Las niñas aprenderán a ser madres con la figura materna en casa; los niños no tendrán la figura paterna, irán por la vida buscando esa figura. Esta es una de las conclusiones del Padre salesiano Alejandro Moreno cuando publicó “Buscando padre: la Historia de Pedro Luis Luna” (1997), expresión de la búsqueda de la figura paterna en la familia popular venezolana en una sociedad matricentrada.
La orfandad que viven muchos de nuestros adolescentes por la ausencia del padre, porque se fue de casa, migró o está trabajando, es una realidad que sigue estando presente en buena parte de nuestros hogares.
Ciertamente, cada vez es más común ver hombres con sus hijos e hijas en las calles, parques, centros comerciales. Sin embargo, en la intimidad del hogar, sigue siendo la madre la que más expresa emociones, afectos, sentimientos. El hombre sigue sintiendo una especie de discapacidad emocional que le genera vacíos y dudas en el momento de relacionarse y comunicarse.
Lo “cultural”
La situación se complica por los condicionantes culturales que nos hacen creer que expresar sentimientos y emociones es «cosa de mujeres» y que los hombres deben ser fuertes, valientes, no deben llorar, sentir miedo, etc.
Es común escuchar adolescentes que cuentan que de pequeños sus papás los abrazaban, besaban, les expresaban que los querían; pero al llegar a la adolescencia, cambiaron y les dijeron : “Ya eres un hombre” Llegó la alcabala en la que se limitaron la expresiones de afecto.
De los padres aprenden que es propio del varón reprimir emociones, especialmente, las que revelan vulnerabilidad o debilidad. Tanto es así que aún hay gente que le sigue diciendo a los niños que no lloren, que sean fuertes. Se les estimula y se les tolera que sean agresivos y violentos, se les presiona para que devuelvan el golpe u ofensa cuando son agredidos.
No es de extrañar que los índices de violencia social (homicidios, lesiones, suicidios, accidentes, venta de estupefacientes, abuso sexual, violencia intrafamiliar) tengan como principales protagonistas a los hombres. Cada vez es mayor el número de adolescentes y jóvenes varones, víctimas y victimarios de hechos violentos. También son ellos quienes más participan en las confrontaciones armadas, los que generalmente defienden a las familias en caso de agresiones.
El padre humano
Lo que llama a la reflexión es que muchos de estos hombres nacieron y fueron criados por madres solas o con parejas, que seguramente, con todo el amor, reprodujeron en la crianza las formas culturales que hacen que los varones asuman la violencia como respuesta ante los conflictos.
Con la llegada de la adolescencia se detona el miedo al embarazo y generalmente todos los juicios, cuidados y advertencia van dirigidos hacia las chicas. Se les transmite que es su responsabilidad protegerse para no quedar embarazadas.
En el caso del varón, sin bien es cierto que se ha promovido la utilización de anticonceptivos, a veces se hace más énfasis en que lo utilicen para no infectarse; pero se hace poco hincapié en la importancia de protegerse para no embarazarse. Los varones también se embarazan porque para procrear hacen falta dos.
En este día del padre hacemos votos para que ese papá proveedor, el único rol aceptado y reforzado socialmente, dé paso al padre humano, con necesidades y emociones que compartir en la familia.
https://efectococuyo.com/opinion/buscando-padre/
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