Páginas

domingo, 26 de mayo de 2013

Soy el sicario de La Hojilla: Unidad no es sumisión de pensamiento


Por Javier Antonio Vivas Santana, 26/05/2013

Desde que Aporrea permitió la publicación de aquel artículo el 4-5-2013: “La Hojilla que ya no corta” (http://www.aporrea.org/actualidad/a165190.html), se abalanzaron todos los insultos y calumnias en nuestra contra. Me han tildado, sin ni siquiera conocerme, entre otros epítetos de: criminal, contrarrevolucionario, apátrida, pitiyanqui, vendido y pare usted de contar. Incluso hasta mi madre, quien nada tiene que ver con el asunto político fue “santificada” con las tres palabras de rigor.

En la medida que respondíamos mensajes (correos electrónicos y tuiters), con suficientes argumentos, las descalificaciones eran por las palabras, (según rebuscadas), que empleábamos contra los remitentes, y cuando quisimos hacer ver los errores de ortografía de esos mismos atacantes, llegaron al punto del cinismo de decirnos que eran errores de dedo. Por cierto, de este mal, quienes nos critican con más saña (y dejo claro que son ellos quienes han puesto nuestro nombre en la palestra) pareciera que ha llegado tal problema, al cual podemos llamar, “síndrome sin hojilla”, entre ellos un señor de apellido Jiménez, quien escribe intensión (http://aporrea.org/actualidad/a166639.html) en vez de intención (también dirá que fue el dedo; sin mencionar que hace expresión de la palabra mongólico, lo cual deja al exterior su ello y su yo, hundidos de odio y resentimiento); verbigracia, se nota su debilidad como lector.

Ahora bien, hecha la réplica de rigor, y volviendo a “La Hojilla”, después de 2006, fue evidente su deterioro como programa. Cada declaración de Mario Silva señalaba que había que pulverizar a la burguesía como enemiga de todos nuestros males. Y me pregunto: ¿Usted compatriota que apoya al presidente Nicolás Maduro, tiene o no familia, compañeros y colegas en el campo de la oposición, incluyendo a quienes llamamos burgueses, entre ellos nuevos bolivarianos de esa clase social? Y si es así, ¿usted acepta que gente cómo Mario Silva o radicales opositores nos impongan su agenda política? La verdad creo que no. Eso no es lo que escucho de la mayoría de los ciudadanos. Incluso, el presidente Maduro está dialogando con Mendoza, Cisneros, quizás los dos personajes más poderosos en lo económico en Venezuela. Y si él lo hace: ¿por qué nosotros no podemos dialogar con el vecino, con mi madre, mi padre, mis hermanos o cualquier burgués(a) con quienes tengamos diferencias políticas?

Allí estuvo el problema de Mario Silva. Cercenado también por el oido y un resentimiento sin defenestración. Por eso La Hojilla se quedó sin filo, dejó de cortar. Su mensaje era para los más radicales chavistas. Y cómo bien lo dijera Diosdado Cabello, debo comprender por analogía, que el único que le ponía freno a La Hojilla, era el propio Chávez.

Cuando leí “El Hombre Mediocre” (1913), del extraordinario pensador argentino, José Ingenieros, (cuyo centenario, pienso debería ser objeto de miles de publicaciones por parte del Ministerio de la Cultura), entendí que no debo entrar en polémica con la senectud de algunas personas. Así que señor Bracho, puede acusarme hasta de ser el sicario de La Hojilla y llamarme señor de los diplomas. Pero quiero dejarle claro que yo no la maté. Mario Silva la suicidó cuando se dio cuenta que ya no cortaba; sólo que cuál crimen pasional, al no querer aceptar su realidad, en esencia terminó como el peor de los traidores, arrastrando lo que podía llevarse a su paso.

Unidad no es sumisión de pensamiento ante los errores cometidos por quienes en nombre de la revolución traicionan el Legado de Chávez.

http://www.aporrea.org/actualidad/a166663.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico