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viernes, 6 de enero de 2012

La verdadera riqueza de una nación: su gente

Por Dra. Aída Lamus Valero, 18/12/2011

La verdadera riqueza de una nación está en su gente (Cita del informe sobre desarrollo humano, 1990). En un enfoque actualizado, se hace necesario plantearnos cuáles han de ser las políticas públicas que en la práctica transciendan a los preceptos consagrados en las constituciones de los estados, para que se conviertan en una realidad que alcance a todos los ciudadanos del país. No existe una formula única. Por el contrario, las tendencias recientes exigen que en la formulación de políticas públicas para el desarrollo humano se deban tomar en cuenta la importancia de las grandes transformaciones sociales desde un doble punto de vista global y nacional, adaptándolas a los requerimientos específicos de nuestra sociedad.

Atendiendo a esa propuesta, se debe preservar la dignidad y la libertad del hombre como núcleo central de una formulación de políticas públicas para realizar toda su potencialidad creativa, con capacidad de optar por la selección de actividades de acuerdo a su vocación.

Este enunciado, a primera vista sencillo, exige que el Estado y las instituciones sociales asuman el rol de facilitadores, de manera de fomentar en el individuo sus propios criterios en la toma de decisiones en los procesos de desarrollo personal, comunitario y nacional.

El logro será una nación con ciudadanos -y no súbditos- capaces de contribuir con su participación a la creación de una Venezuela con fuertes instituciones políticas, sociales y económicas, en una sociedad donde la decisión de los conflictos sea acorde a las reglas del derecho y a la correcta aplicación de la justicia.

La igualdad ante la Ley es esencial, más no suficiente. Hoy día es evidente que para erradicar la pobreza -sobre todo en las familias de menores recursos- se debe atender la educación, la salud y la calidad de vida.

En consecuencia, se debe eliminar la costumbre de emitir declaraciones que en la práctica resultan ineficaces, como aquella de “educación para todos”, que no se compadece con la realidad, pues no hay igualdad de oportunidades. La realidad es que existen escuelas carentes de los más elementales servicios, con maestros sin preparación adecuada para la formación de los jóvenes, que deberían ser formados para competir con destrezas y habilidades en un mundo cuya economía se desenvuelve con mayor énfasis en la innovación e incorporación de tecnologías.

Es por esta razón que en la formulación de políticas públicas debe tomarse como prioridad el progreso de la igualdad entre los ciudadanos, especialmente en las familias en situación de pobreza, con carencia de calidad en la educación, la salud y el medio ambiente, donde se nota un deterioro progresivo.


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