César
Miguel Rondón 04 de febrero de 2016
La
noticia del día es una noticia mundial. Es la declaratoria por parte de la
Organización Mundial de la Salud de la emergencia internacional por la epidemia
de zika. El Nacional dedica a esto su gran titular, igual 2001: “Ante el
incremento del brote el organismo decretó la emergencia pública de importancia
internacional. Olleta estima que en abril se conocerán los casos de
microcefalia asociados al mosquito en nuestro país. Fefarven clama a la
comunidad mundial por envío de remedios.”
Ahora
bien, si se declara la emergencia mundial, ¿cómo queda nuestro país ante esta
emergencia? Entre otras cosas, ¿cómo reacciona un país que no tiene cifras, que
sólo las maneja de manera esporádica y accidental? Por ejemplo: “La Sociedad
Venezolana de Infectología indicó que hay en el país tres mujeres que tuvieron
zika en el primer trimestre del embarazo (…) La Ministra de la salud, Luisana
Melo, ha admitido la existencia de 4500 casos sospechosos de la enfermedad,
mientras que 255 tuvieron el síndrome Gullain- Barré, que se asocia con el
virus y está caracterizado por trastornos de tipo autoinmunitarios, diarreas y
dificultades para caminar y respirar.” A esta información El Nacional le
agrega: “Los enfermos claman al mundo que les envíen medicamentos. Se mueren
los pacientes”.
Y ahí,
precisamente, es donde está el detalle cruel e imperdonable: nosotros vivimos
en una emergencia de salud -no decretada- desde hace ya mucho tiempo. El
sistema de salud de los venezolanos colapsó, está a nivel de fango.
Entonces,
se declara una emergencia mundial por el virus del zika -que ya está aquí- y
nos preguntamos cómo la va a enfrentar el gobierno. Sobre todo si se leen
declaraciones de altos personeros del régimen como la siguiente. Dice Adán
Chávez, flamante gobernador de Barinas: “Las denuncias sobre escasez de
medicinas son parte de la guerra económica” Ante una estrechez de criterio como
esta, ¿qué se puede esperar? Y con relación al virus del zika, el mismo
personero afirma que no existen casos registrados en la región. Es decir, no
hay problema, todo está bajo control: no hay zika y los clamores por la
ausencia de medicinas son sencillamente estrategias de la guerra económica.
Ante criterios como estos, vuelvo a la pregunta: ¿cómo vamos a hacer, como
país, frente a las dificultades, cómo superarlas, con quién?
Por
otra parte se lee que no tenemos facilidades para los planes de fumigación. El
Universal:“Escasez de insecticida limita los planes de fumigación. En las
alcaldías destacan que es importante eliminar zancudos y larvas”. Sí, ¿pero
cómo fumigamos? Y advierten: “El zika continua afectando a los caraqueños y
creando preocupación en todo el país”.
¿Cómo
la ministra Luisana Melo, cómo los diversos funcionarios gubernamentales van a
enfrentar semejante emergencia que ni siquiera han declarado? Seguramente con
más burocracia. Es probable que, ante el desespero y la incapacidad, surgirá el
Estado Mayor del Comando Anti-Zika, o algún disparate parecido. Porque este
gobierno padece de un síndrome peculiar, y es que combate el problema
–cualquiera- incrementando el problema mismo.
A
manera de ejemplo tenemos un caso reciente en la siempre fracasada lucha contra
la corrupción. Maduro promete, una vez más, que va a acabarla. Él siempre
funcionando en futuro, su verbo sólo conjugado en futuro. En Runrunes.es le
citan: “Maduro prometió acabar con la “maldita corrupción” en los organismos
públicos”. Pero para acabarla presenta el Sistema de Compras Públicas, que,
afirma, fortalecerá la revolución. Tal como le citan en El Universal: “El
mandatario anunció que la propuesta original de 9 motores fue llevada a 13 y
también fue dispuesto un mecanismo especial de financiamiento”. Es decir,
gasolina para apagar el fuego. Para combatir la corrupción, más centralización,
que es el caldo de cultivo ideal de la corrupción. Para combatir la burocracia,
nada más sencillo que más burocracia.
Mientras
el zika, aunque el gobierno le de la espalda, está entre nosotros.
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