implica evaluar factores económicos o
sociales, sino también considerar cómo las creencias, religiones y el contexto
político del país de destino pueden influir en la experiencia del inmigrante.
Estas dimensiones son fundamentales para garantizar la armonía personal y
evitar conflictos que puedan surgir debido a diferencias culturales o
ideológicas.
Evaluación
de las creencias culturales
Cada
país tiene valores y normas culturales que pueden influir en la experiencia del
inmigrante por eso debes Investigar si los valores predominantes del país son
compatibles con tus convicciones. Algunos países valoran la colectividad,
mientras que otros priorizan el individualismo. Algunos países son más abiertos
a las diferencias culturales y de pensamiento, mientras que otros pueden ser
menos tolerantes con quienes no se ajustan a sus normas tradicionales.
Familiarízate
con las tradiciones y comportamientos esperados en la vida diaria. Esto incluye
desde cómo se saludan las personas hasta las expectativas sobre roles de
género.
La religión
tiene un papel importante en muchos países y puede ser tanto un puente como una
barrera para la integración. Para evitar problemas relacionados con la fe
analiza si el país garantiza la libertad de culto. Algunas naciones tienen
sistemas más seculares, mientras que otros pueden estar profundamente
influenciados por una religión oficial. Si practicas una religión específica,
verifica si el país tiene comunidades que comparten tu fe o si existe
prohibiciones o discriminación hacia tus creencias. Puede darse el caso de que
tienen leyes estrictas relacionadas con la religión, como la prohibición de
ciertos símbolos religiosos en público o restricciones sobre prácticas
religiosas.
El
sistema político de un país puede tener un impacto significativo en la vida de
los inmigrantes, ya que determina las políticas migratorias, la estabilidad
social y las libertades individuales. Al emigrar a un país con conflictos
internos, inestabilidad o regímenes autoritarios puede poner en riesgo tu
seguridad y bienestar. Infórmate si el país tiene políticas inclusivas o
restrictivas hacia los inmigrantes. Algunos países ofrecen rutas claras hacia
la ciudadanía o la residencia permanente, mientras que otros imponen muchas
limitaciones. Evalúa el respeto del país por los derechos humanos, como la
libertad de expresión, la igualdad de género y la protección de minorías. Si
tienes fuertes convicciones políticas, considera si el país de destino tiene un
sistema político que se alinee con tus ideales o si serás capaz de expresarte
sin temor a represalias.
Un
entorno político estable suele estar relacionado con una economía sólida, lo
que beneficia la integración laboral y social. Consulta informes de organismos
internacionales como Amnistía Internacional o Freedom House para
evaluar la libertad religiosa y política del país. Conectar con personas afines
que ya viven en el país de destino puede darte una visión realista sobre las
creencias predominantes, las prácticas religiosas y el clima político.
Elegir
un entorno que respete tus valores y convicciones personales no solo facilita
la adaptación, sino que también contribuye a tu bienestar emocional y social.
Planificar cuidadosamente y evaluar estos factores te ayudará a construir una
vida plena y armoniosa en lo que será tu nuevo hogar.
¿Con
la familia?
La
decisión de emigrar con o sin la familia es compleja y depende de múltiples
factores emocionales, económicos, legales y prácticos. Ambas opciones tienen
ventajas y desventajas que deben ser cuidadosamente analizadas según la
situación específica de cada persona o familia. La
presencia de los seres queridos proporciona un soporte emocional importante,
reduciendo la soledad y facilitando la adaptación a un nuevo entorno y suela
fortalecer los lazos familiares al enfrentar juntos los desafíos. Las familias
tienden a crear redes sociales más con rapidez, especialmente si hay niños que
interactúan en la escuela o con vecinos, y suelen experimentar menos estrés al
tener a ambos padres o tutores presentes, lo que crea un entorno más seguro y
predecible. Además mantener a la familia unida reduce el riesgo de que las
relaciones se enfríen o se pierda contacto con el tiempo debido a la distancia.
¿Sin
familia?
Por
otro lado, emigrar con la familia implica un gasto inicial más alto en términos
de transporte, vivienda y manutención. Es posible que el salario inicial no sea
suficiente para cubrir las necesidades de todos. Cada miembro de la familia
puede adaptarse a un ritmo diferente, lo que puede generar tensiones internas.
Si el país de destino no ofrece servicios de apoyo o un entorno amigable, la
presión sobre el proveedor principal de la familia puede ser considerable. Los
niños pueden enfrentar barreras lingüísticas y culturales en la escuela, lo que
podría afectar su integración inicial. Emigrar solo permite al inmigrante
concentrarse en encontrar estabilidad laboral y económica antes de asumir
responsabilidades adicionales. Una persona sola puede ser más flexible para
mudarse, cambiar de trabajo o adaptarse a las condiciones del país de destino.
Al
establecerse primero, el inmigrante puede preparar un entorno más estable para
recibir a la familia en el futuro. Gestionar permisos de residencia o visas
para un solo individuo puede ser más rápido y sencillo que hacerlo para toda la
familia.
El
dilema
La
ausencia de la familia del que emigra puede generar sentimientos de nostalgia,
soledad y ansiedad y los seres queridos que quedan en el país de origen,
especialmente los hijos, pueden sentir abandono o una desconexión emocional con
el tiempo. Una vez que el inmigrante se establece, los trámites para traer a la
familia pueden ser complicados, costosos y prolongados.
Tener
que mantener contacto a distancia, enviar dinero y cumplir con las expectativas
de la familia en el país de origen puede ser una carga emocional significativa.
¿Qué
decidir?
¿Es
posible mantener económicamente a la familia desde el inicio o sería mejor
esperar a tener un ingreso estable?…
Si los
hijos son pequeños, podrían adaptarse más fácilmente al cambio. En cambio, los
adolescentes podrían tener más dificultades debido a vínculos sociales y
educativos en su país de origen. Si hay familiares o amigos en el país de
destino, emigrar con la familia puede ser más factible al contar con ayuda
adicional. Algunos países facilitan la reunificación familiar, mientras que
otros imponen restricciones severas.
Si el
objetivo es establecerse de manera permanente, emigrar con la familia puede ser
lo más adecuado. Si se planea regresar al país de origen, emigrar solo podría
ser una opción más viable.
No hay
una respuesta universal a la pregunta de si se debe emigrar con o sin la
familia. La decisión depende de las circunstancias particulares y de una
planificación cuidadosa que considere los factores mencionados.
Emigrar
con la familia suele ser la mejor opción si existe estabilidad económica, una
red de apoyo en el destino y la posibilidad de adaptación conjunta.
Emigrar
sin la familia inicialmente puede ser más viable si se necesita tiempo para
establecer una base sólida antes de asumir responsabilidades adicionales.
Sea
cual sea la decisión, lo más importante es mantener una comunicación constante,
planificar con realismo y buscar apoyo emocional y profesional cuando sea
necesario. La migración es un proceso lleno de retos, pero también de
oportunidades para el crecimiento personal y familiar.
Aspectos
legales
Los
requisitos legales pueden variar drásticamente entre países y determinarán tu
capacidad para residir y trabajar legalmente. Asegúrate de entender las
opciones de visado y de permisos. Investiga
qué tipos de visas están disponibles, como las de trabajo, estudio,
reunificación familiar o inversión. Cada una tiene requisitos específicos que
debes cumplir.
Asegúrate
de que tus documentos, como títulos educativos y certificaciones profesionales,
sean reconocidos en el país de destino. Algunos países exigen procesos de
homologación que pueden ser largos y costosos.
Familiarízate
con las leyes relacionadas con el estatus migratorio, la renovación de visas y
las consecuencias de no cumplir con los requisitos legales. Algunos países
tienen tratados o acuerdos migratorios con tu nación de origen que pueden
facilitar el proceso de migración. Aprende sobre tus derechos legales como
inmigrante, incluyendo acceso a justicia, protección laboral y asistencia
médica.
Lleva
a cabo una evaluación de ti mismo. Antes de tomar la decisión final, reflexiona
sobre tus propias circunstancias, tu propósito de vida y tus metas.
Emigrar
es un acto valiente que requiere preparación y una planificación cuidadosa.
Seleccionar el país adecuado depende de múltiples factores, desde la
compatibilidad cultural hasta las oportunidades legales y sociales que ofrezca.
Al tomarte el tiempo para investigar y planificar, aumentarás tus posibilidades
de éxito y garantizarás una transición más llevadera hacia tu nueva vida.
Vital
la resiliencia
Emigrar
exitosamente requiere una resiliencia profunda, que implica la capacidad de
adaptarse positivamente a los cambios, superar las adversidades y
reconstruirse emocionalmente en un nuevo contexto. Este proceso demanda
enfrentar la incertidumbre, la nostalgia y los desafíos prácticos con
flexibilidad y determinación. La resiliencia no solo permite afrontar las
dificultades iniciales, como la barrera del idioma, el desarraigo o las
diferencias culturales, sino también transformar estas experiencias en
oportunidades de crecimiento personal. Mantener una perspectiva optimista y
conectarse con la propia identidad y valores son estrategias claves para
fortalecer la resiliencia y prosperar en el proceso migratorio.
Ser
inmigrante requiere valentía, adaptabilidad y, sobre todo, resiliencia. Recuerda
que cada desafío que enfrentes es una oportunidad para crecer y descubrir tu
fortaleza interior. Mantén tus metas claras, confía en tus capacidades y no
temas buscar apoyo cuando lo necesites. Desde aquí, si es tu caso, te deseamos
éxito en esta nueva etapa de tu vida; que cada paso te acerque a tus sueños y
te permita construir un futuro lleno de bienestar y satisfacción. Si deseas
profundizar sobre el tema o consultarnos puede escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com.
Sobre la Resiliencia hablaremos a fondo en una próxima entrega. Que la Divina
Providencia del Universo no
acompañe a todos.
Tomado
de: https://www.elnacional.com/opinion/emigrar-a-otro-pais-entre-la-esperanza-y-el-desaliento/
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