Páginas

domingo, 25 de noviembre de 2012

Crónica de una visita a Ciudad Caribia, Parte 2



(La ilusión del confort socialista)

Por Miguel Méndez Rodulfo, 22/11/2012


En nuestro recorrido era evidente en varias fachadas, por el rastro en la pared, que se había sustituido el plycem por bloques de arcilla, para evitar que se repitiera el caso de junio. Los vecinos contaron que estos trabajos se hicieron luego de muchas presiones contra el gobierno, y se efectuaron con las familias dentro del apartamento.

La pregunta que cabe es: ¿resistirá la estructura diseñada para soportar el plycem el nuevo peso de los bloques de arcilla, cuando haya un movimiento sísmico?

Por otra parte sería bueno preguntarse ¿quién ordenó colocar este material en las paredes externas? Porque ello constituye claramente una estafa y hubo que asumir montos adicionales para corregir el error, con lo cual la obra aumentó sus costos. El Dry Wall colocado en los baños, que la gente también reclama que lo quiten, igualmente configura una estafa.

Conversando hace un tiempo con un constructor amigo, me decía que gente conocida de él trabajaba en Ciudad Caribia y que los casos de doble facturación, o de facturación sin que se realizara trabajo alguno, eran cosa común

Por lo que se puede observar en las fotos de diferentes medios de comunicación, la estructura de acero no está rigidizada, es decir, no cuenta con las diagonales de acero (ver foto anterior). Dada la Falla de Tacagua, esta carencia coloca a los residentes de Ciudad Caribia en situación de alta vulnerabilidad.

El referido café, que es una especie de franquicia de una empresa estatal, ocupa la parte baja de un edificio en el cual se encuentra también un local que vende cacao, de otra empresa socialista. Ambos negocios agradables, con sillas y mesas para conversar y disfrutar de sus sabrosos productos.

Llega la ley, pero hay denuncia
Cuando sentados intercambiábamos impresiones sobre lo visto hasta el momento y degustábamos chocolates y cafés, se acercaron 3 agentes de la Policía Nacional Bolivariana, alertados por el Consejo Comunal (los motorizados que rondaban), nos pidieron nuestros papeles de identidad y le solicitaron al periodista que los acompañara a la comisaría. En tanto, decidimos irnos hacia el vehículo porque era evidente que nos conminaban a marcharnos.

Eso hacíamos cuando en el edificio 29, torre “B”, le pregunté a un vecino asomado a su ventana, si todo estaba bien. De inmediato me respondió que no, y nos invitó a subir a su apartamento.

Nos acercamos y el hombre muy molesto nos contó que su apartamento estaba lleno de grietas: de hecho nos llevó al baño y nos señaló las fisuras formadas en la esquina donde se juntan las paredes.

En los cuartos nos mostró las grietas que iban de arriba abajo en las paredes externas.

Es de aclarar que en todos los cuartos había grietas, ubicadas en la parte interna de las paredes que exteriormente son la fachada del edificio. El gobierno ha tapado las ranuras por las protestas de los residentes, pero éstas se vuelven a formar.

Nos comentó indignado el vecino que cuando llueve (cosa que ocurre con frecuencia en ese paraje montañoso) el agua corre por la parte interna de las paredes frontales desde el techo hacia el piso. Nos decía que una película de agua se deslizaba por las paredes de los cuartos e inundaba el apartamento. Nos hizo asomarnos por su ventana y pudimos constatar, viendo el apartamento de abajo, que había una separación entre la pared y una placa ornamental colocada encima, cosa que hace que cuando el agua de lluvia se deslice por el frontal del edificio encuentre esa ranura y corra hacia el interior de los apartamentos.

También el vecino nos señaló el deterioro de los muebles de su recibo, no por el uso que hubiesen tenido, que es de menos de un año, sino por la mala calidad de su fabricación. Por otra parte se quejaba de estar desempleado y de que no conseguía laborar en ninguna de las empresas que construyen los edificios. Denunciaba que esas compañías sólo tenían 5 empleados fijos, mientras que todos los demás eran tercerizados, práctica que el gobierno critica cuando la ejecuta el sector privado en sus propios negocios, pero que se hace de la vista gorda cuando se trata de obras públicas.

Cuando bajábamos para irnos ya un grupo de vecinos sabía que andaba la prensa haciendo su trabajo y solicitaban que fuéramos también a su apartamento. Reclamaban que se les cambiase el Dry Wall de los baños porque esas paredes se estaban pudriendo. Quisimos visitarlos, pero en ese momento regresaba el periodista acompañado de un policía. El agente del orden se dirigió a los vecinos para señalarles la inconveniencia de hablar con nosotros, cosa que fue ruidosamente protestaba por la gente, por lo que decidieron no hacerle caso y se prestaban a ser entrevistados y hacernos pasar a sus hogares; sin embargo, el problema era nuestra propia seguridad, por lo que decidimos no hacer las visitas.

Para evitar que nos confiscaran la cámara, como amenazó la policía, o que nos retuvieran saliendo, decidimos irnos, con lo que pusimos punto final a nuestra azarosa visita a la joya emblemática de la Gran Misión Vivienda Venezuela.

Conclusiones
¿Solución para muchos?
Los residentes de Ciudad Caribia no pagaron nada por su vivienda, ni por los muebles con que equiparon sus hogares. Tienen sistema de televisión por cable a un costo subsidiado, al igual que los servicios de transporte, agua, luz, aseo urbano, teléfono e internet. La provisión de comida es subsidiada por el Mercal que medio funciona.  Los servicios de salud y educación son gratuitos. Como vimos les obsequian instrumentos musicales y por supuesto útiles y uniformes escolares y deportivos. No criticamos estas subvenciones ya que se favoreció a una cantidad de venezolanos que lo perdieron todo y que tenían al menos año y medio viviendo en condiciones inhumanas en refugios improvisados.

Hasta ahora se han favorecido 1.500 familias de un total de 30.000 que eran las que las estadísticas oficiales señalaban como recluidas en los refugios del país. ¿Qué va a pasar con las 28.500 restantes que quedan? No creemos que para ellas haya una solución como la que se ofreció a los actuales residentes, aunque la obra sigue su marcha, más lenta por supuesto, pasada la euforia electoral y agotada la caja del gobierno. Pensamos que pocas familias se mudarán a este entorno en los próximos meses y que la mayoría de los damnificados nunca serán favorecidos, por lo que están condenados a vivir en refugios muchos años más. Esto sin duda será un germen de conflictividad social para el gobierno.

Un gobierno responsable, no uno que asume el tema de vivienda como bandera electoral y construye edificios en sitios transitados para usar las obras como vitrina política, que construye ciudadelas con enormes problemas estructurales, sólo para mostrar políticamente, de cara a al proceso electoral, un logro efectivo en 14 años de gobierno, no hubiese seguido ese camino.

Un gobierno que quiere efectivamente buscarle solución al problema habitacional de los venezolanos, planifica las obras que va a realizar, busca los terrenos más convenientes, hace los estudios geológicos, geomorfológicos, hidráulicos que corresponde; elabora los estudios de impacto ambiental; realiza un proyecto adecuado; cumple con las normas de construcción y con las variables urbanas fundamentales, pero sobre todo no hace edificaciones tan costosas, que sólo pueden beneficiar a unos pocos elegidos al azar (aunque como se denuncia en los estados Vargas y Aragua, no es así). En este sentido, se impone un tipo de construcción más austera (lo que no significa sin servicios públicos y sin equipamiento urbano), pero en mucho mayor cantidad de soluciones habitacionales.

Esto coloca el punto anterior en una seria reflexión: es inviable económicamente que ningún Estado del mundo pueda hacer masivamente lo que el gobierno venezolano hizo en Ciudad Caribia, porque materialmente no habrá recursos económicos que permitan brindar estas facilidades a muchos ciudadanos, mucho menos a la mayoría de los que necesitan urgentemente la asistencia del Estado. Esta política electorera favorece a unos pocos y condena a la inmensa mayoría. La realidad mundial es que el Estado debe propiciar la construcción de viviendas de interés social dándole incentivos al sector privado, pero debe subsidiar a los que nada tienen; sin embargo, todo el que tenga capacidad económica debe pagar su vivienda, para que el sistema pueda tener viabilidad en el tiempo y otras personas se puedan seguir beneficiando. La política del “regalado” beneficia a muy pocos e impide que se beneficie a muchos.

No solamente son los damnificados, es el déficit habitacional acumulado y el crecimiento vegetativo, lo que requiere una solución; en consecuencia debe haber una política pública en que partiendo del suelo urbanizado, se puedan ejecutar varias soluciones: parcelas con servicios, viviendas de desarrollo progresivo, subsidios públicos, sustitución de ranchos por vivienda, mejoramiento de la infraestructura de los barrios, etc.

Lo que nace torcido
Ciudad Caribia es linda y funcional, pero los problemas están dentro de los apartamentos, en el terreno sobre el cual está asentada y por lo alejada que se encuentra. El grave problema para sus habitantes es que Ciudad Caribia no fue planificada; de haberlo sido no se hubiese construido en ese lugar por varias razones: por ser una zona sísmica, por estar dentro de una zona protectora y por estar demasiado alejada de la ciudad y sus servicios. El capricho presidencial tuvo un enorme costo económico para la Nación y unas consecuencias graves para sus habitantes.

Las grietas persistentes ponen en evidencia el incumplimiento de las normas de construcción. La eventualidad siempre presente de un evento telúrico hace pensar que tendrá serios efectos sobre las endebles estructuras de los edificios y en consecuencia sobre sus habitantes. ¿Quién responderá por esto?

Corolario
Cuatro  cosas nos llamaron la atención: que ya ha habido dos asesinatos los cuales no se divulgaron a la opinión pública; la indignación de los vecinos que no se amilanaron por la presencia policial; que dada la calidad de las infraestructuras de servicio y los equipamientos comunales, el costo por apartamento de 72 m2, debe realmente rondar el millón de bolívares fuertes (mil millones de los viejos), y que Capriles obtuvo 72 votos.

Recibido por correo electrónico

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico