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jueves, 4 de marzo de 2010

Pura basura


Por Ana Julia Jatar

Los derechos humanos son eso, derechos que ha conquistado la raza humana contra la opresión de un monarca y la discriminación por raza, etnia, género, religión o ideología gracias al sacrificio de los héroes que han dado su vida desde tiempos milenarios hasta el presente. Esta semana, en una cárcel cubana murió otro ser humano libre a pesar de los barrotes impuestos por el régimen que lo oprimía. El prisionero político Cubano Orlando Zapata Tamayo decidió morir en una huelga de hambre y desafiar con este último acto de libertad al gobierno totalitario de Raúl Castro. Por eso da asco ver al presidente venezolano relatar con fervorosa emoción como “Raúl” le puso la mano en el hombro para “calmarlo” y evitar que su altercado con el presidente Uribe llegara a problemas mayores en la Cumbre en la Riviera Maya. No sorprende entonces que Chávez haya tildado ayer de “mafiosa” a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA por haber reportado las descaradas violaciones a nuestros derechos por parte de este gobierno. Me pregunto, ¿Existe algún demócrata en el mundo que acepte a Raúl Castro como mediador o que acuse de mafioso a algún organismo multilateral dedicado a la vigilancia de los derechos humanos? Por supuesto que no.

Los derechos humanos, herederos de la noción de derechos naturales como el derecho a la vida y al libre albedrío, son los pilares de las constituciones modernas. Por cierto muy presente en la actual venezolana. Pero como dijo Henri Falcón al salirse del PSUV, esta “revolución” de Chávez, viola constantemente la constitución. En otras palabras, si sigues a esa revolución, violas la Carta Magna. Y es que Chávez se ha empeñado en crear un enemigo interno definido como todo aquel que no lo siga sin pensar. Con ello ha dejado en la realidad de ser presidente de todos los venezolanos para convertirse en el líder -con ejercito propio- de unos venezolanos contra otros. La discriminación se prohibió en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos en 1948 como resultado del acto de contrición que hiciera la humanidad luego de verse reflejada en el espejo del genocidio de la Segunda Guerra Mundial. Y es que todo crimen de odio lleva en su gestación algún elemento de discriminación. Toda guerra civil lleva consigo también la creación de un enemigo interno que se deshumaniza, que se convierte en un bicho raro al cual no importa desaparecerlo del mapa. Cuando se acaba la empatía, se acaba el respeto a la vida del otro. Por eso en Ruanda en 1994 los Hutus convirtieron en “cucarachas” a sus compatriotas Tutsis y eliminaron al 70 por ciento de esa etnia en pocos días, los nazis a las “ratas” judías y el gobierno cubano a los “gusanos” contrarrevolucionarios. Por ello, en un esfuerzo de reafirmación de la universalidad de ese intangible llamado dignidad humana, el mundo se puso de acuerdo para condenar la discriminación 60 años atrás. Pero qué le importa al gobierno de Chávez la dignidad humana y el respeto.

Desde Miami, médicos cubanos que lograron escapar de Venezuela han acusado a nuestro gobierno de violar sus derechos fundamentales y someterlos a esclavitud moderna, es decir a obligarlos a trabajar bajo vigilancia con un sueldo miserable para pagar una deuda que tiene el gobierno Venezolano con el Cubano. ¿Cuál deuda? No debe sorprendernos entonces que la CIDH haya encontrado en Venezuela violaciones de todo tipo a la dignidad humana. Y menos debe sorprendernos que el militar que nos gobierna diga que va a denunciar el acuerdo a través del cual Venezuela se adscribió a “esa nefasta” institución y salirnos de ahí pues ¿Pa” qué? No vale la pena, es una mafia lo que hay ahí”, ese informe es “pura basura” y su secretario, Santiago Cantón, un “excremento puro”. Sobran las palabras, que tristeza y que vergüenza.

Publicado por:
El Blog de Ana Julia Jatar

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