Páginas

lunes, 29 de abril de 2019

Contra el fanatismo, por @camilodeasis




Juan Guerrero 28 de abril de 2019
@camilodeasis

Esta semana pasada acompañé a la abuela Asunta a su última morada. Antes, debimos asistir a una travesía absurda por calles y avenidas oscuras. El apagón acentuaba la tristeza mientras esperábamos en la funeraria la llegada del carro fúnebre para retirar el cuerpo en la casa de su hija, María Julia.

Por fin, después de más de una hora llegó una carroza destartalada conducida por una chica, hija de la dueña del local, quien servía de acompañante. –Es que tuvimos que hacer una gran cola para llenar el tanque de este perol que ya no da para más.

Después de terminar los trámites legales a punta de alumbrar con las linternas de los celulares, nos fuimos a buscar a la abuela Asunta. Entre la penumbra y de nuevo, alumbrando con celulares y los faros de los vehículos, despedimos a la bella mujer que un día, hace más de 40 años llegó desde su Cuba amada, aventada por los fanatismos del socialismo castrista que se imponía a sangre y fuego.

Mis pensamientos se entrecruzan con la lectura que por estos días hago del libro, Coa Bai (La tierra de los muertos) del cubano, Rafael Casado. En lengua indígena siboney así era llamada la Cuba actual. El relato del libro es una recreación de las vivencias de este escritor mientras se entrelazan episodios de leyendas de la tradición cultural cubana.

La historia del advenimiento de la llamada Revolución bolivariana del siglo XXI en Venezuela, es un dibujo al calco de aquel espantoso y todavía enquistado fanatismo ortodoxo y supersticioso, socialismo castrista . Cambian el paisaje, nombres, fechas y personajes, pero el mundo de perversión y maldad soportado en el uso de la mentira y el fanatismo, son la base sobre la cual se erige ese tan desolador territorio del llamado socialismo.

El autor coloca a sus personajes a describirnos una Cuba que recién (1962) comienza a entrar en la confrontación de la Guerra Fría, mientras dos ingenuos milicianos en la noche desolada habanera se entregan a una plática sobre las bondades de la revolución y las dudas que comienza a dejar, mientras en otras escenas la preocupación por la vida de los presos políticos y el destino del nuevo gobierno, es discusión entre varios hombres montados encima de un viejo camión de transporte.

Las afirmaciones sobre la orientación ideológica de la revolución cubana es soportada en documentación histórica de Casado, cuando introduce algunas declaraciones del líder del movimiento 26 de Julio, Fidel Castro, afirmando que la revolución cubana es nacionalista, democrática y genuinamente cubana. Que jamás girará hacia el socialismo y menos al comunismo. Que es mentira lo que dicen los enemigos de la revolución sobre el carácter revolucionario de dicha empresa.

Ya para entonces se han dejado engañar por las mentiras de estos fanáticos y encantadores de serpientes. “Una revolución –pensó Tomás- humanista y redentora, cuyo triunfo había que defender y preservar a toda costa… Pero si todo aquello era más que suficiente para conmover a un ser nacionalista y democrático como él, todavía hubo algo que Tomás recordaba como la motivación definitiva que lo impulsó a incorporarse a las milicias. Y entonces vinieron a su mente las propias palabras del máximo líder, en una declaración que hizo a la prensa el 13 de enero de 1959. Esas se las sabía de memoria… “Yo no soy comunista ni tampoco lo es el movimiento”.

Pero había más, y el viejo lo recordaba con exactitud… El 8 de mayo de 1959, en un discurso en la Plaza Cívica de La Habana que fue radiado, televisado e impreso a nivel nacional, como para que no hubiese ninguna duda, ese mismo hombre que un rato antes se había vanagloriado de su condición marxista-leninista, había dicho textualmente: “Yo no sé por qué las calumnias contra nuestra Revolución de que es comunista; de que está infiltrada de comunismo… ¡Yo no sé de qué forma se podrá hablar!… ¿Es que alguien puede pensar que encubrimos oscuros designios? ¿Es que acaso pudiera alguien afirmar que hemos mentido alguna vez al pueblo? ¿Es que acaso pudieran pensar que somos hipócritas?… Entonces, cuando decimos que nuestra revolución no es comunista,… ¿por qué ese empeño en acusar a nuestra revolución de lo que no es?… Si nuestras ideas fueran comunistas lo diríamos aquí… Jamás, por ninguna razón del mundo prostituiremos nuestra conciencia con la mentira o con la hipocresía…”

Este es uno de los fundamentos de todo fanático: hacer de la mentira y la falsedad un acto de absoluta verdad, clara y diáfana. Porque para todo revolucionario, socialista y comunista, mentir es un acto de fe en su fanatismo.

La abuela Asunta descansa ahora en paz, con sus 97 años a cuestas. Casi la mitad vividos en Venezuela. Supo y vivió en carne propia la realidad de una Cuba sumida en el dolor de quienes hundieron a su población en la miseria y el olvido. Pero en el libro de Rafael Casado y en la realidad de millones de cubanos lanzados al exilio, vive la verdad de un pueblo diezmado, vejado, humillado y martirizado.

Juan Guerrero
@camilodeasis

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico