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sábado, 30 de agosto de 2014

El viraje de Hollande, por Miguel Méndez Rodulfo

Miguel Méndez Rodulfo 29 de agosto de 2014

Acorralado por los hechos, el Presidente de Francia se apresta a implantar la consabida receta de la troika. Luego de dos años en el poder, al que llegó con los votos de la mayoría del pueblo francés que de esta manera le dio el mandato de cambiar las políticas de austeridad de Sarkozy, y después de iniciarse con un encendido discurso contra las políticas de la Merkel, el FMI y la Unión Europea, hoy el peso de los indicadores económicos lo obliga a retroceder, a cambiar el discurso que le permitió ganar las elecciones. Así diríamos que envuelto en un dilema, que es clásico de la socialdemocracia, Hollande con el mayor desparpajo, pero con un sentido pragmático de la política, da media vuelta y reinicia el camino económico en la dirección opuesta. Lo obligan la condición de potencia en declive de Francia que ve como desde hace una década viene cayendo su producción automotriz, la cual es 40% menor que hace 10 años; una tasa de desempleo mayor de 10% que crece sistemáticamente desde hace 9 meses; una caída generalizada de la producción industrial que llega a una tasa negativa de -4%; un crecimiento económico igual a cero (0%), y la necesidad de disminuir el gasto púbico de los próximos dos años en 50.000 MM de euros, para poder reducir su déficit fiscal y sanear sus cuentas. Francia, además, debe someterse a un proceso de desregulación que va a durar tres años, al término del cual el país debe reiniciar la senda del crecimiento.

Antes que él, Olof Palme, Felipe González, Carlos Andrés Pérez, Gerhard Schröder, Allan García, etc., hicieron algo semejante y el tiempo les dio la razón. Sin embargo, han sido dos años perdidos de políticas económicas erráticas y de gran desgaste político. De hecho el margen de maniobra que le queda es pequeño ya que si su partido le quitara el apoyo, el programa de cambio económico no se podría aplicar. Mientras España que bajo el gobierno de Rajoy asumió la austeridad desde el principio y pasó por un periodo muy duro, ya comienza a crecer en forma consecutiva desde hace 4 trimestres, al país galo le esperan por lo menos dos años más de decrecimiento y penurias. Los críticos de la austeridad entre ellos Stiglitz, dicen que las crisis económicas se combaten con medidas contra cíclicas, no con políticas pro cíclicas, que es lo que estaría haciendo Hollande, lo que al entendimiento de ellos causaría perjuicios al país, tales como desempleo y deflación, algo que ocurre hoy en la UE. La diferencia es que la crisis francesa no sucede porque haya severos problemas en los fundamentos de la economía, tal como si ocurría en Grecia. No se trata de que los problemas económicos de la segunda potencia de la UE tengan que ver con asuntos de déficit fiscal, inflación o desempleo, inmanejables, sino con temas que tienen que ver con la productividad y competitividad; con el estado paternalista y otras políticas sociales no sostenibles. Alemania aplicó su política de austeridad mucho antes de que la crisis apareciera, pero cuando era evidente que se avecinaba. Schröder y el SPD, tuvieron el coraje y la valentía de asumirla, eso tuvo un enorme costo político para ese partido, pero luego de seis largos años de crisis económica mundial, la Germania ha escapado inmune a este cataclismo.

Otra vez se sale por la tangente el líder galo, no ya como el infiel que deja a su pareja e hijos en la estacada, en una hora política decisiva para el propio partido socialista, ni como el motorizado sigiloso que va a medianoche en pos de una amante clandestina, sino como un político audaz que se juega el destino de millones de franceses en una apuesta que espera que le salga bien. La inconstancia siempre le ha resultado al mandatario francés, eso espera el pueblo galo.

Miguel Méndez Rodulfo
Caracas, 29 de agosto de 2014

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