Félix Palazzi 09 de noviembre de 2019
@FelixPalazzi
Siendo
Rector del Colegio Máximo, Bergoglio organizó un congreso en el año 1985 bajo
el lema: “Primer Congreso de evangelización de la cultura e inculturación del
Evangelio”. Entre los asistentes estaba el cardenal Paul Poupard y muchos
obispos latinoamericanos. Bergoglio tuvo a su cargo la conferencia inaugural.
Era la primera vez en América Latina que se organizaba un congreso dedicado a
la reflexión de la inculturación del evangelio en la cultura. En su lectio
destaca la importancia de conocer la cultura popular de las naciones para poder
generar procesos evangelizadores y de cambio social. Para ello, asume como
lugar hermenéutico privilegiado a la religión popular o religiosidad popular.
En la teología latinoamericana la reflexión sobre la inculturación del
Evangelio no es un problema reservado a los pastoralistas. Esta representa una
cuestión teológico-pastoral, pues no se hace teología sin el acceso primero a
la realidad, y en este caso, a la del pueblo pobre.
Aunque
el tema de la cultura ya estaba presente en el Concilio Vaticano II, el de la
religiosidad popular no, como tampoco el de la liberación como parte de la
función evangelizadora de la Iglesia. Estas dos nociones llegan al magisterio a
través de los obispos latinoamericanos, que ya conocían a la teología de la
Coepal (Comisión Episcopal de Pastoral) y el pensamiento del teólogo argentino
Lucio Gera. Es un aporte de la teología latinoamericana que será asumido por la
III Asamblea General del Sínodo de Obispos celebrado en 1974 bajo el lema: “la
evangelización en el mundo moderno”. En el Sínodo, los Obispos de todo el mundo
tratan el tema de la liberación como función propia de la obra evangelizadora
de la Iglesia en cada cultura, en pro de su desarrollo socioeconómico, político
y religioso. Las conclusiones del Sínodo fueron incorporadas por Pablo VI en la
formulación de la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi en 1975. Y luego,
la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunido en Puebla
(1979) aplicará esta novedad de la teología latinoamericana a su propio
contexto socio-histórico, al desarrollar los capítulos sobre “evangelización de
la cultura” y “evangelización y religiosidad popular”.
Quedan
así introducidas dos líneas de pensamiento y acción que Francisco irá asumiendo
a lo largo de su praxis pastoral: la evangelización de la cultura desde el
conocimiento de la religiosidad popular, y la pastoral liberadora desde la
opción preferencial por el pueblo pobre. Así entiende que la Iglesia debe
vivirse como “Pueblo de Dios encarnado en los pueblos pobres de la Tierra”
(Evangelii Gaudium 115). Desde esta opción preferencial por la defensa de los
pueblos que viven bajo el yugo de ideologías totalitarias, condiciones de
escasez alimentaria y abandono religioso, es que Francisco desarrolla su
crítica a los factores que alienan y destruyen a las culturas, como son la
ecología, la economía y la desconexión eclesial.
Quisiera
terminar recordando cuatro principios que Francisco expone en la Evangelii
Gaudium para orientar el desarrollo de la convivencia social y el bien común a
partir de una unidad mayor, que no sea sólo coyuntural. Estos son: (a) iniciar
procesos que posibiliten nuevas alternativas (el tiempo es superior al
espacio); (b) asumir los conflictos para poder crecer (la unidad prevalece
sobre el conflicto); (c) el conocimiento y la conexión con la realidad hace
posible la verdad y la desideologización (la realidad es más importante que la
idea); (d) buscar siempre la unidad para lograr un bien mayor (el todo es
superior a la parte).
Félix
Palazzi
@FelixPalazzi
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