Por Piero Trepiccione
Hemos visto procesos de ebullición
social esparcidos por todo el continente pero también en otros lugares del
mundo. Los niveles de descontento de las grandes mayorías aumentan por doquier.
La política no pareciera estar dando respuestas satisfactorias en el modo de
vivir organizada e institucionalmente como sociedades que se conquistó mediante
la figura de los Estados.
Los actores políticos tienen
grandes dificultades para –desde los gobiernos- satisfacer las necesidades de
poblaciones cada vez más demandantes, que utilizan las nuevas tecnologías de la
información para hacerse sentir como contrapesos a los intereses corporativos,
que en no pocas oportunidades, “colonizan” la formulación de políticas
públicas.
Este fenómeno está afectando
a distintos gobiernos alrededor del mundo, independientemente, de sus signos
ideológicos. Ya las denominaciones de izquierda y derecha no hacen distingos.
Veamos por ejemplo los casos de Chile y Venezuela en Suramérica solo para
mencionar un ejemplo donde las poblaciones se alinean en olas de
descontento generalizado por razones diferentes, pero asociadas todas a las
políticas públicas.
Aparentemente, desde el
análisis superficial, podemos inferir que es la antipolítica aparecida con
fuerza en la década de los ochenta y que luego tuviera amplias y profundas
consecuencias en los sistemas institucionales nacionales, la que emerge con
fuerza nuevamente, pero en profundidad, vemos que no es así.
Bienvenida no-política
Hoy día, se han alineado
factores que podemos englobarlos en un intento de clasificación al que
podríamos llamar momentáneamente la no-política. Es una forma de descontento
con la “polis” y la forma mediante la cual, está “ordenado” el Estado, el
cúmulo de instituciones creadas para dirimir las diferencias y las luchas por
el poder. Pero, lejos de ser “antipolítica” es todo lo contrario. Con las nuevas
tecnologías la gente se viene asociando en formas “no-organizativas” que no
tienen estabilidad ni organigramas jerárquicos pero si, temas y objetivos
concretos y muchas veces comunes a amplias capas poblacionales nacionales e
internacionales.
Por lo tanto, es muy posible
que estemos en presencia de un desafío que pocos o muy pocos líderes políticos
estén comprendiendo a cabalidad y es la irrupción de los “no-políticos” con
orquestación, gracias a las redes generadas a partir de las nuevas tecnologías
de las comunicaciones, pero sin liderazgo visible o diferente al que hemos
conocido durante los últimos siglos; sin embargo, las consecuencias ya las
estamos viendo y sintiendo. Hasta ahora más bien asociadas a concentraciones
pacíficas en algunos casos, y en otros, con rasgos de violencia y destrucción
de bienes públicos y privados.
No sabemos a ciencia cierta
hasta donde nos conducirá este fenómeno de la no-pólítica. Pero lo cierto es
que pareciera que va a trastocar el concepto griego de la política. Y algo más
importante aún, cuántos políticos podrán quedar en el camino por la
incomprensión de los cambios en favor de los “no-políticos”. Venezuela, en este
sentido, es una especie de laboratorio donde se está incoando un final de ciclo
con particularidades muy específicas que aún no se han visto en otros lugares
del mundo. Bienvenida “no-política” no te podemos juzgar, más bien tratar de
comprenderte.
17-11-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico