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martes, 22 de noviembre de 2011

Fahrenheit 451



GUSTAVO LINARES BENZO EL UNIVERSAL
domingo 6 de noviembre de 2011



Si hasta los libros son exclusivamente los oficiales, ¿qué libertad puede haber?

Es famosa la novela de Ray Bradbury, que imagina un mundo futuro en el que se han prohibido los libros, mientras los bomberos se dedican a quemar los que van quedando (Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel). El anuncio de que los libros editados por el Ministerio de Educación serán los únicos permitidos en las escuelas, públicas y privadas, es una semejanza más con este mundo del control total de cada acto en que se va transformando Venezuela.

Por si acaso queda algún juez que se atreva a sentenciar en contra del gobierno, esta prohibición digna de Torquemada viola dos derechos humanos básicos: la libertad educativa y la libertad de cátedra. La libertad educativa no es un privilegio de los ricos (y de cada vez más pobres) que acuden a la educación privada; es un derecho de todos, inclusive de los alumnos, profesores y padres de las escuelas públicas. El Estado tiene la potestad de dar la orientación general del sistema educativo, pero obviamente respetando los principios constitucionales. Pero esa orientación, que es precisamente la palabra que usa la Constitución, no puede significar control total. Si hasta los libros son exclusivamente los oficiales, ¿qué libertad puede haber? No sólo en las escuelas privadas, sino en todas.

La libertad de cátedra tampoco es patrimonio exclusivo de los profesores universitarios, todo pedagogo debe actuar conforme a su conciencia y transmitir los valores que considere mejores, dentro también de los principios constitucionales. Un profesor de matemáticas debe enseñar a sumar, pero también debe ser un maestro de humanidad. De lo contrario, con videos bastaría, como pretende la pedagogía cubana al uso, inclusive, para enseñar a moverse en un quirófano.


Por supuesto y tristemente, nos salvará la incompetencia de este gobierno, galácticamente superior a la de los anteriores (cosa que parecía imposible). Los libros llegarán, Farruco sabe de eso hay que reconocer, pero no habrá maestros para enseñarlos. Prueba: Chávez llama ahora a los de cuarto y quinto año a dar clase, noble aspiración si hubiera además un profesor. O, llegados los libros, se los llevarán los choros que cíclicamente roban las escuelas, para reciclar el papel. Sobre todo, los muchachos estudiarán en las Canaimas, entre Wikipedia y tareas.com. Gran desgracia, pero mientras se desface este nuevo entuerto, un mal menor.


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