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lunes, 22 de diciembre de 2014

El 2015 y el futuro, por Omar Barboza Gutiérrez

Omar Barboza Gutiérrez diciembre de 2014

Al finalizar este año 2014, la caída de los precios petroleros que hemos debido prevenir con ahorros, agrava la dimensión de la crisis que hoy afecta a la nación venezolana, que incluye la incapacidad de los poderes públicos para contribuir a soluciones eficaces, por cuanto están colonizadas por la voluntad político – partidista del oficialismo.

En el chino mandarín la palabra crisis se representa con dos ideogramas que expresan las ideas de “peligro” y de “oportunidades”. En nuestro criterio, la crisis venezolana tendrá una u otra significación dependiendo de la interpretación que le demos, y de la actitud y propósito con el cual la abordemos.

Quienes consideren que estamos ante una crisis coyuntural que se puede resolver con algunas modificaciones van a proponer fórmulas o parches que no harán otra cosa que prolongarla, es decir, mantendrían vigente la significación de peligro.

Creemos sinceramente, pensando en el bienestar de las futuras generaciones, que esta crisis debe convertirse en la gran oportunidad histórica para poner en marcha un cambio profundo en la nación venezolana que rescate los valores de la honestidad, del trabajo, del sincero amor al prójimo, a la Patria incluyente, el respeto entre los ciudadanos, y el respeto al estado de derecho, con instituciones públicas independientes capaces de garantizar la vigencia de todos los derechos humanos, donde la garantía de su eficiencia sea la honorabilidad de sus integrantes y no por quienes reconociendo su falta de méritos para integrarlas tratan de compensarlo con incondicionalidades vergonzosas. De la profundidad de los cambios que implementemos depende el futuro de Venezuela.

Debemos comenzar ese cambio enterrando para siempre el mito del “hombre fuerte” que es contrario a la moderna civilidad, como paso previo al progreso que disfrutan las naciones del primer mundo. El militarismo fuera de los cuarteles, invadiendo el ámbito de la ciudadanía solo es garantía de atraso para la nación, y de desviación de su función Constitucional por parte de quienes son depositarios de las armas de la República, y que deben garantizar la vigencia real de la Constitución. Los valores que deben inspirar a nuestros ciudadanos del futuro, están bien representados en personas como José María Vargas, Andrés Bello o Rómulo Gallegos, cuyos ejemplos fortalecen la civilidad.

En estos momentos es muy importante tener presente que la única revolución posible en esta época de la humanidad, es la del conocimiento. En ese camino estamos muy atrasados y tenemos la necesidad de dar grandes saltos cualitativos y cuantitativos. En la época de la revolución industrial se consideraba que 10 años de atraso, tenían el efecto de medio siglo. Imaginemos lo que significa ir retrasados en la época de la sociedad del conocimiento y de la información. Sólo la educación de calidad, el apoyo a la investigación, y las nuevas tecnologías, nos pueden acercar al lugar que verdaderamente nos corresponde. Recordemos al gran físico alemán Albert Einstein diciendo: “En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento”. En consecuencia, la creatividad, la innovación y el emprendimiento, teniendo claro nuestros objetivos para el cambio, deben ser aliados permanentes en la ruta que tenemos por delante.

Nos encontramos en el tránsito forzado de la sociedad agraria a la del conocimiento, sin haber logrado como paso intermedio nuestro desarrollo industrial, porque, en vez de estar buscando nuestro desarrollo integral al lado de las naciones más avanzadas del mundo, hemos estado buscando al hombre a caballo, a los supuestos mesías, que cuando han llegado ha sido para dividirnos y hacernos retroceder.

Es necesario que nuestros líderes, cualquiera que sea su posición política, comprendan que ante el desarrollo de una economía global, se hace vigente un nuevo concepto de soberanía que nos impide decidir sobre nuestra macroeconomía, sin tomar en cuenta que los tiempos del desarrollo con inflación, de los desequilibrios presupuestarios, o de la sustitución de importaciones, ya han sido superados. Que la soberanía de hoy está condicionada por la necesidad de cumplir con nuestros compromisos internacionales y darle credibilidad al manejo de nuestra economía.

Los nuevos tiempos nos exigen para ser creíbles ante la comunidad internacional, y eficientes en la solución de los problemas nacionales, una gran transparencia en el manejo de los recursos públicos, no solo por obligación, sino principalmente por convicción.

Celebremos la Navidad, comprometidos a luchar por un futuro que incorpore a Venezuela a la modernidad, con plena vigencia de todos los derechos ciudadanos.


Omar Barboza Gutiérrez

omarbarboza1@cantv.net

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